OPINIóN
Actividad económica

Commodities y energía: buscando el punto de equilibrio

La actividad económica comienza a brindar los primeros guarismos del año en curso. El INDEC informó que, en enero, la actividad industrial registró una contracción del 5,5% respecto al mes pasado. ¿Nos beneficiamos vía exportaciones? ¿Qué podremos esperar?

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Commodities. El precio internacional de algunos productos subirá pero con eso solo no alcanza. | AFP

La actividad económica comienza a brindar los primeros guarismos del año en curso. El INDEC informó que, en enero, la actividad industrial registró una contracción del 5,5% respecto al mes pasado.

Por su parte, la contracción interanual fue del 0,3%. Dichas disminuciones son producto de las mayores trabas a las importaciones, a las paradas en las fábricas y comercios debido a las vacaciones de verano, al ausentismo por el rebrote de Covid-19 y a los problemas de suministro de energía por la ola de calor. En pocas palabras, el nivel de actividad se mostró superior a los niveles pre-pandemia. Aunque todavía se muestra inferior al período pre-crisis 2018-2019.

Contemplando la construcción, en el mes de enero, presentó una variación mensual negativa del 3,9%. La variación interanual también fue negativa y estuvo en el orden del 5%. En diciembre, los puestos de trabajo de la construcción tuvieron un incremento del 17,8% respecto al mismo mes de 2020. Así superaron en 2.340 puestos los niveles de diciembre de 2019. No obstante, en la construcción, hay casi 42.000 puestos menos que en el mismo  periodo (diciembre) de 2018.

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En enero, el turismo receptivo por vía aérea llegó a las 122.000 personas, mientras que el turismo emisivo fue de 146.000. En términos interanuales, el turismo receptivo muestra un incremento del 479%. Pero si pensamos en los niveles previos a la pandemia, el turismo emisivo sigue un 52% por debajo, mientras que, por la otra, el receptivo lo hace en un 61%. Asimismo (según el relevamiento del Ministerio de Trabajo), en diciembre, el empleo registrado se recuperó 0,5%, respecto al mes anterior. Tomando el 2021, el crecimiento fue del 4,3%. De esta forma, en diciembre de 2021 la cantidad de personas con trabajo registrado fue de 12.449.453. Mientras que con respecto diciembre 2019, el total de trabajadores registrados aumentó en más de 285.000 personas. Sin embargo, este crecimiento está explicado principalmente por los avances del empleo independiente (156.000 trabajadores) y del empleo público (137.000). Los asalariados del sector privado están 7.000 trabajadores abajo.

En el plano monetario, en marzo (que aún no termina), el BCRA acumula compras de dólares por u$s400 millones (ingresos de los exportadores). El incremento de los commodities, la decisión de anticipar ventas para evitar retenciones futuras y “la cosecha gruesa” de marzo fueron factores claves. Cabe recordar que tras el acuerdo, en 2022, el BCRA debe acumular u$s5.800 en reservas netas y que esto es una condición para que lleguen los desembolsos. El último episodio, tras la guerra entre Rusia y Ucrania, fue el cierre de exportación de fertilizantes desde Rusia hacia los países occidentales que le impusieron sanciones. Estos movimientos fuertes y volátiles generan muchos efectos cruzados en la economía internacional y cambios en la redistribución de los ingresos entre países (según sean productores y exportadores de estos bienes o importadores netos).

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Ante este escenario: ¿Nos beneficiamos vía exportaciones? ¿Qué podremos esperar? Primeramente, hay que poner la mirada en la volatilidad de estos mercados (commodities y energía). Ante el actual movimiento es difícil saber si estamos ante un nuevo nivel de equilibrio o si seguirá habiendo reacomodamientos. La cotización internacional del GNL es un claro ejemplo. Posiblemente, el efecto negativo del encarecimiento de la energía estaría dominando el efecto positivo del aumento de los precios de los commodities. La liquidación de la cosecha gruesa aportaría más de u$s4.000 millones extras con relación a la del año pasado, que ya había sido récord. Pero la importación de GNL y de gas incrementaría el monto de las importaciones en más de u$s6.300 millones. En pocas palabras, la volatilidad del precio de la energía es mayor que la de los commodities agrícolas, y una corrección hacia la baja podría dar vuelta este resultado negativo. Aunque también es cierto que la energía está toda por comprarse, y sin precio fijado. Mientras que la cosecha en parte ya está comprometida y fijada.

 

Ante este escenario y con el cronograma de desembolsos (que le da aire al BCRA), el punto de conflicto se da en dos frentes: 

  1. De no intervenir de alguna manera en este intercambio, ese saldo (commodities versus energía) será de u$s2.300 millones de dólares y erosionará las reservas. Poniendo más presión sobre el tipo de cambio oficial. De esta manera, se complica el objetivo acordado con el FMI de los u$s5.800 millones
  2. De sacrificar esas reservas se debería dejar ajustar por precio al mercado cambiario y que la tasa de devaluación se acelere. Generando, por carácter transitivo, un incremento inflacionario

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Limitar la importación de energía, dada la producción local, implica el racionamiento de energía para la industria, con un impacto directo en la actividad económica. La presión sobre el sistema de precios no vendrá solo desde la dinámica del tipo de cambio. Desde un punto de partida alto generado por la política fiscal y monetaria interna, la suba de los commodities contribuirá. Mucho más al tener que atravesar cambios de precios relativos. La suba de retenciones como la creación de fideicomisos para desacoplar los precios internos (retenciones encubiertas) únicamente intensifica la distorsión de los precios relativos. En este sentido, medias tales no solucionan los problemas de raíz y contribuyen a un “spaghetti bowl” cada vez más grande y complejo.

 

 

* Federico Pablo Vacalebre. Profesor de la Universidad del CEMA.