OPINIóN
Psicología

Intoxicación mental, otra de las secuelas del Covid

La saturación es tan grande que no hay psiquismo que aguante, que salga indemne de la frecuencia permanente del coronavirus invadiendo todas las áreas de la vida cotidiana.

Efectos de la Pandemia: depresión, ansiedad y estrés post traumático
Efectos de la Pandemia: depresión, ansiedad y estrés post traumático | cedoc

El campo mental está resentido. La saturación es tan grande que no hay psiquismo que aguante, que salga indemne de la frecuencia permanente del coronavirus invadiendo todas las áreas de la vida cotidiana.

Hay quienes padecían alguna enfermedad psíquica y como consecuencia de la pandemia empeoró su cuadro preexistente. Pero una gran mayoría de la población mundial desencadenó nuevos síntomas, malestares propios por el hecho mismo de vivir en medio de una crisis sanitaria inédita y tener que sostener medidas restrictivas para no enfermar y morir.

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A más de un año de iniciada la pandemia, con extensas cuarentenas, medidas de cuidados, nuevas olas y diversas cepas, ya no hay ser humano que no esté habitado, y trastocada su vida, por la presencia del coronavirus. A esta altura de los acontecimientos, quien no enfermó seguramente sufrió por contagios y muertes cercanas, conocidas. Y aunque el cuerpo puede zafar, no contagiarse de Covid-19, la mente ya está intoxicada.

No hay quien se haya salvado de la toxicidad mental de vivir en un presente donde el tema central es la enfermedad y la muerte. Aprendimos a cuidarnos, o al menos sabemos cómo evitar el contagio. La distancia social, el barbijo y la limpieza son nuestros mejores aliados para luchar contra el coronavirus. Pero urge incorporar profilaxis cerebrales, medidas psicológicas, defensas emocionales para no seguir lastimando la salud mental con este gran esfuerzo por no enfermar y por sostener esta readaptación obligada de nuestras rutinas. Desde que se propagó la peste vivimos una crisis existencial. No es sin consecuencias la pérdida de identidad por las alteraciones en los modos de ser y de estar. No somos quienes éramos ni el mundo es igual. Y esta transformación singular, social y planetaria genera una conmoción en cada subjetividad.

 

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Intoxicación mental: una gran mayoría de la población mundial desencadenó nuevos síntomas, malestares propios por el hecho mismo de vivir en medio de una crisis sanitaria inédita.

 

Parafraseando al gran Catulo Castillo, el ser humano está desorientado y no sabe que trole tiene que tomar para seguir. Si bien el presente es determinante y preservar la vida es lo fundamental, constituimos nuestra identidad a través de proyectos de vida, deseos, metas que nos invitan a seguir, a diseñar un mañana. Y ante la vivencia de un futuro tan incierto, y los miedos concomitantes, se ven obstaculizados todos los proyectos de vida. Esta desorientación es la principal causa del vacío existencial y del malestar emocional de los seres humanos. El virus habita en nuestro campo mental y contamina todo pensar y todo hacer. Y esa toxicidad es la principal causa de la exacerbación de síntomas psicológicos como el miedo, la tristeza, la angustia y la ansiedad, y de posibles cuadros psicopatológicos como la depresión.

¿Cómo desintoxicar nuestra mente? Un punto fundamental es derrocar las ideas tremendistas, negativas, apocalípticas, del fin de todo. Anteponer la idea de “por ahora”, y preguntarnos el “para qué”. Por ahora estamos en pandemia, es así, es la realidad que hay que transitar pero que en algún momento pasará como pasaron otras pestes en la historia de la humanidad. Y preguntarnos para qué puedo aprovechar de este tiempo signado por el coronavirus, qué aprendizaje, qué cambio puedo operar en mi vida. De la obligación a vivir de otro modo, impuesta por la pandemia y las medidas de protección, rearmar desde el deseo más genuino una “nueva normalidad”. 

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En esta pandemia se desnudaron un sinfín de injusticias sociales y de malestares emocionales encubiertos por el ajetreo cotidiano. ¿Podemos vivir mejor? La pandemia es un drama mundial, no hay dudas, pero también puede ser una experiencia vital, un túnel que nos conduzca a la conciencia de una nueva conexión personal, social y planetaria. No sé si es un aviso y que si no cambiamos vendrán tiempos peores. Pero creo que sí deberíamos tomarlo como una advertencia y una posibilidad para desintoxicarnos de un formato que puso más en crisis el bienestar y la salud integral de nuestras vidas.

 

Pablo Melicchio. Psicólogo (UBA). Escritor.