OPINIóN
Vacunas contra el Covid

Las patentes no tienen la culpa

Es cierto que la demanda de vacunas, a nivel mundial, en este momento ha superado la oferta. Pero no ha sido ello consecuencia de la eventual existencia de patentes, sino que obedece a otras causas.

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Vacunas | CEDOC

En los últimos días asistimos a una suerte de ataque contra el sistema de patentes, proponiendo su liberación para así permitir, supuestamente, que haya más vacunas contra el COVID-19, o que la producción de las vacunas existentes sea mayor.

Se trata de una gran falacia que, bajo una pretendida protección de la salud pública, podría poner en grave riesgo a un sistema que ha permitido la investigación y creación de la mayoría de los medicamentos que hoy tenemos al alcance de la mano.

Empecemos por el principio: el fundamento del sistema de patentes es permitir que las empresas arriesguen enormes sumas de dinero en la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos, con la esperanza de que, si logran obtener el medicamento buscado, podrán fabricarlo en exclusividad o autorizar su fabricación a terceros, por un período limitado de tiempo. Así, la sociedad le garantiza al empresario una exclusividad temporal a cambio de que aquél arriesgue su capital en la investigación que lleve a la obtención del nuevo producto.

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Patentes, vacunas y derechos: un problema con muchas propuestas y pocas soluciones

En consecuencia, sin patentes no habría investigación privada. ¿Quién va a invertir los cientos -si no miles- de millones de dólares que se necesitan para poner un nuevo compuesto en el mercado, desde el estado inicial de la investigación hasta la conclusión de los ensayos clínicos, si inmediatamente después cualquier tercero podrá, con mínimo gasto comparado con aquel, copiar el nuevo producto y lanzarlo también al mercado?

Es precisamente ese sistema el que ha permitido que, en cortísimo plazo, varias empresas hayan desarrollado vacunas contra el COVID-19, cada una con una tecnología propia, y que hoy tenemos disponibles.

Biden pidió la liberación de patentes de vacunas contra el Covid-19

Es cierto que la demanda de vacunas, a nivel mundial, en este momento ha superado la oferta. Pero no ha sido ello consecuencia de la eventual existencia de patentes, sino que obedece a otras causas.

En efecto, los medios periodísticos han informado que la demora en la producción se ha debido a situaciones tales como: escasez de insumos (en particular, de viales para envasar las vacunas); falta de materias primas necesarias para la fabricación; en algunos casos, errores en la elaboración (que llevó a la destrucción de 15 millones de dosis); y también problemas de logística.

¿Qué significaría para el mundo la liberación de las patentes de vacunas?

Nada de ello, como es obvio, es atribuible a la existencia de patentes que protejan a estas nuevas vacunas.

Su eventual liberación, en consecuencia, no provocará ningún efecto en la superación de los inconvenientes que han causado la demora. Dentro del propio sistema de patentes están previstos recursos tales como los contratos de licencia, que permiten que el desarrollador autorice a terceros la fabricación del producto patentado mediante el cobro de una remuneración, lo que posibilita una mayor fabricación y distribución del producto patentado. Pero para el caso de las vacunas que nos ocupan, es preciso primero que se solucionen los problemas ya referidos que son los que han motivado las demoras y la escasez.

Los ataques al sistema de patentes para los medicamentos no son nuevos. Pero es preciso no engañarse: pese a hacerse bajo la invocación del derecho a la salud, o de razones de salud pública, lo que en realidad hay detrás son motivos meramente económicos: se trata de un poderoso lobby de empresas que pretende continuar ganando sumas importantes de dinero usufructuando el esfuerzo ajeno, el esfuerzo de quienes arriesgan su capital en investigación y desarrollo.

Patentes: empresas estatales o privadas

Sin el sistema de patentes, no habría incentivos para la investigación, y no tendríamos hoy la cura que disponemos para muchas enfermedades. En este punto, es importante ser prudentes y no caer en la trampa de slogans fáciles, que puedan poner en riesgo una herramienta, que ya ha probado ser de importante utilidad. 

Claro que la salud pública es una cuestión de máxima trascendencia para la humanidad y los Estados, máxime en este contexto de pandemia, pero evitemos caer en el facilismo de la dicotomía: industria farmacéutica y patentes vs. salud pública.

En su lugar, busquemos la forma en que el sistema mejore permitiendo que los laboratorios sigan investigando e innovando, a fin de poder seguir contando, en el futuro, con nuevos medicamentos novedosos para atender a la salud de la población.

 

* Miguel Armando. Abogado. Socio en Noetinger & Armando Abogados.