OPINIóN
Análisis

Vacunas en la grieta

Un estudio de Flacso despliega una mirada condenatoria de la cobertura de la pandemia que hizo la mayoría de los medios: alarmismo, descontextualización, cobertura partisana, propagación de conflicto y temor, son algunos de los defectos que destaca.

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Tapas. El vacunatorio VIP organizado por el ministerio de Salud tuvo un gran impacto mediático. | cedoc

El acceso a las vacunas contra el COVID-19 en la Argentina, como tantos otros temas, no logró surfear la grieta. Errores no forzados de la gestión sanitaria que dinamizaron procesos de polarización política, una excesiva editorialización y adjetivación por parte de los principales medios de comunicación y consumos informativos mediados por algoritmos en redes sociales generaron un combo explosivo del que la información sobre un problema que afecta la salud y la vida salió inevitablemente lesionada. 

Un estudio encarado por Flacso en conjunto con la Fundación Medife analizó el circuito de las noticias sobre vacunas en la Argentina en tres dimensiones: la cobertura mediática, la conversación en Facebook y las búsquedas de los usuarios y usuarias en internet. Entre los resultados más destacados, un primer dato resulta elocuente: en seis de cada diez notas escritas por los medios más consumidos del AMBA predominó una valoración negativa sobre lo que es, quizás, el elemento clave que ha permitido al mundo avanzar hacia una situación de relativa normalidad. 

Alarmismo. El despliegue de titulares alarmistas sobre estudios clínicos y efectos adversos, el contraste entre el supuesto éxito de las campañas de los países vecinos respecto de la local y la inclusión del conflicto político como eje articulador del problema fueron las características salientes de un tratamiento informativo que, probablemente, dinamizó escenarios de incertidumbre y zozobra. 

No obstante, este tipo de prácticas periodísticas, habitual usadas en las redacciones con la intención de captar la atención de los lectores, no se condijo necesariamente con el despliegue informativo en el cuerpo de las notas. O no al menos en todos los casos. 

Es que las noticias sobre vacunas, en términos generales, fueron más extensas que el promedio, consultaron numerosas fuentes oficiales y científicas, llevaron las firmas de sus autores y, al menos explícitamente, no alentaron campañas contrarias a la vacunación, si por estas se entiende el llamado abierto a no recibir la vacuna. A esto se suma una nutrida actividad de periodistas especializados que, aunque poco numerosos en comparación con la densidad de medios existentes, se instalaron también como personas influyentes en las redes, desde las que aportaron información cotidiana basada en datos. 

No obstante, el informe evidencia que existió un sesgo de descontextualización sobre tópicos nodales como las relaciones internacionales para la adquisición de vacunas, la discusión geopolítica o incluso la efectividad de los fármacos, tópicos sobre los que los medios tomaron partido. A modo de ejemplo, una constante construcción del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como eficiente y activo como contracara del gobierno de la Provincia de Buenos Aires como, conflictivo y problemático, constituyen la muestra de una cobertura partisana que se inscribió en marcos de polarización mayor -y previos- en el que los medios se inscriben y juegan cada vez con menos tapujos. 

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Asimismo, se verificó una tendencia sistemática al enfoque de microhistorias sobre efectos secundarios cuya marginalidad no se enfatizó lo suficiente. Entonces, desprovista de información asequible sobre la magnitud real de los problemas, la cobertura de las vacunas promovió sentimientos de riesgo y temor como producto del sobredimensionamiento de casos aislados que, sin embargo, no parecen haber impactado en la actitud mayoritaria favorable a recibir las dosis disponibles. Más evidencia que se agrega a la existente respecto de que, en términos generales, los medios no suelen tener la potencia que habitualmente se les atribuye sobre la mayoría de las actitudes ciudadanas. 

En ese sentido, la discusión respecto de si los efectos mediáticos son potentes y omnímodos en cualquier escenario parece sumar un nuevo ejemplo de contraste: frente a una cobertura que, en términos generales, infundió conflicto y temor, la sociedad respondió reclamando la vacuna como un derecho y aceptando la disponible.

Facebook y Google. Esa brecha entre la oferta informativa y los consumos, ampliamente caracterizada en los estudios del campo de la comunicación, formó parte también de los hallazgos del trabajo entre Flacso y Medife. Es que mientras que los problemas de acceso y suministro, sumados al escándalo del “vacunatorio vip”, dominaron las agendas mediáticas y buena parte de la discusión política, las historias sobre efectos adversos y efectividad de las vacunas rankearon entre las noticias más compartidas en Facebook. De este modo, el consumo utilitario de la información parece haber dominado las motivaciones de una búsqueda que se alejó de las propuestas temáticas jerarquizadas por las grandes usinas informativas. 

Así, el comportamiento de los ciudadanos en internet expresa que AstraZeneca, Sputnik V y Sinopharm dominaron en los buscadores mucho más que Pfizer, pese a su sobredimensionamiento mediático. Y dolencias como “trombosis” incentivaron la demanda informativa en mayor medida que los conflictos de suministro, las denuncias penales e incluso los escándalos políticos, lo que da cuenta de un consumo funcional mucho más motivado por la necesidad de prever escenarios relacionados con la experiencia en función de la vacuna disponible y/o recibida que con las portadas de los diarios o las largas discusiones en los sets de televisión. 

En este contexto, el estudio en cuestión resalta la necesidad de repensar las prácticas informativas, sobre todo en contextos de crisis sanitarias y en relación con asuntos tan sensibles como la salud y la vida de las personas. En momentos en que hasta la propia Organización Mundial de la salud llamó la atención sobre el perjuicio de la infodemia, caracterizada por procesos de sobreinformación y desinformación que se dan como producto de la multiplicidad de fuentes y la viralización de noticias falsas o inexactas, los medios con marcas consolidadas que concentraron la atención durante toda la pandemia, incluso en las redes sociales, están llamados a brindar información orientada por normas deontológicas que conciban a la comunicación como bien público. En buena medida, de eso depende que los escenarios de nueva normalidad permitan sintetizar virtuosamente los aprendizajes de la emergencia.

*Investigador del área Comunicación y Cultura de Flacso Argentina.