Lo que para los chicos llamamos “magia”, en realidad es, en el mundo adulto, mejor llamado prestidigitación. La magia de Papá Noel, por ejemplo, sabemos que es prestidigitación adulta. Salvo que sea en un circo o en algún espectáculo infantil, los shows de magia se llaman shows de prestidigitación. La palabra “prestidigitador” viene del francés y en su etimología significa “dedos ágiles” pero lo cierto es que cualquier que conozca bien a un mago, sabemos que más que los dedos, la agilidad radica en su lengua y en el show de distracción que monta para que no veamos los engaños que hace delante de nuestros ojos. De hecho en Argentina, cuando asistimos y pagamos involuntariamente un show de prestidigitación; decimos que “nos hicieron el cuento”.
Cristina nos dice que ella no hace magia porque se ve que nos reconoce cierta madurez, pero (como dice Cruz en el Martín Fierro) es como el tero que en un lado pega los gritos y en otro lado pone los huevos. En uno de sus pases mágicos trató de distraernos con su encendida alocución de descargo post sentencia. No habría que ver tanto lo que dice respecto de su futuro político hasta que se empiecen a definir las candidaturas hacia mediados del año próximo. No sería imposible que esta búsqueda de sorpresa, sea simplemente el comienzo de un camino más largo para lograr un operativo clamor o una elegante salida hacia alguna candidatura menor.
Por el momento Cristina copiando a su contrincante Mauricio decide guardarse para poder observar desde la comodidad de ya haber dicho no ser candidata. La posición de ofenderse por la condena y “castigarnos” con su no candidatura le permite no enfrentar la inminente derrota de su espacio en las próximas elecciones, lo que sigue en la línea de no hacerse cargo del gobierno del que forma parte. Esto además le permite primero dar un paso al costado, luego contar nuevamente sus números, analizar para qué le alcanzan; y por último alberga la esperanza de posicionarse en ese lugar épico de insurgente perseguida que alguna vez le sirvió para recuperar parte de su caudal de votos.
Los políticos siempre intentan capitalizar lo que les sucede, pero el kirchnerismo es especialmente insistente en no querer callar ni siquiera en la más clara derrota. Ahora usan esta situación para arrastrar a Alberto Fernández a perder el aura institucionalista que él imagina poseer por citar a Alfonsín o haber hablado amablemente con la oposición durante muchos años. Alberto que con esto no pierde mucho porque poco tiene que perder quien nada tiene, se ve obligado a plegarse a una reivindicación en contra de la justicia que al kirchnerismo no le alcanzará nunca y al resto de los votantes dejará bastante enojados.
La oposición por ahora no pudo dar muchos signos de cómo contestará a esta situación aunque en líneas generales parece que va a seguir por el lado que tenía pensado , hacer hincapié en la corrupción de Cristina y en que no debería presentarse a elecciones. El oficialismo denunciará a la justicia y le dará la razón a Cristina respecto de no presentarse; su núcleo duro porque tiene fe ciega en su palabra, y sus asociados en el frente porque piensan que con eso se les allana el camino.
Los votantes mientras tanto deberían decirle a Cristina que se anime y se presente para ser presidenta, no senadora, una vez más así puede demostrarnos a todos lo que tanto declamó ayer (y durante tantos años) respecto de su legitimidad en el voto popular. Esa es la mejor defensa ante las palabras de distracción de la maga CFK que mientras declama popularidad, persecución y lucha contra el poder; en un pase de manos intenta ocultar en una manga la inminente derrota que sufriría en 2023 y en la otra las causas de esa derrota que son de un país complicado que está a la vista pese a los cuentos de ella y sus partidarios que intentan distraernos.
“Las palabras van al corazón, cuando han salido del corazón” -Rabindranath Tagore