Argentina da tímidas señales de recuperación después del derrumbe ocasionado por la pandemia de covid-19 en 2020, que agudizó la crisis económica que arrastra el país hace más de década y una situación sanitaria todavía aún más desafiante, que quedará en la memoria de cada uno de los argentinos, con un 2021 signado también por las elecciones de medio término en noviembre.
El 12 de septiembre se realizarán por sexta vez las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), tras su creación en el 2009. Las fuerzas políticas y candidatos que superen la primera instancia competirán, el 14 de noviembre, en las elecciones legislativas generales.
En Diputados se disputan 127 bancas y en el Senado, 24. Más de la mitad de los cargos para la Cámara baja saldrán de cuatro distritos: Buenos Aires (35 diputados), Ciudad de Buenos Aires (13 diputados), Córdoba (9 diputados) y Santa Fe (9 diputados).
La agenda política se ve inmersa en estas elecciones. La dinámica política puso en evidencia las tensiones propias de dos grandes coaliciones: el Frente de Todos y Juntos. Esta elección determinará el próximo congreso y el escenario que se abre a un 2023.
La dinámica política puso en evidencia las tensiones propias de dos grandes coaliciones: el Frente de Todos y Juntos.
Por un lado, el Frente de Todos sabe que el Congreso será la clave para contribuir con los dos años de mandato que le quedan a Alberto Fernández para mejorar la dura realidad económico-social que padecen millones de argentinos. Por el otro, la oposición le tendrá que ofrecer a la ciudadanía algo más que el simple hecho de bloquearle al oficialismo la mayoría absoluta en el parlamento.
El gobierno nacional apuesta al éxito de la vacunación, la cual permitirá reactivar actividades y hacer crecer la economía ofreciendo esperanza a un pueblo cansado y desbordado de incertidumbre. Mientras que la oposición tendrá la difícil tarea de apelar a la creatividad y recuperar a un electorado decepcionado, no solo por la situación actual, sino también por su paso en la gestión anterior.
Un informe de la Fundación Mediterránea advirtió que, en la última década, es decir, entre los años 2011 y 2021, creció en 800.000 la cantidad de personas que se encuentran desocupadas. Además, que lo único que se expandió fue el empleo público, con unos 600 mil puestos adicionales, y el cuentapropismo con un crecimiento de 1,5 millones.
Todo esto sin contar el crecimiento de la inflación, que en el último año lleva acumulado un 51,8%, según el Indec y la suba de precios de los primeros siete meses de 2021 el 29,1%, por lo que superó la proyección de inflación que había planteado el Gobierno para todo el año en el Presupuesto.
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La deuda social, no solo la tiene este gobierno, la tiene también la oposición, la tiene todo el arco político. No caben dudas que la Argentina vive en un constante oleaje, en una suma permanente de crisis. Siendo las principales preocupaciones del electorado, la inflación, el desempleo, la inseguridad y la corrupción, todas ellas ligadas de una manera u otra a la economía. Y serán estás las cartas que se jugarán en las PASO, con vistas a las presidenciales del 2023.
Ya no alcanzan las promesas de campañas, importan los hechos. Ya no alcanza el echarse culpas, importa la responsabilidad de avanzar. Ya no alcanza el escuchar debates que no llegan a nada, importa actuar.
La cuenta regresiva se puso en marcha. El oficialismo y la oposición estarán frente a la mirada del voto popular. La dirigencia política deberá tener presente que hay una sociedad que ya no olvida, ni tolera ningún margen de error.
*Especialista en Asuntos Públicos. Manager Asuntos Públicos BCW-Argentina.