OPINIóN
Análisis

La necesidad de una nueva OMS en tiempos del coronavirus

Un tiempo de crisis, debería ser visto como una oportunidad para refundar un instrumento valioso como podría ser una OMS acorde a los tiempos que se viven.

Tedros Adhanom, titular de la OMS.
Tedros Adhanom, titular de la OMS. | AFP

La mayor sorpresa que tuve cuando en 2003 regresé de mi beca y primera experiencia en Ginebra dentro de OMS, fue la brecha entre imagen que la institución representaba entre mis colegas y la realidad que había podido ver puertas adentro. Por eso hoy, comprender la razón de porque el presidente Trump arremetió hace días contra la OMS cancelando su financiamiento, puede hacernos caer en una simplicidad peligrosa a la hora de comprender las razones de una decisión política que en medio de una pandemia se torna grosera, desmedida e incomprensible, pero que tiene sus razones de ser.

No es nuevo que la OMS, el brazo especializado de las Naciones Unidas en salud, se encuentra bajo escrutinio por una pérdida de visión y prestigio creciente, parte de ello por conflictos de interés que a veces más que percibidos son reales. Pero para entender mejor la situación a la que se llegó, es necesario entender la arquitectura de la salud global actual, donde OMS ya no es la agencia hegemónica en esta área, donde un financiamiento paupérrimo amenaza sus operaciones y programas lo que ha llevado a su pérdida de capacidad técnica. Vamos por partes.

En la arena actual existen instituciones nacionales como el Centro de Prevención y Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) o de China, agencias especializadas como el Fondo Global de Lucha contra la Tuberculosis, Malaria y SIDA o la Alianza de vacunas GAVI, otras de financiamiento privado como la Fundación Bill y Melinda Gates, instituciones subregionales como la Agencia de Salud Pública del Caribe – CARPHA – o las tradicionales multilaterales como la Comunidad de Fomento Andino o el Banco Mundial. Todas ellas con sus especialistas en salud, la mayoría con tiempos administrativos más rápidos y por supuesto casi todas con mejor financiación.

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Los problemas de fondos de OMS son crónicos, de décadas diría, y su origen está en sus mandatos, pero también en su falta de visión y posicionamiento estratégico. La Organización tiene, a grandes rasgos, un financiamiento mixto. Por un lado, cada uno de los 194 Estados Miembros pagan una cuota anual ya acordada. Por el otro, el resto del presupuesto proviene de las llamadas contribuciones voluntarias. Fue el caso de la gran donación de la Fundación Gates hace unos años que fue noticia mundial. De lo que no se habló en ese momento, era que esa contribución - como la mayoría de las contribuciones voluntarias - son condicionadas a usarse donde el donante indica, en este caso África. El problema, es que la proporción de este tipo de financiamiento viene en aumento desde 1988 respecto de las cuotas de país, durante el periodo 2017 – 2018 fue del 80% del presupuesto total de la OMS, que en ese año fue de 2.200 millones de dólares. Este presupuesto equivale al 30% del presupuesto anual del CDC, el 4% de las ganancias anuales de un laboratorio como Pfizer o el 10% de lo que gasta en publicidad la industria farmacéutica. El desbalance en cómo se financia OMS, es tan significativo que la Fundación Gates aporta cerca del 10% de su presupuesto y los Estados Unidos 15%. Curiosamente a lo que se podría pensar, la OMS recibió más dinero de la administración Trump que de la del Presidente Obama según Forbes.

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Otro aspecto relevante es la limitada capacidad técnica de la OMS. Primero porque no tiene para pagar a los mejores cuadros técnicos que encuentran mejores horizontes en otras agencias, organismos o el sector privado. Segundo y quizá más importante, es porque la poca capacidad operacional debe armonizarse con el mandato político que otorgan sus Estados Miembros y donde la diplomacia global en salud le quita peso y decisión a una salud más instrumental. Sin duda alguna, las razones previas han ayudado a socavar la reputación de la OMS, sin embargo, algunos errores forzados de liderazgo fueron quizás más determinantes para llegar a lo que vivimos hoy en día.

La última elección de Director General, que otorgó al Dr. Tedros su posición actual fue una lucha entre el establishment internacional que promovía al inglés David Nabarro apoyado por los grandes países, frente al Dr. Tedros que se erigió como potencial primer DG de África y que estaba apoyado por muchos de los pequeños países del mundo. Pero en Naciones Unidas ya se sabe, la ley de “un país, un voto” prevaleció y coronó al Dr. Tedros de Etiopía como actual DG mientras se encargó de recordarle a los más poderosos que la balanza se inclina muchas veces hacia el lado insospechado si los más débiles se organizan.

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Así a simple vista, se podría adivinar que la gestión del Dr. Tedros estaría bajo la lupa y detalladamente escudriñada. De hecho, a poco de su elección, algunas denuncias sobre su pasada gestión en Etiopía como Ministro comenzaron a circular, aunque a poco fueron acalladas. Pero esto, no evitó que el capital político del Dr. Tedros comenzara a escaparse como agua entre las manos poco de asumir. Fue cuando en Montevideo durante el marco de una reunión regional, el otrora dictador de Zimbabwe, Robert Mugabe, fue nombrado Embajador Global para África de la OMS. ¿Acaso la OMS no tiene una unidad de inteligencia que debería haber prevenido de este acto que obligó a una disculpa internacional y dar marcha atrás?
La inteligencia es una propiedad que no solo atañe a las personas, también es o debería ser una competencia de las instituciones. Especialmente aquellas de incidencia global. La inteligencia institucional, permite entre otras cuestiones, anticipar escenarios. Estos principios básicos, pero no por ello universales, deberían ser motivo de reflexión en la OMS. En especial cuando parece ser que se obviaron cuestiones tan básicas como:
Durante 2019 se hicieron públicas las relaciones entre OMS y la consultora McKinsey. Además de McKinsey, la OMS confirmó que han trabajado con otras cinco consultoras durante la transformación: BCG, Deloitte, Preva Group, Seek Development y, más recientemente, Delivery Associates, que tiene un contrato de varios años por valor de $ 3.85 millones. La mayor parte de ello pagado por la Fundación Gates.

Llamó la atención el encuentro con el líder chino Xi Jinping del Dr. Tedros. Demasiado condescendiente a la vista del mundo, algo que no pasó desapercibido en Washington DC, cuando ya circulaban acusaciones de una OMS asociada a China, entre ellos por el Premio Nobel Ai Weiwei que ya hacía circular por el mundo una petición de firmas pidiendo la renuncia del Dr. Tedros.

Esto hay que sumarle la negativa a escuchar las recomendaciones de la Premier de Taiwán, Tsai Ing-Wen que envió correos alertado de la situación en el mes de diciembre, o la demora en la Declaración de Emergencia Global el 23 de enero que seguramente facilitó que el número de infectados aumentara más de diez veces en los siguientes cinco días.

Como se ve razones no le faltan al Presidente Trump, en especial en un año electoral donde cada día se le abren más frentes internos de la mano de sus asesores, los gobernadores o la misma opinión pública. Lo del Donald Trump es brutal, pero convengamos que se lo pusieron en bandeja. Un tiempo de crisis, debería ser visto como una oportunidad para refundar un instrumento valioso como podría ser una OMS acorde a los tiempos que se viven. Esto lo saben bien los chinos donde crisis se escribe igual que oportunidad. Ojalá el Dr. Tedros lo sepa.

(*) Profesor Titular de Medicina, Universidad Nacional de Mar del Plata. Su último libro es "La segunda mitad".