En la película "Las confesiones (2016)" un ficticio director del FMI, llamado Daniel Roché invita a un misterioso monje italiano a la cumbre del G8. El monje tiene una austeridad que contrasta con esa reunión repleta de lujo y poder. La primera noche de la cumbre, Roché le pide que lo confiese; a la mañana siguiente, encuentran al director del FMI muerto en su habitación: parece ser un suicidio. Todas las miradas se vuelven entonces sobre el monje, posiblemente la última persona que habló con él.
No voy a revelar el final de la película, pero sí a decir que es una fábula política con una fuerte resonancia en estos días. Empecemos por lo más concreto: Kristalina Georgieva, la flamante y búlgara directora del FMI (esta vez en la vida real), se entrevistó con el Papa Francisco. Lo que hablaron también es un secreto pero se intuye que Georgieva fue buscando un consejo espiritual y volvió con recriminaciones políticas.
Pero la política nos plantea algo más profundo. ¿Debe el monje guardar el secreto de confesión cuando lo que sabe puede cambiar el destino de todo el planeta? O dicho de otra manera, ¿está bien que los políticos negocien siempre a puertas cerradas, sin que sus propios representados sepan lo que están negociando? Hagamos historia de algunos pensamientos que se conocieron del Papa Francisco y pueden darnos alguna clave para entender lo que está hablando con Kristalina, originaria de un país donde el catolicismo es muy importante. En otro tiempo, el Papa aludió a la metáfora del hombre rico para quien las riquezas “son su dios”. Hoy en día, existen también muchas personas hambrientas de bienes materiales, quienes no se preocupan por “los niños hambrientos que no tienen medicamentos, educación o que están abandonados”. Es -para Francisco- una “idolatría” que mata, equivalente a los antiguos sacrificios humanos.
El nuevo acuerdo entre la Argentina y el FMI siguió caminos muy sinuosos. Y no solo debido a la intervención del Papa. Uno, por deformación profesional, tiende a desconfiar de las buenas noticias. En la mayoría de los casos, estas son nada más que una forma de encubrir las malas noticias, para que no sean estas las que ocupen las tapas de los diarios.
Kristalina Georgieva: "La carga de la deuda es trabajo del Gobierno, no del FMI"
En el caso del FMI, Kristalina (un gran nombre para el puesto que ocupa) se ha decidido a lavar viejas culpas con gestos de buena voluntad. Los errores cometidos son muchos y notables. El Fondo le dio una cantidad descomunal de dinero al gobierno de Macri cuando no se esperaba que generará un crecimiento genuino. Quizás hasta se trató de una decisión política, esperando apuntalar al gobierno hasta la reelección y ver después que ocurría.
Con el giro no tan inesperado de los acontecimientos que parecería llevar a Alberto Fernández,a la primera victoria, hizo falta replantear la estrategia y el lugar del Fondo. El objetivo parece ahora generar confianza para que los bonistas acepten una quita al FMI en sí no le interesa particularmente cobrar ahora. El acuerdo, ya casi cerrado le sirve en primer lugar para ocultar la mala praxis cometida en los últimos años, y en segundo lugar también para conducir el rumbo de la economía argentina.
Un aumento de las retenciones y la reforma del sistema previsional están muy calientes a estas horas sobre la mesa de negociación. Las especulaciones se multiplican, pero lo que se hable entre Martín Guzmán y Kristalina Georgieva sigue siendo secreto de confesión.
El Papa Francisco y Alberto Fernández están vinculados ideológicamente con Joseph Stiglitz, el economista de Columbia y ganador del Premio Nobel. Stiglitz y el papa ya han discutido a mediados de 2016 nuevas maneras de pensar la economía y la deuda externa. En aquellas reuniones también estuvo presente quien aún no sospechaba que podría un día ser el Ministro de Economía de la Argentina, Martín Guzmán. De ahí probablemente surgió el libro que escribió con Stiglitz, Too Little, Too Late: The Quest to Resolve Sovereign Debt Crises.
En su nuevo cargo, Guzmán tiene la difícil tarea de hacerles comprender a los temerosos bonistas y financistas sus complicados razonamientos económicos, y convencerlos de que el rumbo tomado por el gobierno de Alberto Fernández es el correcto. Les recordará que estamos en una nueva fase de convergencia y arreglo del país y su relación con el mundo. El objetivo es revivir la economía y renegociar con deuda, sin glotones y con bonistas altruistas como decía Francisco.En el mercado financiero mundial hay una frase que ronda la mayoría de la gente invierte el 95% con los ojos y sólo el 5% con la mente. Casi siempre compran de manera emocional, en vez de hacerlo racionalmente.