Pasada la Semana Mundial de la Lactancia Materna, es oportuno hablar acerca de un tema que cobra significancia primordial en la promoción de la salud de los más chicos, como de toda la población. Según la OPS (Organización Panamericana de Salud) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), la lactancia materna es “la forma óptima de alimentar a los bebés, ofreciéndoles los nutrientes que necesitan en el equilibrio adecuado, así como ofreciendo protección contra las enfermedades.”
Por otra parte, la lactancia materna forma parte de los 1000 días claves que van desde la concepción hasta los dos años de vida. Es por esto que la recomendación indica que la lactancia materna sea exclusiva hasta los 6 meses y que es conveniente continuar con la misma aun luego de iniciada la alimentación complementaria hasta por lo menos los dos años. Esto se debe a que la leche materna es el alimento ideal en esos primeros meses, ya sea por su contenido nutricional específico para el momento biológico que está atravesando el/la niño/a, como también por la contribución de esta a su desarrollo, crecimiento, protección y la reducción del riesgo de muerte. Esta práctica también favorece la prevención de enfermedades de la madre.
Lactancia materna: todos somos responsables
Pero entonces: ¿Cómo esos primeros meses pueden determinar las condiciones de salud de la vida adulta de una persona? ¿Y por qué debemos preocuparnos por promover la lactancia materna?
Se ha demostrado que la lactancia materna puede generar disminución del riesgo de padecer obesidad, reducción tanto la diabetes tipo II como la tipo I, reducción del riesgo de leucemias y linfomas en la vida adulta, reducción de contraer celiaquía y reducción la enfermedad inflamatoria intestinal, entre otras. Actualmente, las enfermedades crónicas no transmisibles (como pueden ser cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y enfermedades pulmonares crónicas) son la principal causa de muerte y de discapacidad en el país y el mundo, por lo tanto, hacer foco en la promoción de la salud en los primeros meses de vida es fundamental.
Desde el año 2013 existe la ley nacional 26.873 para la Promoción y Concientización Pública de la Lactancia Materna. Sin embargo, la estadística en los últimos años nos indica que su prevalencia es cada vez menor. Según la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 2) realizada en el 2019, la proporción de lactancia materna exclusiva en menores de 6 meses fue del 43,7%. Se trata de un dato comparativamente menor a la recabada en la Encuesta Nacional de Lactancia Materna, ENaLac 2017 (54%).
Promover esta práctica cobra un papel elemental en la promoción de la salud, tanto de las infancias como de las generaciones futuras. Y esto se debe acompañar con políticas de protección a las maternidades que incluyan la concientización, el acompañamiento y la fomentación, tanto en el ámbito público como privado. Un ejemplo de esto son los “Espacios Amigos de la Lactancia Materna (EALM)” presentes en muchas empresas, que ofrecen las condiciones adecuadas para la extracción, garantizando la continuidad de la lactancia de aquellas madres que deciden continuar con sus trabajos.
Por eso, si queremos ser capaces de que nuestras acciones del presenten garanticen un futuro más saludable, debemos actuar en quienes son dueños de ese futuro. Debemos entender a la salud como un derecho humano básico, promover los buenos hábitos desde las infancias y comprender que un adecuado apoyo al desarrollo infantil temprano puede cambiar el rumbo de las condiciones de salud y la calidad de vida de la sociedad.
Por Candelaria Jaureguiberry, docente de la Lic. en Nutrición de UADE.