Transacción. Precaución. Especulación. Los tres motivos que explican según Keynes la demanda de dinero. El primero se traduce en la liquidez para hacer frente a las transacciones diarias que dependen de manera directa del nivel de renta. El segundo, la precaución alude a las contingencias imprevistas. Por último, la especulación vincula la demanda de dinero al tipo de interés. La mayor rentabilidad que representa el ahorro en detrimento del consumo desarrolla al mismo tiempo un impacto negativo para el sector empresarial y productivo al resultar inaccesible un crédito con altos costos de financiación. Así, el ahorro no se explica a partir del mayor ingreso de la gente, sino más bien al menor consumo. Ese dinero migra al ahorro. La vía de la esterilización a partir del aumento de la tasa de interés socava el crecimiento productivo de un país. Sumado a ello, ni siquiera logra con éxito alcanzar el tan mentado freno del espiral inflacionario. La demanda de dinero depende esencialmente de dos factores: la renta monetaria y el tipo de interés.
Hace varias décadas ya que los argentinos cobijan el frenesí por la tenencia de dólares. Las expectativas económicas eran elevadas en torno al valor que alcanzaría el tipo de cambio por el tan esperado Plan de Estabilización durante el Gobierno de Arturo Frondizi. Un 29 de diciembre de 1958 fue anunciado el Programa de estabilización para afirmar el plan de expansión de la economía argentina;. En palabras del Presidente, la búsqueda por alcanzar una solución a la grave crisis económica heredada encontraba su eje en un plan de desarrollo que partía de la base de la toma de conciencia de la situación real que atravesaba el país. Se gastaba más de lo que se producía. La deuda externa superaba en 1.100 millones de dólares a las reservas de oro y divisas. Argentina estaba al borde de la cesación de pagos con nivel de reservas del orden de 104 millones de dólares. Sumado a ello, en los últimos tres años se había acumulado un déficit comercial de 1.000 millones de dólares.
Relaciones pendulares y bloqueos mutuos
El déficit crónico se cubría con emisión de moneda provocando la pérdida de su valor y estimulando la tendencia inflacionaria. La prioridad: estabilizar la economía. Entre las principales medidas: 1) única tasa de cambio, libre y fluctuante conforme juego de la oferta y la demanda, válida para importaciones y exportaciones; 2) derogación del régimen de cuotas, permisos de importación y mecanismos de intervención de la autoridad pública; 3) retenciones a las exportaciones del 10 y 20% sobre el valor de los productos; 4) medidas restrictivas del crédito bancario y de la oferta monetaria en pos de eliminar tendencias inflacionarias; 5) supresión de subsidios indirectos al transporte público; 6) se eliminan controles de precios, excepto ciertos productos de primera necesidad como la carne; 7) incremento del precio de los servicios públicos (transporte, electricidad, ferrocarriles, correos, etc.); 8) se reduce gasto de la administración pública y racionaliza el funcionamiento de empresas del Estado.
El artífice de estas medidas encuentra su origen en las recomendaciones formuladas por el Fondo Monetario Internacional para materializar un primer préstamo stand-by por 75 millones de dólares al que siguió otro por 100 millones el 24 de septiembre de 1959. La vinculación de nuestro país con el FMI resultó muy activa durante las gestiones de Frondizi y José María Guido. Como consecuencia, la industria emergió de la recesión de 1959 incrementando su producción a una tasa del 6,5% en 1960. La política petrolera cosechó sus frutos aumentando la producción doméstica un 43,2% lo que implicó un ahorro en importaciones de combustibles y lubricantes por 55 millones de dólares.
La crisis de la balanza de pagos que atravesaba Argentina encontraba una “via d’uscita” con alto costo social exigido por el FMI y el Tesoro de los Estados Unidos. La ayuda económica preveía medidas que socavaban derechos de la clase trabajadora con la pérdida del poder adquisitivo salarial y afección directa hacia los sectores de bajos ingresos. Librarse de empresas deficitarias adquiridas durante la presidencia de Perón también implicó un alto precio para el país.
El escenario recesivo que dejó el Plan de Estabilización: reducción de empleados estatales en un 15%, paralización de obras públicas, privatización o reducción de empresas estatales (ferrocarriles, frigorífico municipal), libertad de precios salvo una canasta de 10 artículos, aumento de tarifas de empresas de servicios, restricción crediticia, mantenimiento de salarios en el mismo nivel durante dos años.
Los primeros avisos clasificados de compra-venta de inmuebles en dólares aparecen en 1977.
La creciente inflación sumado a propiciar el fomento a la inversión inmobiliaria llevó a la publicación de precios en dólares para evitar renegociaciones permanentes en pesos. Fueron las crisis hiperinflacionarias de 1989 y 1990 las que montaron la popularización del dólar en la vida diaria de los argentinos. La Convertibilidad logró con éxito el tan entado plan de legalizar la instalación del dólar.
Hoy, nuestra economía se encuentra con un torniquete. Las limitaciones que nos auto infligimos por los niveles de endeudamiento externo y la delicada línea de tolerancia social al borde del colapso comprometiendo el desarrollo y crecimiento de un país nos fuerzan a identificar una luz al final del túnel.
Argentina se debe un despegue. Se pueden tomar medidas, trazar planes y políticas pero el cambio de mentalidad de una sociedad es algo más profundo. La paranoia por la tenencia de dólares da cuenta de la incapacidad de una moneda nacional por detentar poder. La falta de confianza ante un escenario de volatilidad constante fomenta el efecto de deshacerse del peso que se licúa en su esencia. Canadá es uno de los países con economía sólida que supo dar el viraje holístico luego de la Segunda Guerra Mundial. Pasó de una economía rural a una industrial y urbana. La transformación operó desde la reconversión. Industria manufacturera, minería y sector de los servicios, la tríada que se completa con el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos firmado en 1989, luego la creación del NAFTA (North American Free Trade Agreement) que incluye México catapultó una mayor integración económica con los Estados Unidos con el consecuente incremento del comercio. Desde la firma del NAFTA, el comercio con los Estados Unidos aumentó 40%. El Índice de Desarrollo Humano (IDH), indicador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que mide el nivel de desarrollo de cada país en base a variables como la esperanza de vida, la educación o el ingreso per cápita arroja para Canadá 0,913/1. En la clasificación mundial se encuentra en el puesto 9 sobre 188 países. En el caso de Argentina el IDH fue 0,825 puntos (2017), puesto 47 del ranking mundial.
La composición de aportes por sector al PIB de Canadá da cuenta de la matriz económica. El sector agrícola representa el 1,6% del PIB. El sector industrial aporta el 28,2% del PIB. En tanto el sector de servicios es el más potente con 70,2% del PIB (2017).
Canadá abierto al comercio exterior que representa el 64% del PIB (Banco Mundial, 2017). Las principales exportaciones de Canadá son productos derivados del petróleo, automóviles y otros vehículos, maquinaria y metales preciosos. Importa vehículos, repuestos o accesorios, maquinaria, equipos eléctricos y electrónicos.
La economía canadiense depende en gran medida de las exportaciones. Creció un 2,1% en 2018 convirtiéndola en la segunda economía de más rápido crecimiento del G7, después de los Estados Unidos. Contribuyeron al desempeño económico el aumento del gasto del consumidor, la inversión empresarial y el crecimiento salarial. Para 2019, el FMI pronostica un crecimiento del PIB del 2%, seguido por el 1,8% en 2020. Considerando ser uno de los mayores productores de petróleo del mundo presenta una dependencia con el nivel de precios a nivel global.
Justin Trudeau ya avanza con una nueva estrategia de diversificación de exportaciones en pos de aumentar ventas en el orden del 50% para 2025. Canadá planifica incentivos fiscales para incrementar la productividad de sus empresas permitiendo descontar de forma inmediata el coste de nueva maquinaria y equipamiento incluyendo los vinculados a energía limpia.
Argentina necesita imperiosamente la puesta en valor de su matriz económica de producción. Exploración, explotación y comercio exterior. La dinamización de cada uno de los sectores productivos y la reconversión le permitirá emerger de este vacío simbólico y material en el que está inmerso el país todo. Diversidad climática, biomas, flora, fauna, energías renovables, turismo, servicios arrojan bocanadas de esperanza de una página tan palpable llamada futuro certero dispuesto a tornarse en inmediato sólo a partir de nosotros. Argentinos, a las cosas (Ortega y Gasset).
* Analista Política. Magíster en Relaciones Internacionales Europa – América Latina (Università di Bologna). Abogada, Politóloga y Socióloga (UBA).
Twitter: @GretelLedo