En medio de la pandemia, el mes pasado ocurrió un evento curioso para muchos, pero que representó un sacudón para el área de Interfaces Cerebro Computadora o BCI con su nombre en inglés: Neuralink, una de las empresas innovadoras de Elon Musk, presentó sus avances en el desarrollo de una interfaz cerebral.
Esta disciplina tiene más de 30 años y mundialmente busca el desarrollo de dispositivos de comunicación que no utilicen los canales naturales de transmisión de información que usamos los seres humanos, sino que vincule las señales que se producen en el sistema nervioso central, directamente con nuestros proliferantes gadgets electrónicos. Argentina no es ajena a estos avances, y numerosos laboratorios locales trabajan en el desarrollo de estos dispositivos como en el Inaut de San Juan, Leici de La Plata, Lirins de Entre Ríos, Balseiro de Bariloche, la UBA, el ITBA en Buenos Aires y el IREN de Santa Fe, así como numerosos emprendedores que buscan ser los próximos unicornios azules.
Pero, ¿por qué la iniciativa de Musk tomó tanta relevancia? Neuralink presentó un dispositivo neuronal transcranial invasivo que se implanta en la corteza cerebral de cerdos. Permite recibir información de las activaciones neuronales así como también estimular neuronas.
Se presentó un dispositivo neuronal transcranial invasivo que se implanta en la corteza cerebral de cerdos.
Si bien diferentes grupos de investigación alrededor del mundo ya hicieron este tipo de trabajos, incluso en humanos, el proyecto de Neuralink apunta a obtener un dispositivo de uso masivo comercial. Los expertos ven esto como un objetivo muy audaz. Sin embargo, como lo ha dicho Miguel de San Martín –ingeniero argentino de NASA-, Elon se caracteriza por adentrarse y lograr lo que todos creen imposible.
Los principales avances se dan en la tecnología para resolver estos problemas. El implante de microelectrodos flexibles de 1024 canales a 20 kHz, con 20 bits de resolución que puede transmitir de manera inalámbrica es un logro en sí mismo. Además, la fabricación de los componentes, totalmente desde cero y desarrollada por la compañía, abordando el complejo problema de la administración de la energía en un dispositivo implantable. El implante permite además estimular, con lo cual se transforma en un dispositivo bidireccional. El robot estereotáxico, el que permite implantar el dispositivo de una manera muy precisa y cuidada, es extraordinario.
Este dispositivo sería una interfaz de comunicación. Llamémosle un teclado mental, lo que representaría una revolución en muchos tratamientos relacionados con la discapacidad
De conseguir su objetivo, este dispositivo sería una interfaz de comunicación. Llamémosle un teclado mental, lo que representaría una revolución en muchos tratamientos relacionados con la discapacidad, los principales destinatarios de esta tecnología. En el horizonte lejano, la capacidad de recuperar control de articulaciones, mitigar efectos de enfermedades neurodegenerativas o asistir en tratamientos de rehabilitación. Elon planteó entender la naturaleza de la conciencia, lo que es realmente muy complejo. Un dispositivo de este estilo seguramente permitiría tener más datos para estudiarla, pero lejos se está de entender los mecanismos cerebrales que soportan la conciencia. Mencionaron también la posibilidad de permitir una coexistencia simbiótica con la inteligencia artificial, lo cual primero requeriría tener alguna herramienta que exhiba esta deseada característica.
No obstante, no queda claro si Elon y su equipo resolvieron el gran problema que sigue siendo la biocompatibilidad del implante y la capacidad del mismo de seguir siendo funcional a largo plazo. Este es el cáliz sagrado de la versión invasiva de esta disciplina. El equipo de Neuralink durante la presentación lo encuadró en un problema de Ciencia de Materiales, aunque esa es una simplificación un tanto fuerte. Se trata de un problema multifacético que requiere un abordaje desde muchos lugares. El cuerpo va a intentar siempre expulsar lo que no reconoce como propio. Resta tener en cuenta un aspecto ético final, propio del área, relacionado con la seguridad informática de un implante de estas características. Afirmaron durante la presentación que la seguridad es la máxima prioridad. Sin embargo, como todo avance, corre la frontera digital, lo que implica más riesgo de manera inherente (sin importar cuáles sean los mecanismos que propongan para mitigarlos). Porque, en definitiva, la computadora más segura es la desconectada.
*Docente de la carrera de Ingeniería Informática del ITBA.