OPINIóN
Debate vigente

Patentes: empresas estatales o privadas

La discusión sobre la liberación de las patentes amenaza convertirse en un conflicto con connotaciones ideológicas.

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vacunas y de gente mayor vacunandos | AGENCIA NA Y CEDOC

La disputa sobre la liberación de las patentes retoma la discusión de los años noventa cuando los países en desarrollo aceptaron la incorporación de la protección en los Acuerdos de la Ronda Uruguay a cambio de  concesiones de Europa y Estados Unidos en acceso a mercado que después quedaron incumplidas porque nunca accedieron a reabrir esos capítulos, y en especial el de agricultura. Las argumentaciones en contra de TRIPS para medicamentos fueron similares a las que se formulan ahora sobre las vacunas para el COVID. Entre ellas se puede mencionar la consideración de la salud como un sector especial, el papel de los subsidios y la avidez de las empresas farmacéuticas.    

La teoría sostiene que las patentes estimulan la innovación y las inversiones en el sector privado. Las drogas farmacéuticas tienen un plazo de protección de 20 años durante los cuales los laboratorios ejercen el monopolio cuando son únicas para fijar los precios. Cuando  pasan al dominio público son replicados como genéricos. Las empresas estatales constituirían una excepción a esa regla por su dependencia del poder político. Los ejemplos serían la vacuna Sputnik V  del Instituto Gamaleya; Sinopharm de China Pharmaceutical Group y Sinovac de Sinovac Biotech Ltd.  

Pfizer, BioNTech y Angela Merkel defienden las patentes de las vacunas

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Las vacunas Pfizer, Moderna, Janssen,  Astrazeneca y Curevac pertenecen a empresas privadas, tres en los Estados Unidos, una en el Reino Unido y otra en Alemania. Las dos primeras y Curevac utilizan la tecnología nueva ARNm que es el resultado de  décadas de investigación y que podrían utilizarse en el desarrollo de otras vacunas. Si bien el Ministro Gollan cuestiona la eficacia de esa tecnología por su incapacidad de enfrentar las mutaciones prefiriendo las tradicionales de virus atenuado, el reclamo de liberación de patentes pareciera dirigirse sólo a Estados Unidos y Alemania. Rusia, China e India no deberían tener problemas para facilitar  sus tecnologías porque al ser  los promotores de la iniciativa en la OMC deberían dar el ejemplo  sin esperar el resultado de las negociaciones con  Estados Unidos y Europa.

Jeffrey Sachs plantea que convertir la transferencia de tecnología en una cuestión geopolítica con el argumento de evitar que China y Rusia se apropien de conocimientos para producir las vacunas basadas en ARNm es no solo inmoral sino también homicida. La presión puesta sobre las empresas de los Estados Unidos mientras existe la posibilidad de avanzar con vacuna como Sputnik V, Sinopharm,  Sinovac, Coveshield (India) o la futura Soberana (Cuba) en vez de dilucidar las dudas confirmaría el interés real  de obtener la cesión de esta tecnología porque  contrario a lo afirmado por el Ministro Daniel Gollán, esas vacunas serían más confiables en el largo plazo.

La discusión sobre la liberación de las patentes recién comienza pero amenaza convertirse en un conflicto con connotaciones ideológicas que excede los principios altruistas del proyecto inicial.   

Pfizer afirmó que los 1950 millones concedidos por el Gobierno de Estados Unidos no fueron una donación sino  un anticipo por compras de vacunas. Moderna recibió 1000 millones para investigación y 1525 millones por compras;  Johnson&Johnson 456 y 1000 respectivamente. El Gobierno alemán adjudicó a Curevac 299 millones. No es difícil pensar que los contratos firmados entre empresas y gobiernos contengan cláusulas sobre supervisión, precios y cantidades  para evitar un uso indebido del financiamiento público. El mosaico de vacunas disponibles también elimina el riesgo de un precio monopólico al presentar múltiples opciones; la Argentina constituye un ejemplo al negociar en simultáneo la producción de Astrazeneca, Sputnik, Sinopharm, Soberana y Brilife (israelí).

El planteo de la liberación de las patentes conlleva un cuestionamiento del sistema de propiedad privada de las empresas farmacéutica no solo para esta coyuntura sino también para el futuro. Si la propiedad intelectual debe convertirse en un bien común como sugiere Jeffrey Sachs las empresas de este sector y quizás de otros deberían transformarse en estatales para evitar la  apropiación privada  de los beneficios siguiendo el modelo de  Rusia, China y Cuba. La discusión sobre la liberación de las patentes recién comienza pero amenaza convertirse en un conflicto con connotaciones ideológicas que excede los principios altruistas del proyecto inicial.