OPINIóN
TCHAIKOVSKY

La otra cara del amor

La historia de un falso amor entre el compositor ruso, Piotr Ilich Chaikovski y su esposa Antonina Miliukova.

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Piotr y Antonina en 1877. | Cedoc

En 1970 se estrenaron dos películas sobre la vida del compositor ruso, Piotr Ilich Chaikovski, una era Tchaikovsky, un film ruso de Igor Talankin, protagonizada por Innokenti Smoktunovski, nominada al Oscar por su impecable banda sonora y como mejor película extranjera.

En contrapunto, ese mismo año, el inefable Ken Russell produjo La otra cara del amor (en ingles The Music Lovers) protagonizada por Richard Chamberlain, como el atribulado compositor, y Glenda Jackson como su no menos conflictuada esposa, Antonina Miliukova.

Mientras la película rusa retrataba a un músico académico y su relación con artistas como Rubisntein, La otra cara del amor relata la conflictiva relación que mantuvo con su esposa, una joven de una familia noble venida a menos que estudió en el Conservatorio de Música de Moscú, donde conoció al compositor. Antonina estaba fascinada con el artista pero el afecto no era mutuo, de hecho, Piotr mantenía una relación sentimental con uno de sus alumnos, Vladimir Chilovski, y también un vínculo muy estrecho con Aleksei Sofronov, su leal mayordomo.

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Los rumores sobre su homosexualidad se habían empezado a divulgar y este ocultamiento lo tenía nervioso, molesto, con miedo de hacer públicas sus inclinaciones, con todo lo que eso implicaba en la sociedad rusa de fines del siglo XIX. Por tal razón decidió casarse con esta joven que lo admiraba para disimular su condición. El enlace se produjo el 18 de julio de 1877, en Moscú y fue, sin dudas, lo peor que pudo hacer. Tchaikovsky se embarcó en una relación que lo torturó hasta el final de su vida.

A solo tres días de casarse, Piotr le escribió a su hermana que ya no podía soportar a su esposa y que todo se debía a “su extraña familia donde la madre siempre discute con el padre…y odia a alguno de sus hijos”.

Este clima conflictivo no iba con la sensibilidad del compositor que encontraba a su esposa vulgar y maleducada. La convivencia solo duró 6 semanas. Un buen día Piotr le dijo que se iba de viaje y nunca más apareció.

Lo más probable es que la joven no comprendiese la reticencia amorosa de su marido, ni hayan hablado de sus inclinaciones. Tchaikovsky creía que su esposa se conformaría con un matrimonio donde la abstinencia carnal fuese la regla. De hecho, el matrimonio nunca fue consumado.

Mientras que el compositor se debatía en su conflictuante relación, Antonina estaba muy entusiasmada con ser la esposa de alguien “tan buen mozo.. cuyos amables ojos derretían mi corazón… Gracias a Dios, él es mi marido y nadie me lo puede quitar”, le escribió a una amiga. Era evidente su percepción distorsionada de la realidad.

Piortr envió a su hermano Anatoli y a su amigo, el músico Nikolái Rubinstein, a explicarle a su esposa que la separación era permanente y definitiva. Rubinstein fue bastante crudo en la descripción de las inclinaciones de Piotr y, sin embargo, Antonina no pareció haber comprendido ya que continuó sirviendo té y se limitó a decir “lo que quiera mi querido Piotr, está bien”. Los dos caballeros se retiraron consternados. Anatoli viajó a San Petersburgo y se encargó de programar una extensa gira europea para alejar a su hermano de esta mujer.

Antonina pensaba que esta reacción era una “conspiración” de la familia del músico, quienes pensaban que la vida marital podía "matar " su talento y la ansiedad de Piort se debía a que su corazón “estaba partido entre su música y ella”.

Lo cierto es que el músico estaba tan consternado que dijo haber intentado suicidarse arrojándose a las aguas del río Moscova. Desde entonces su esposa pasó a ser “un reptil” y cada carta que recibía de ella podía ponerlo en un estado de inquietud por varios días.

La única salida que veía Tchaikovsky para este tormento era el divorcio, pero en Rusia la única causa era el adulterio. Trataron de convencerla ofreciéndole 10.000 rublos que habría de poner la mecenas de Piotr, Nadezhda von Meck, pero ni aun así Antonina quería dejar de ser la esposa del músico más célebre de Rusia. Piotr no quiso insistir porque existía la posibilidad que Antonina hiciese públicas las inclinaciones de su marido.

En 1881 Antonina tuvo un hijo. Como era público que no cohabitaban, Tchaikovsky tenía una buena razón para alegar adulterio. Y, sin embargo, no procedió por el miedo a una divulgación de las verdaderas causas del divorcio. Tchaikovsky prefirió seguir dándole dinero.

Con el tiempo tuvo tres hijos más de, supuestamente, tres hombres distintos. Los tres niños fueron entregados a un orfanato que, en esos años, era sinónimo de muerte (de hecho, los tres fallecieron en la infancia).

En los años venideros, Piotr y Antonina se encontraron casualmente un par de veces para gran disgusto del compositor.

De los 24 años que Antonina sobrevivió al compositor, 20 de ellos los vivió en un manicomio.

Antes de morir, Antonina escribió los recuerdos de su matrimonio, editado en 1894. El texto muestra a una mujer inocente y poco inteligente pero devota a la memoria de su marido en quien reconocía a un hombre de genio.

Por su parte, Tchaikovsky en su extensa correspondencia con sus hermanos y con su mecenas von Meck, habla de lo molesta que le resultaba la constante habladuría de su esposa y la irritación que le producía su sola presencia. Solo en una carta a su hermana, Aleksandra, reconoce el deseo de Antonina de ser “una buena esposa y amiga. No fue su culpa que yo no fuera lo que buscaba”.

En vida le pasó 100 rublos para que pudiese vivir y cuando el artista muere por fiebre tifoidea (aunque algunas versiones sospechan que fue un suicido por una inminente revelación de su homosexualidad) también le dejó una pensión para mantenerse.

El desequilibrio mental de Antonina evolucionó. Buscó refugio en la religión, pero terminó en un hospicio bajo el diagnóstico de paranoia chronica. Murió de neumonía en 1917 y fue enterrada en San Petersburgo.