Mi interés en indagar sobre la noción de vacío como fundamento primero del llamado pensamiento oriental, y su influencia en las artes y en algunas prácticas como las del Zen y el tiro con arco, se orientó tras los pasos que llevaron a Jacques Lacan a estudiar con particular interés el vasto abanico del pensamiento, la filosofía y el arte de oriente.
Del pensamiento oriental, la noción de vacío; de las artes pictóricas, caligráficas y poéticas, la función del trazo, disciplinas que fundamentan una estrecha relación entre el vacío y el silencio.
¿Por qué para Lacan el mundo oriental tuvo tanta influencia en sus desarrollos y enseñanza? Fue de la mano de su maestro y amigo, artista y escritor, Francois Cheng, como Lacan profundizó sus estudios orientales. Se interesó por la noción de vacío, tal como en el Tao (primera tradición filosófica china) alcanza su valor mediador, que es el origen creador de todas las cosas e introduce el fundamento de todo proceso de invención. Se trata del vacío como motor original del acto de creación. “En la óptica china, el vacío no es, como podría suponerse, algo vago e inexistente, sino un elemento eminentemente dinámico y activo (…) constituye el lugar por excelencia donde se operan las transformaciones, donde lo lleno puede alcanzar la verdadera plenitud” (Cheng, 2004).
El psicoanálisis pragmático es un juego
Desde la perspectiva del pensamiento oriental, el vacío hace referencia al origen y a la creación. Sin vacío no hay movimiento y de éste último depende que se conmuevan las fijezas sufrientes del ser.
“Trazos imbricados con otros trazos, sentidos implícitos en otros sentidos. En cada signo, el sentido codificado nunca logra solapar del todo otros sentidos más hondos, siempre dispuestos a brotar; y los signos en su conjunto… revelan un verdadero manojo de ¨rasgos¨ significativos: actitudes, movimientos, contradicciones buscadas, armonía de los contrarios y, a fin de cuentas, maneras de ser” (Cheng, 1977).
La poética oriental y el psicoanálisis consideran el decir como el acto en que un sujeto se encuentra involucrado en desandar los caminos de su existencia. El psicoanalista se aboca a la tarea de trabajar con la causa del sufrimiento del sujeto y conducirlo a que realice su desmontaje. La enseñanza freudiana demuestra que el inconsciente es la sede de ese saber (no sabido) que habita en el mismo sujeto, sólo que este saber no es reconocido. Por la vía de un análisis se trata de ubicar esos textos, historias, signos, que sin saberlo gobiernan nuestras vidas. Siempre decimos más de lo que nos proponemos. El decir es un acto que se estructura a partir de un vacío.
El psicólogo invadiendo la casa
“Con la ayuda de lo que se llama la escritura poética, ustedes pueden tener la dimensión de lo que podría ser la interpretación analítica. Es cierto que la escritura no es eso por lo cual la poesía, la resonancia del cuerpo, se expresa. Pero es sorprendente que los poetas chinos se expresen por la escritura. Es preciso que tomemos en la escritura china la noción de lo que es la poesía” (Lacan, 1976-1977).
Los analistas, al igual que el poeta oriental, tomamos el valor de las palabras en un más allá del decir, un más allá del sentido aparente de lo que se dice. La función del analista es la de hacer de su escucha una lectura que fundamenta la diferencia entre hablar y decir. Leer implica habilitar un equívoco en lo que se dice, equívoco que conduce a un nuevo decir.
La poética china le permite a Lacan ubicar una diferencia radical entre la palabra y el decir, este último es siempre metafórico. En este sentido, el psicoanálisis es un arte de la no comprensión, se trata de un arte del equívoco, en la medida en que conmueve la relación que cada sujeto mantiene con un decir que está siempre más allá de lo que dice. El arte del desciframiento analítico radica en ir más allá de las palabras. Se puede hablar mucho y decir poco, y en ocasiones hablar obstaculiza el decir. En la experiencia analítica, los sonidos evocan sentidos complejos, combinan con silencios que trascienden las palabras pronunciadas. El sujeto que habla no es amo y señor de lo que dice. Más que hablar, él mismo es hablado y, en efecto, no sabe lo que dice. Termina diciendo siempre otra cosa de lo que cree decir.
"El psicoanálisis no es una teoría, es una práctica"
La poética oriental da cuenta de lo que Lacan situó respecto de la escritura, esto es su ambigüedad, sinsentido, discontinuidad y vaciamiento. En ello se encuentra como fundamento de invención. Se embarca en la proeza de reducir los sentidos hasta su mínima expresión. Del mismo modo, un análisis alumbra un devenir que se hace escrito y en ese instante concluye el recorrido que embarcó en un saber sufriente y supuesto y culmina en su destitución. El tao de un análisis alumbra un devenir que se hace escrito y, al igual que en la poesía, una nueva verdad acontece como acto, conquista e invención.
* Florentina Gamarra, profesora de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Belgrano.