OPINIóN
Maternidad

Lactancia: una práctica ancestral que pide corresponsabilidad

Si las ventajas son tan claras y descriptas: ¿Cómo se explican las obstrucciones socioculturales que menoscaban la lactancia?

lactancia
Semana de la lactancia materna. | Unsplash

La Semana de la Lactancia Materna surgió en 1992, por impulso de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el espíritu de concientizar sobre los beneficios indiscutibles que tiene esta práctica ancestral. Se trata de una campaña destinada al despliegue de acciones fuertes, que colaboren con revertir la tendencia al deterioro de esta práctica.

La Lactancia Materna -como concepto- está atravesada por una fuerte incongruencia: el discurso popular y también el académico, la distingue por beneficiosa y enumera, sin fisuras, sus réditos para los bebés y las madres, e incluso para la comunidad y el medioambiente; sin embargo, pocos otros  hábitos humanos se enfrentan a una colección tan robusta de obstáculos. Si las ventajas son las descriptas: ¿Cómo se explican las obstrucciones socioculturales que menoscaban la lactancia?

Es importante señalar que, más allá de la creencia extendida de que la mayoría de los bebés reciben leche materna por amamantamiento, los números demuestran lo contrario.

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Lactancia materna: todos somos responsables

Para ilustrar la idea anterior, es de utilidad recorrer los datos aportados por la última Encuesta anual de Lactancia Materna, llevada adelante por el Ministerio de Salud de la Nación. Esta compilación de datos evidencia que a los dos meses de vida, sólo el 58 porciento recibe lactancia exclusiva y a los seis meses, el 42 porciento. O sea que el diagnóstico de la situación de la lactancia, se distancia con contundencia de la pretensión que expresan -unánimemente- las sociedades científicas: leche humana exclusiva durante el primer semestre de la vida.

 

La obstrucción del ejercicio de amamantar

Entre otras razones que explican la obstrucción del ejercicio de amamantar, el sistema médico preponderante hace estragos. Esta aseveración se justifica si observamos qué sucede en la formación de los profesionales de la salud. Tomando como ejemplo la formación médica ( semillero de futuros pediatras y obstetras), vemos que las facultades de medicina de distintas universidades del país, no cuentan con materias sobre lactancia materna en sus estructuras académicas centrales. La leche humana y la práctica de lactancia  aparece en las currículas de manera tangencial o en formato de asignatura opcional. O sea que el alimento humano soberano, no es prioridad en una carrera como Medicina. Luego de recibidos, los profesionales de la salud (con su mochila escasamente llena, o directamente vacía, de formación sobre lactancia) que optan por especialidades que trabajan con personas gestantes, familias y bebés, se insertan en instituciones donde la posibilidad de transmitir “algo” sobre este tema se torna nula. Para ejemplificar el concepto anterior, sobra con detenernos en la foto de un sistema de salud saturado, que propone consultas pediátricas de 15 a 20 minutos de duración.

En este panorama, las mujeres que logran instalar lactancias contra la corriente médica, pronto encuentran la urgencia (del sistema en el que vivimos!) de reinserción al mercado laboral y, así,  el boicot continúa ad infinitum. Regresar al universo laboral luego de una licencia de maternidad (en caso de pertenecer al grupo reducido de las mujeres más privilegiadas que cuenta con este tipo de derechos!), es presentarse en el escenario de ausencia de lactarios (en cambio presencia de baños para la extracción de leche). Nota aparte para el incumplimiento de la reducción horaria -que corresponde por derecho- para dar la teta. Esta perspectiva indica claramente (y una vez más) que la pretensión de los seis meses de lactancia exclusiva y lactancia en convivencia con alimentación complementaria hasta -por lo menos- los dos años, es un imperativo vacío.

Frente a un sistema médico y laboral que ningunea uno de los procesos más vitales de nuestra especie, cabe analizar si no llegó el momento de correr el adjetivo que acompañó históricamente a la Lactancia. Renombrarla, ya no como “materna” (que la deja en profunda soledad), para facilitarla y enriquecerla, en conjunto con todos los actores sociales que deben involucrarse: “Lactancia en corresponsabilidad”

*Evangelina Cueto, pediatra especialista en Adolescencia, Consultora en Niñez y Salud Integral maternidad y crianza en clave de derechos.