OPINIóN
Salud

Presbiacusia: qué es, quiénes la padecen y cómo puede tratarse

La pérdida auditiva bilateral simétrica causada por los cambios degenerativos de la edad, se caracteriza por una disminución de la sensibilidad auditiva y de la inteligibilidad del habla.

Presbiacusia
Presbiacusia | Alexandra_Koch / Pixabay.

Definida como una pérdida auditiva bilateral simétrica causada por los cambios degenerativos de la edad, se caracteriza por una disminución de la sensibilidad auditiva y de la inteligibilidad del habla. Afecta cada vez a más personas en todo el mundo, limitando su vida cotidiana y su conexión social y familiar. Ante el aumento de la expectativa de vida, es fundamental detectarla y tratarla a tiempo.

Es una de las principales causas de discapacidad sensorial que afecta la interacción familiar y social, limitando la capacidad para comunicarse y, por consecuencia, generado aislamiento y pérdida de la autonomía y contribuyendo al desarrollo de la ansiedad, depresión y deterioro cognitivo.

La presbiacusia es un diagnóstico de exclusión que no debe ser utilizado hasta que otras posibles causas de pérdida auditiva han sido evaluadas y descartadas. Algunos factores que contribuyen a su desarrollo son: trastornos genéticos, hipertensión, diabetes y enfermedades metabólicas, entre otros.

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Durante el envejecimiento, la pérdida de audición es considerada como uno de los problemas de salud pública más importante por su impacto sobre el bienestar físico, emocional y social de la persona, disminuyendo de manera notable la calidad de vida de quien la padece. Esto se debe a que un déficit auditivo no sólo afecta la percepción y la comprensión del habla, sino que también condiciona el nivel de participación social. Esto último se manifiesta en una tendencia a la depresión, a la disminución de la autoestima, al aislamiento social y al aumento significativo del estrés familiar, hechos que también son observables en personas con cierto grado de demencia.

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Muy posiblemente,  las dificultades en la comunicación observadas en las personas adultas mayores no sólo se deben a alteraciones en la función auditiva periférica sino, también, a un deterioro de las habilidades cognitivas y de las funciones auditivas centrales.

En números                                                                                                          

La hipoacusia es un problema significativo para las personas mayores: es el tercer problema crónico más importante durante el envejecimiento, después de la hipertensión y de la artritis (Haber, 1994). Tanto la incidencia como su prevalencia van en aumento con la edad. Así, se admite que en los países desarrollados el porcentaje depersonas de entre 65 a 75 años con pérdida superior a los 30 dB HL oscila entre un 15 a un 25%, y entre un 27 a un 44% en personas mayores de 75 años (Niklaus, Hanebuth y Probst, 2011).

Históricamente, al hablar de la presbiacusia se hacía referencia a las dificultades para la percepción y la comprensión del habla debidas a problemas auditivos que presentaban las personas mayores. A partir de un primer informe elaborado por el “Committee on Hearing, Bioacoustics and Biomechanic”, en 1988, comenzó a tomar cada vez más fuerza la idea de que las limitaciones para la vida diaria, generadas inicialmente por la pérdida auditiva en personas mayores, estaban muy condicionadas por la irrupción de los problemas de tipo cognitivo propios también del envejecimiento

En este siglo han surgido más evidencias acerca de la interacción entre la hipoacusia y el deterioro cognitivo derivado del envejecimiento. El interés sobre esta temática ha dado lugar a un campo emergente de investigación interdisciplinaria sobre las relaciones entre la audición periférica, el procesamiento auditivo central  y el procesamiento cognitivo

Las personas mayores afectadas de pérdida auditiva experimentan, en primer lugar, dificultades para entender con normalidad el habla de su interlocutor, especialmente en entornos ruidosos, en una emisión de habla excesivamente rápida o con diferentes interlocutores al mismo tiempo. Con la senectud aparecen toda una serie de cambios de orden anatómico, fisiológico y neuroquímico, que contribuyen a un progresivo deterioro de las funciones superiores y, obviamente, dificultan la comprensión del lenguaje, aunque la intensidad sonora sea suficientemente elevada.

Algunos procesos mentales vinculados con el lenguaje oral y relacionados con la audición central probablemente también se afecten.

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Estos procesos de deterioro se caracterizan por la ralentización en la velocidad de procesamiento de la información perceptiva registrada en la dificultad para almacenar temporalmente la información acústica mientras se procesa su significado o se espera información adicional, y en la utilización de los conocimientos fonéticos, lingüísticos y las señales del contexto. De este modo, el deterioro cognitivo también altera la percepción y el procesamiento de la información acústica transmitida a través del habla.

Diversos estudios han encontrado una estrecha relación entre la presbiacusia y la presencia de cierto grado de deterioro cognitivo. Pouchain, Dupuy et al. (2007), tras realizar un estudio con 319 personas mayores de 75 años, atendidas en diversos geriátricos, concluyen que entre la población que presenta pérdida auditiva existe un riesgo 2,48 veces mayor de padecer trastorno cognitivo que entre la población geriátrica que no la padece. Por su parte, Lin et al. (2011) señalan cómo los sujetos que presentan deterioro auditivo leve (DAL), deterioro auditivo moderado (DAM) y deterioro auditivo severo (DAS) tienen respectivamente 2, 3 y 5 veces más posibilidades de presentar una demencia.

¿Cuándo y a quiénes afecta?

No existen datos precisos de la incidencia. Sin embargo, según las estimaciones de las Naciones Unidas en 1980 había alrededor de 260 millones de personas mayores de 65 años, que representaban el 5.8 de la población mundial. Varias encuestas y estudios en gran escala que midieron los umbrales liminales auditivos en distintos segmentos de la población de Estados Unidos (Centro Nacional de Estadísticas de Salud 1965), demuestran que el compromiso auditivo aumenta a medida que aumenta la edad para todas las frecuencias exploradas, pero en mayor medida para las agudas.

Internacionalmente, la incidencia de hipoacusia varía entre las diferentes sociedades, desde sociedades primitivas hasta poblaciones altamente industrializadas. No se conoce que existan diferencias de la incidencia en relación con la raza y el sexo y, la principal causa, es la edad (47.9%).  

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En febrero del 2013 en Ginebra, con motivo del Día Internacional de la Audición, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que más de 360 millones de personas padecen pérdida auditiva discapacitante. Se estima que alrededor de 25 millones de norteamericanos tienen una pérdida auditiva significativa. Más de 2.2 millones de adultos mayores de 70 años padecen de discapacidad auditiva en los Estados Unidos, siendo la hipoacusia una de las más frecuentes entre las enfermedades crónico-degenerativas, ocupando el 3er lugar.

Sin embargo, un informe de 2003 del Centro de enfermedades de Estados Unidos considera a la presbiacusia como la segunda enfermedad más común junto con la artritis en las personas de la tercera edad.

Según datos del Estudio sobre Audición de la Población Argentina, más del 55% de la población argentina no tiene el hábito de realizarse controles de audición, así como también más del 46,5% de los encuestados de más de 50 años reconocieron que les ha empeorado su audición con la edad.

El diagnóstico, la clave

Ante la determinación médica de que el paciente padece presbiacusia (“escucha pero no entiende lo que le dicen”, especialmente en ambientes ruidosos o cuando varias personas hablan de modo simultáneo, en general es bilateral y lentamente progresiva), es fundamental actuar sin pérdida de tiempo. El deterioro progresivo de la audición de estos pacientes sin tratamiento termina por aislarlos socialmente lo que conlleva a la depresión y a una deficiente calidad de vida.

Las opciones de tratamiento pueden ser:

Protésico. En la actualidad se dispone de auxiliares auditivos u audio prótesis que pueden ofrecer resultados funcionales adecuados con audífonos digitales, ya que el procesamiento digital de la señal permite manipular sus características (eliminar ruido, limitar ganancias, comprimir frecuencias, seleccionar ambientes, etc.), proporcionando al paciente la capacidad de oír nuevamente en cualquier ambiente sin molestias. En los casos que así se requiera y previa evaluación por el equipo de implante coclear institucional, se puede utilizar este tipo de dispositivo.

Quirúrgico. Si reúne las condiciones de hipoacusia severa a profunda, el implante coclear es una opción.

Si bien se reconoce que el deterioro cognitivo puede ser la resultante de diversos factores, existe una fuerte vinculación con el deterioro auditivo. Al mismo tiempo, si bien la edad se muestra como una variable influyente a considerar, el grado de pérdida auditiva aparece como más determinante en relación al grado de deterioro cognitivo registrado.

Por eso, es fundamental prestar mayor atención a la pérdida auditiva en las personas mayores, siendo importante establecer sistemas de detección de la alteración que faciliten un adecuado diagnóstico y una intervención terapéutica, protésica y de rehabilitación precoz. De este modo, probablemente, se podrían retardar los efectos del deterioro cognitivo asociado a la pérdida auditiva, mejorando la calidad de vida del adulto mayor y, consecuentemente, de su entorno familiar.

* Jefe del Sector Otología e Implantes Cocleares del Hospital de Clínicas “José de San Martín”.

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 º Con entrada libre y gratuita, se realizará una jornada especialmente dedicada a la hipoacusia y los beneficios de las nuevas soluciones auditivas. Habrá charlas de difusión médica especialmente enfocadas al impacto que la pérdida auditiva genera en los adultos mayores, el marco legal para conocer tus derechos y la importancia del proceso de rehabilitación. Informaciòn en www.jornadasaludauditiva.com º