El 6 de febrero fue el aniversario de la primera muerte conocida atribuida al covid-19 en Estados Unidos, y los días siguientes recordarán que han pasado 12 meses desde que comenzaron las cuarentenas en las ciudades.
El ánimo general ha cambiado considerablemente desde marzo pasado: las tasas de contagio, el nivel de hospitalización y las muertes están disminuyendo en muchos países; las vacunas se están aprobando y aplicando; y los expertos sugieren que hay razones para tener esperanzas de cara al verano. Pero no hay una vacuna que pueda borrar los efectos del aislamiento social, el dolor y la ansiedad que el año pasado generó.
Según una encuesta de la Asociación Americana de Psiquiatría de octubre de 2020, 62% de los estadounidenses se sienten más ansiosos que en ese momento del año previo, casi el doble de la tasa del año anterior. Las muertes por sobredosis de drogas alcanzaron 81.0000 de mayo de 2019 a mayo de 2020, un nuevo máximo de 12 meses.
“Estos últimos 12 meses, ahora más de 12 meses, han sido agotadores”, dijo Kimberlyn Leary, vicepresidenta sénior del Urban Institute y profesora asociada de psicología en la Facultad de Medicina de Harvard, en la conferencia CityLab 2021, organizada por Bloomberg Philanthropies y Aspen Institute.
Los jóvenes y los adolescentes están viviendo algunas de las peores formas de angustia psicológica, indican estudios recientes. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 30% más de personas entre 12 y 17 años fueron ingresadas en departamentos de emergencia de hospitales por problemas de salud mental entre abril y octubre de 2020 que ese mismo período en 2019.
Parte del problema podría ser que muchos extrañan los aspectos “psicológicamente nutritivos” de ir a la escuela, dijo Leary, que incluye tiempo con sus compañeros y con adultos que no son sus padres. En casa, sienten el estrés de sus padres y eso agrava su propio estrés.
“Las condiciones de la pandemia crean distancia emocional, no solo social y física”, dijo Leary. “Eso puede dificultar que los adultos sepan cuándo está sucediendo algo”.
Infraestructura social
A nivel mundial, en la última década, el porcentaje de personas que sienten preocupación a diario ha aumentado de 30% a 40%, dijo Jan-Emmanuel De Neve, director del Centro de investigación de bienestar de la Universidad de Oxford —autor del análisis World Happiness Report (informe sobre felicidad mundial). Los resultados detallados de la encuesta del año pasado, que revelan el efecto de la pandemia en la satisfacción de las personas con su vida, serán publicados el 20 de marzo.
“Hay diferencias de un país a otro”, dijo De Neve. “Si uno se enfoca en EE.UU., se evidencia que el aumento [de preocupación] está por las nubes”. Pero las personas también han mostrado “una increíble resistencia”.
Las fuentes de bienestar que los investigadores identificaron implican lazos sociales: tener un amigo en quien confiar estaba más fuertemente asociado con el bienestar que con el nivel de ingresos. El compañerismo también puede ayudar a las personas a lidiar con otros factores estresantes. “Si uno ya estaba solo y de repente perdió su empleo, el impacto es dos veces mayor”, dijo De Neve.
Ministro de la Soledad
A menudo, los problemas de salud mental se manifiestan a puerta cerrada, como el abuso doméstico, las autolesiones, la dependencia de sustancias o el sufrimiento en silencio. Pero también hay ramificaciones públicas y un apetito por intervenciones públicas para aumentar el acceso a los recursos de salud mental y abordar las causas profundas.
El Reino Unido creó un cargo de ministro de la Soledad en 2018, como parte de un programa para abordar los efectos del aislamiento social, particularmente en los residentes mayores de 60 años, de los cuales medio millón informó que solo hablaba con personas una vez al mes o menos. Este año, Japón hizo lo mismo, citando el fuerte aumento de suicidios del país, que cobró más vidas en octubre que el coronavirus hasta ese momento. Ciudades como San Francisco tienen líneas directas para ofrecer apoyo a los residentes mayores.
“A medida que las ciudades deben pensar en la recuperación, creo que será crucial que reconozcan que la salud mental y la salud del comportamiento no son algo aparte como la tratamos tradicionalmente”, dijo Leary. “Es algo que tiene que ser parte de la recuperación económica inclusiva”.
Los alcaldes pueden comenzar el proceso conociendo qué recursos ya existen, tanto para la atención preventiva como para la de emergencia, lo que puede indicar que la salud mental es una prioridad para la ciudad, dijo Leary. También tienen el poder de desestigmatizar las preocupaciones de salud mental, hablando abiertamente sobre este tema que puede llegar a ser tabú entre las comunidades.
Pero el objetivo más amplio de fortalecer un sistema local de salud mental es intervenir antes de que alguien llegue a un punto de crisis. “Tenemos que invertir en humanos. Tenemos que invertir en vivienda. Tenemos que invertir en atención médica, en servicios sociales. Una vez que lo hagamos, eso terminará siendo económico, porque evita el tipo de situación de crisis que con frecuencia puede ser costosa”, dijo Hecht. “Si esos fondos se pueden invertir por adelantado en la prevención, no solo hay un beneficio económico, sino que también aumenta significativamente las posibilidades de tener una vida más feliz”, dijo Chris Hecht, coordinador ejecutivo de la clínica White Bird, una organización que apoya a comunidades con problemas de salud y comportamiento.
HV