OPINIóN
Oportunidades

Querer tapar el sol con un dedo

Pobreza 20230414
Futuro. La mitad de los niños que viven en el país son pobres. | CEDOC

La agresión al ministro Sergio Berni por parte de los compañeros del chofer asesinado en La Matanza mostró en carne viva el hartazgo con la clase dirigente, en especial con la política, de una sociedad que se une en la decepción, sin un horizonte de solución ni superación.

Nada habilita –y menos aún justifica– la agresión o la justicia por mano propia. Sin embargo, es de una urgencia vital que el liderazgo y la dirigencia comiencen a entender que no se puede tapar el sol con un dedo. ¿Qué significa? Entre otras cosas, pretender una simplificación de los hechos, apelando a discursos politizados, vacíos de propuestas, que solo establecen luchas dialécticas entre lados de la “multigrieta”.

La sociedad está harta, no solo de la ineficiencia de gestión sino de los relatos anacrónicos que mantienen la recurrencia de problemas como la inseguridad, la pobreza creciente y una economía descalabrada que impacta principalmente a quienes menos tienen.

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El deterioro del tejido social por las múltiples crisis económicas de las últimas décadas es la mayor deuda desde el regreso de la democracia. Pero no es la democracia sino la incapacidad de la política clásica, dirigentes y funcionarios que no solo no logran que las cosas sucedan a favor de la gente y las organizaciones que componen la sociedad sino exactamente lo contrario. Así lo demuestran los índices de inflación, pobreza e indigencia. La violencia extrema, la penetración del narcotráfico con sus códigos por fuera de la ley, la justicia por mano propia, son indicadores del grado de desgarro del tejido social.

En el siglo XVIII, Jacques Rousseau escribió El contrato social, base teórico-filosófica de la conformación del Estado moderno. Una de sus ideas centrales es que, para una convivencia entre los seres humanos, la libertad natural innata debe cederse en pos de un interés colectivo mayor. El compromiso de los individuos hace al bienestar de la sociedad. La ley entra así en vigencia para marcar derechos y obligaciones de todos los ciudadanos.

La noción de contrato social en el siglo XXI y en términos globales está fuertemente tensionada en sociedades que tienen por característica ser complejas, inciertas, volátiles, superactivas, estresadas y estresoras por el hiperrendimiento, hiperconectadas, amenazadas y ausentes de compromiso social.

Particularmente, la Argentina parece ser una caja de resonancia donde se agudizan las problemáticas. ¿Hay solución?, es la pregunta de la gente con marcada angustia y desesperanza.

No hay más alternativa que construir una salida. Ahora bien, no hay fórmula mágica ni soluciones instantáneas o basadas en promesas inconsistentes. Y parte de la salida como condición –sine qua non– es el compromiso con la reconstrucción del sistema de valores, la institucionalidad y el apego a la ley.

Ha llegado la hora de que todo sea conversable –aunque no todo negociable– para marcar las bases de un con-trato social que dé lugar a una convivencia basada en el respeto y la justicia como una equidad social y económica. Esa es la condición innegociable.

Para que esto suceda y hacer que las cosas pasen, se necesita una visión de país y un liderazgo de época. ¿A qué me refiero? El liderazgo actual no está comprometido a repensarse para posicionarse como una propuesta eficaz a los múltiples dilemas y desafíos de época. El liderazgo actual es autorreferencial: este es uno de los bordes más serios de la crisis ya que el liderazgo como fenómeno humano ha sido y sigue siendo necesario para brindar horizonte de posibilidades a la sociedad.

En este año electoral se abre una nueva oportunidad de cara a la construcción de esa visión y de ese tipo de liderazgo imprescindibles para la reconstrucción de nuestro país. Parte del con-trato social de época necesario en términos de compromiso refiere a no naturalizar estilos, discursos y comportamientos que generan cada vez más desesperanza.

La solución nunca ha sido ni será la violencia. Antes es necesario hacer uso de la fuerza de la voluntad capaz de crear la visión para la sociedad y país de las generaciones futuras.

Es la época para líderes y dirigentes que dejen de querer tapar el sol con un dedo, para voces diferentes que marquen la diferencia. Así podremos elevar la calidad y eficacia del liderazgo y de la dirigencia capaces de responder a las demandas de época.

*Ensayista, licenciado en Ciencias Sociales y especialista en Pensamiento Complejo.