La Real Academia define al talento como inteligencia (capacidad de entender) y aptitud (capacidad para el desempeño de algo). Justamente, lo que define si hoy un profesional es adecuado radica tanto en su formación técnica como en la capacidad de entender, percibir, aprender y adaptarse.
El mundo digital, con su economía del conocimiento, nos expone a una paradoja. Por un lado, las empresas no logran detectar, atraer y retener al mejor talento y, por el otro, existe una gran oferta de profesionales muy capaces y con ganas que no pueden encontrar trabajo o acceder a uno más conveniente.
La brecha entre lo que el mercado demanda hoy, la formación y habilidades profesionales del futuro y lo que muchos profesionales han podido desarrollar adecuadamente en su educación formal no solo limita el crecimiento de muchas organizaciones, sino que puede enfrentarlas a su extinción. Este gap ha llevado a empresas, cámaras y gobiernos, a trabajar incansablemente para estimular la formación de perfiles digitales, especialmente programadores, los que poseen gran salida laboral y sueldos más atractivos al que muchos de los que estudiaron largas y tediosas carreras tradicionales podrían acceder.
Entre las iniciativas que han surgido en paralelo al sistema educativo formal, se destaca a los emprendedores de Henry, quienes lograron encontrar un nicho de oportunidad para desarrollar talento “listo para trabajar” con un modelo que rompe con los estándares de formación.
El océano azul de Henry. Mientras los modelos tradicionales tratan de encontrar un camino ágil para dar respuesta a las demandas del mercado, los hermanos Luz y Martín Borchardt desarrollaron la startup Henry con un modelo 100% digital para democratizar el acceso a la educación en carreras tecnológicas, a través de un sistema innovador de financiamiento ya probado en otros países: ofrecen dos carreras cortas, intensas y con rápida inserción laboral a costo inicial cero. Luego, ayudan a los egresados a conseguir trabajo (gracias a los acuerdos que poseen con importantes empresas) y recién les cobran cuando acceden a un empleo, adonde el graduado acuerda devolver el 15% de su salario en 24 cuotas o hasta que se llegue a US$ 4.000 (valor de la formación), lo que ocurra primero.
El modelo realmente transforma la vida de las personas. De los 5.000 alumnos que Henry tiene en Latinoamérica el 60% no cuenta con conocimientos previos de programación, por el contrario, pertenecen a profesiones que distan de la tecnología y que –por falta de oportunidades o por bajos sueldos– estas personas han decidido optar por el reskilling, es decir, transformar completamente su perfil adquiriendo nuevos conocimientos y herramientas en un mercado con alta demanda y altos sueldos adónde van a poder trabajar para cualquier parte del mundo, e incluso cobrar en dólares.
Las estadísticas son contundentes. Según la empresa, más del 90% de los graduados consiguen trabajo en tecnología seis meses después de haberse culminado la formación; el 86% trabaja de manera remota y, atención, en promedio los graduados aumentan 4 veces su salario respecto a sus salarios anteriores como abogados, contadores, diseñadores, entre otras profesiones.
Y cada vez son más las mujeres que se vuelcan a este sector. Según la empresa, el 20% de los estudiantes son mujeres, y el número va en crecimiento.
Inspiración para la transformación. Según la empresa, entre los casos más impactantes se encuentra el de Andrés, de 33 años y padre de 3 hijos que pasó de su trabajo como repartidor para una reconocida aplicación y que, gracias a su reskilling en Henry, hoy trabaja en remoto para una startup de México fundada por dos ex Tesla. Lucía, por su parte, pasó de trabajar como compositora orquestal y productora musical a –en pocos meses– formar parte de Auth0, empresa de gestión de identidad digital que nació en Argentina y que ya ha alcanzado fama mundial.
Lucca trabajaba como diseñador gráfico independiente, y cuando la pandemia le redujo sustancialmente la cartera de clientes, optó por redireccionar su carrera profesional. Actualmente trabaja de forma remota para Silicon Valley y recibe ingresos en dólares seis veces superiores a los que percibía antes de ingresar al programa. Malena tuvo una suerte similar: mientras estudiaba música cinematográfica y producción musical trabajaba en gastronomía, y también había perdido su trabajo con la pandemia. Nunca había escuchado nada sobre programación y asumió el desafío, motivada por el modelo de ingresos compartidos que le aseguraba capacitarse y pagar sólo si conseguía trabajo. Hoy trabaja para Scale AI, otra empresa de Silicon Valley.
Estos testimonios, y muchos otros, son compartidos en el blog de la empresa como forma de inspirar y motivar a quienes aún creen que la programación es difícil o está fuera de su alcance.
Con cambios cada vez más acelerados, profesiones que desaparecen y otras nuevas que surgen, el sistema educativo tradicional no alcanza para dar respuesta en tiempo y forma a la gran demanda actual de talento digital. Nuevos modelos de formación surgen para cubrir las oportunidades que se generan en la nueva dinámica de los negocios, que no han parado de crecer y que ofrecen interesantes posibilidades económicas y de desarrollo a todos los que se animen a dar el paso. Hoy más que nunca, nuestro destino profesional depende en gran medida de nosotros.
*Ingeniero especialista en estrategias, innovación y transformación digital, autor del libro Inspiración Extrema, conferencista.