El Senado dio media sanción a la nueva ley de movilidad jubilatoria y con esto la meta de contar con una nueva regla para actualizar las jubilaciones está cada vez más cerca. La fórmula retoma la esencia del cálculo de 2008 y establece que las jubilaciones se ajusten según la evolución de los salarios y la recaudación tributaria de ANSES por beneficio en partes iguales. Habiendo dado marcha atrás con la propuesta inicial de descontar de la movilidad de marzo 2021 el 5% de aumento otorgado en diciembre, los puntos clave de la nueva fórmula se centran ahora en la frecuencia de los ajustes y en las variables que componen el cálculo.
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En 2008 (durante la administración kirchnerista), los aumentos eran semestrales; en 2017 (con Macri en la presidencia) fueron trimestrales; en el proyecto del Poder Ejecutivo de este año, la movilidad se daba dos veces al año y el proyecto aprobado recientemente por el Senado establece incrementos trimestrales. Entonces, ¿cada cuánto hay que dar movilidad? En un país como el nuestro, caracterizado por problemas estructurales e inestabilidad económica, cuanto mayor sea la periodicidad de los aumentos, mejor. Que la nueva fórmula continúe con la dinámica de aumentos trimestrales es claramente una propuesta superadora al proyecto inicial. Pero incrementar la frecuencia de aumentos no es suficiente si el rezago entre el período que se toma para el cálculo y el momento en que se otorga el aumento es extenso. Con la fórmula de 2017, la movilidad se calculaba mirando la foto de seis meses atrás. Esto resultó en una supuesta compensación que en realidad no compensaba. La nueva fórmula tiene un rezago de un trimestre, y aunque lo ideal sería rezago cero, este cambio es una mejora.
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En cuanto a las variables, la incorporación de los salarios tiene su lógica en la propia dinámica del sistema de reparto, en tanto son los trabajadores (formales) y los empleadores quienes financian a los actuales jubilados vía los aportes y contribuciones. La reciente incorporación del nivel general de salarios del INDEC (que considera los salarios de la economía informal) funciona más bien como un plus cuyo rol es mejorar el porcentaje de aumento cada vez que dicha variación supere a la evolución de las remuneraciones de los trabajadores estables formales (RIPTE). Pero el sistema previsional argentino se financia también con recaudación impositiva. En este sentido, la incorporación de los recursos tributarios también encuentra su lógica en el funcionamiento del sistema.
Ahora bien, ¿estas variables combinadas aseguran que las prestaciones sean suficientes y el sistema sostenible? La incorporación de un techo anual a la movilidad según los recursos totales por beneficio de ANSES va en esa línea. Respecto a la suficiencia, durante el período 2009-2017 los jubilados le ganaron a la inflación en más de un 25%, y con la fórmula de la ley 27.426 los jubilados perdieron casi un 20%. Entonces, incluir la inflación no es la solución mágica que muchos plantean. La última palabra la tiene el comportamiento de la economía. Los recursos tienen volatilidad, pero también los precios. Tampoco sirve adoptar un indicador dentro del cálculo por su previsibilidad cuando ese indicador (previsible) no es “pagable”.
La fórmula ideal exige una economía ideal. Lograr el equilibrio entre lo que se desea y lo viable es la meta.
* Dra. en Economía, Profesora de Economía, UCEMA / Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA.