—¿Cómo fue tu trayectoria previa a los medios?
—Nací en Mendoza en el año 1953, en una familia de clase media. Mi papá era gerente de una compañía de seguros. Me crie y estudié en Mendoza. Hice la escuela primaria y la secundaria en el colegio San José Hermanos Maristas. Mi padre siempre fue una persona muy inquieta. Empezó a hacer por su cuenta trabajos de motocultura. Tomaba campos, los dividía, los preparaba, los nivelaba y después los vendía. Luego de eso, en 1968, desarrolló un conjunto residencial que hoy es el más grande de Mendoza, que se llama Dalvian, cuando los barrios privados todavía no se conocían en el país. Mi padre falleció hace 12 años. Me crie en esa casa con mi madre, que era profesora de Historia y Geografía. En ese contexto, estudié Abogacía.
—¿Fueron cuatro hermanos?
—Sí, otro varón y dos mujeres. Empecé a estudiar en Mendoza; después, cometí el error de meterme en política universitaria. En momentos complicados de la Argentina tuve que ir a estudiar a Santa Fe. Me recibí en Santa Fe, en la Universidad del Litoral. Ahí empecé a trabajar en la profesión. Trabajé cinco años de abogado en Mendoza, me recibí en Santa Fe y volví a la provincia.
—¿En qué año te recibiste?
—En el 76.
—¿La primera radio la compraste en 1983?
—Antes trabajé de abogado. Me recibí en el 76, pero pude empezar a trabajar recién en el 77 porque no podía jurar. Me fui a trabajar con mi padre.
—¿Tu viejo no quería que laburaras con él?
—Mi intención era laburar solo. Quería hacer la experiencia de ejercer la abogacía. Me fue bien, relativamente bien. Ahí fue cuando mi padre me invitó a trabajar en la empresa constructora. Hacía las dos cosas. En 1983 aparece, en una transacción comercial, una radio con la que querían cancelar una deuda que tenían con la empresa.
—¿Tu padre fue presidente del Banco de Mendoza?
—No. Fue accionista de una porción minoritaria. Muy chiquita. Aparecieron para cancelar una deuda con una radio que no estaba en su mejor situación. Se encontraba concursada. Decidimos aceptarla y surgió el problema de quién se hacía cargo.
—¿La decisión fue de tu papá?
—De la compra, sí. Pero el tema fue quién se hacía cargo de este lío... Un 26 de enero, mi padre se iba de vacaciones a Río de Janeiro y me dice: “Hacete cargo durante treinta días. Cuando vuelva, vemos qué hacemos”. Y esos treinta días se transformaron en sesenta, noventa. Y acá estoy. Parasaron veinte años y pico, treinta años.
"Macri me hizo lo que se llama clásicamente una traición."
—¿Tenías también canal de televisión en Mendoza?
—Empezamos con televisión por cable directamente, cuando era algo muy incipiente. No se conocía qué era exactamente la televisión por cable. Acá tenían Cablevisión y VCC, de Samuel Liberman y Eduardo Eurnekian. Era un hecho inédito. A la gente no se le ocurría que tenía que pagar para ver televisión, era un hecho gratuito. Empezamos a desarrollar una empresa de televisión por cable. El cable era una cosa casi desconocida. Algunas personas que fui a ver para interesarlas en que me ayudaran con capital, porque yo en ese momento no tenía muchas chances de desarrollar una empresa, me miraban raro.
—En algún momento, Supercanal comenzó a expandirse.
—Antes, hicimos otras cosas. En los 90 intenté poner mi primer pie en Buenos Aires. Se privatizan Canal 11 y Canal 13. Nos presentamos con un grupo de empresarios del interior y Carlos Ávila a las licitaciones. Obviamente, perdimos.
—¿Por qué canales?
—Por Telefé. Por el 9.
—Perdieron contra Editorial Atlántida.
—El otro canal había sido preadjudicado. Después de eso, viene la licitación de las radios.
—¿Supercanal seguía siendo de Mendoza o se fue expandiendo a otras provincias antes del 90?
—De Mendoza, creciendo rápidamente. En el 90 nos presentamos en las licitaciones de las radios Excelsior y Belgrano. Ganamos Excelsior, que hoy es La Red. Ahí di mi primer paso en Buenos Aires. En los primeros años de los 90 hubo una enorme cantidad de inversión sobre la Argentina.
—¿Ahí conocés a José Luis Manzano?
—A José Luis lo conocía desde hacía muchos años.
—¿En qué momento pasa a ser tu socio?
—En el 96, cuando decidimos salir a buscar la expansión de Supercanal en el interior, José Luis estaba viviendo en Estados Unidos.
—Ya había dejado de ser ministro.
—En el 92 había dejado de ser ministro. Vivía en Estados Unidos, daba clases en una universidad. Lo fui a buscar y le expliqué qué quería hacer. Le expliqué el plan. José Luis tiene un enorme talento financiero. Nos asociamos con Jorge Mas Canosa, un cubanoamericano. Salimos a hacer el fundraising de capitales para hacer crecer Supercanal. Conseguimos 600 millones de dólares, lo que permitió expandirse en todo el país. Llegó a ocupar 17 provincias y nos permitió también otras adquisiciones: La Capital de Rosario, El Diario de Entre Ríos, América después. Hasta ahí los momentos buenos de la vida empresaria. Cuando uno compra siempre es bueno.
—Así fue hasta 2001.
—Nosotros cobrábamos el abono en pesos, pero teníamos que pagar la deuda en dólares. Allí concursamos Supercanal en el año 2000/2001.
—¿Los socios de Supercanal eran los mismos de América TV?
—José Luis todavía no era socio de Supercanal. Los socios éramos mi hermano y yo, la familia Mas Canosa y Clarín.
—¿Clarín era el 15%? ¿Un socio minoritario?
—Sí, nosotros teníamos el 52%, Mas Canosa tenía el 28% y Clarín el 20%. Entra Clarín por una obligación de los bancos. Nos decían: “Tienen que tener un socio estratégico”. Y en 2001 tuvimos que concursar la compañía.
—¿Era Manzano el que conocía a Mas Canosa? ¿Cómo fue la relación con ese socio?
—Fue de esas casualidades de la vida. Con José Luis hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Llego a Mas Canosa a través de una tercera persona, un amigo que lo conocía, que me dijo que quería invertir en Argentina.
—¿Tenía interés en medios de comunicación?
—Tenía interés en Argentina. No sé por qué motivo se le dio por invertir en medios. Estuvo como inversor no solamente en Supercanal sino también en Diario UNO, en La Red. En todos los medios que teníamos en ese momento.
—Pero no en América.
—No, no estaba todavía.
—Cuando surgió América no estuvo.
—Ya había fallecido. Mas Canosa era un tipo encantador. Murió muy joven. Su velatorio fue una de las cosas más impresionantes que vi en mi vida. Fueron 80 mil personas por las calles de Miami. Era realmente un referente para el cubano que estaba exiliado. Tenía una enorme posición en el Congreso de Estados Unidos, tenía muchos legisladores. Hoy si vas a Miami, el downtown, enfrente de donde está el edificio ese emblemático de Migraciones, la avenida Brickell se llama Jorge Mas Canosa, en ese sector. Fue una persona muy reconocida.
—¿Cómo se estableció el vínculo entre ustedes tres?
—Fue la casualidad de que José Luis era asesor de Mas Canosa.
—Así llegamos a 2001.
—En 2001 nosotros entramos en concurso con Supercanal. Pero a la vez compramos América y el pedacito que faltaba de La Red. Empezamos una carrera distinta. América también estaba en concurso en ese momento. Antes habíamos comprado La Capital en Rosario.
—Pero América sería la primera de las inversiones en las que no están los mismos socios de Supercanal. El concurso de Supercanal se dice que fue el concurso más largo, creo que fueron 18 años.
—Exactamente. Dieciocho años. El más largo de la historia del derecho.
—¿Por qué duró tanto?
—Era un concurso muy complicado. No había ningún acreedor nacional. Eran todos fondos de inversión, muchos buitres. Tratamos de estirar el concurso todo el tiempo que pudimos porque efectivamente no podíamos pagar. En esa época se modifica la ley de concursos y quiebras y el cramdown se limita para los bienes culturales
—Todavía eras socio de Clarín en Supercanal con el 20%.
—Ya estábamos en conflicto. También fue un conflicto largo con Clarín.
—¿Cómo fue ese vínculo con Clarín?
—Tenía muy buena relación con algunos de los socios de Clarín. Por eso los fui a buscar. Los invito, aceptan. El conflicto empieza en el momento en que ellos entraron en Supercanal con la idea de comprarla, de quedarse con la compañía. No éramos vendedores. Eso fue lo que generó el conflicto.
—Vendiste Supercanal no hace mucho.
—Hace un año y medio.
—Me cuentan que lloraste esa noche. ¿Qué sentiste?
—No lloré. Es como cuando parís un hijo. Este fue parido de cero, desde el nombre hasta cablear manzana por manzana. Llega cierta edad en la que el hijo necesita libertad y crecer. Supercanal con nosotros adentro tenía un techo de crecimiento. No iba a poder seguir haciéndolo. Sobre todo, cuando el gobierno de Mauricio Macri nos quita el espectro. No hay medios electrónicos, hay empresas de telecomunicaciones, y el paso siguiente a la televisión por cable es la prestación del servicio de banda ancha. Cuando nos quitan ese derecho, vimos que la compañía no tenía mucho futuro de crecimiento y decidimos venderla.
"Fernán Saguier tiene una falta de ética periodística absoluta."
—¿Cómo fue tu vínculo con Mauricio Macri?
—Esto arranca durante el gobierno de Cristina. Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se llama a licitación para la adjudicación de espectro, lo que se llama el 4G, para telefonía celular. Nos presentamos. También se presentaron Telefónica, Telecom y Claro. Ganamos la licitación, pero fue uno de los tantos momentos de problemas con la convertibilidad que tiene la Argentina entre el dólar y el peso. Teníamos los pesos depositados en el banco, pero en ese momento el Central te entregaba dólares con cuentagotas. No pudimos cambiar esos pesos en dólares y una de las condiciones de la licitación era que tenías que pagar en dólares. Telefónica, Claro y Telecom no tuvieron problemas porque tenían sus casas matrices afuera. Nosotros no pudimos hacerlo y Cristina Fernández nos desadjudicó. Fuimos a la Justicia, planteamos una medida cautelar diciendo: “No es que no quiera pagar. Ahí está el dinero”. Aun así nos desadjudicaron. Entonces planteamos una medida judicial.
—Un amparo.
—Con una cautelar. La Justicia frenó la desadjudicación en un pleito que seguramente iba a llevar años. Ahí gana la elección Mauricio Macri. Un día me invita a comer a su casa en Los Abrojos, con su señora y mi señora. En el momento que nos íbamos me saca el tema. Me dijo que ya había arreglado la adjudicación del espectro con un competidor mío y que se lo devolviera. Le dije que era imposible. “No lo puedo devolver, porque es mi carta de reaseguro de que esta empresa pueda crecer algún día”. Finalmente quedamos de palabra que le iba a entregar el desistimiento de esa cautelar y él lo guardaría hasta que yo pudiera vender Supercanal.
—Le dijiste que estabas dispuesto, pero primero tenías que vender Supercanal.
—Como acto de confianza, para que viera que realmente mi intención era salirme del negocio. En su esquema, en su diseño de telecomunicaciones, no entraban empresas como la nuestra. Eso estaba destinado a los grandes monopolios de la comunicación.
—Telecom y Telefónica.
—Y Claro. Me dijo claramente que no entráramos, que no estábamos en el esquema que estaba diseñado. Mi respuesta fue: “Dejame venderla. Hasta que no la venda, no puedo desistir de esta medida judicial”. Le dije que la semana siguiente se lo mandaría. Y así lo hice. Con el pacto de que no lo podía mostrar. Le dije que lo guardara en la mesa de luz. A los seis meses me llama mi abogado desde el juzgado y me dice: “Presentaron el escrito de desistimiento”.
—Lo presentó Macri.
—Es lo que se llama clásicamente una traición. Los abogados actuaron porque él comete un error procesal formal. Le faltaba una firma al escrito. Eso nos sirve para que la Justicia deje sin efecto ese desistimiento. La causa judicial continúa. Pero ahí viene el paso dos del ex presidente. Me presenta una denuncia penal. Lo hace Oscar Aguad, ministro de Telecomunicaciones. Fue un modo de extorsión.
—¿Cuál era la acusación?
—No me acuerdo. Alguna tontera. No recuerdo ni la causa ni el motivo. Fue algo inventado. Debe estar en el expediente. Y acto seguido modifica la composición de la cámara que tenía que revisar esa medida cautelar.
—¿En Mendoza?
—Sí. La única cámara que se recompone es la cámara de Mendoza, con gran presión sobre el Senado para que lo hiciera. Esto de que el macrismo no le metió la mano a la Justicia no sucedió en mi caso. Frente a la situación de que había cambiado la cámara y que éramos demasiado chicos para pelear contra el presidente, desistimos de la acción y se llevó el espectro. Ahí decido vender la empresa a un valor muy inferior.
—Fuiste cambiando tu mirada respecto del kirchnerismo. Habías sido muy crítico de la Ley de Medios en el último gobierno de Cristina.
—No tenía buena relación con el kirchnerismo. Tuvimos varios enfrentamientos, no con los funcionarios sino con Néstor y Cristina Kirchner. A lo largo de esos 12 años tuvimos muchas situaciones de conflicto. La Ley de Medios es una de ellas. El control de América fue otra.
"Néstor me miraba como un empresario y José Luis Manzano como un político."
—¿Por qué?
—Porque había un señor que vos conocés, yo lo conozco pero prefiero no nombrarlo porque es amigo, que cuando le vende a Carlos Ávila se queda con una cláusula que dice que mantiene el control editorial del canal. Cuando le compro a Ávila esa cláusula sigue subsistente. Pero de acuerdo a la Ley 22.285, la Ley de Radiodifusión, es nula. Nadie puede mantener, si no es un accionista mayoritario, el control editorial de una compañía. Me citan a la Casa de Gobierno. Estaba Néstor Kirchner y el ex vendedor, y me exigía que le entregara el control a esa persona. Le dije que de ninguna manera. Lo cuento de la forma más amable posible.
—Tenés una mirada muy crítica del final del gobierno de Cristina Kirchner. Pero luego sorprendés en el momento en que ella presenta su libro, sentado en una de las primeras filas. ¿Cómo fue ese recorrido?
—Fue una invitación de Mauricio Macri, je.
—La desazón con Macri fue lo que te acercó a Cristina.
—Son cuestiones muy subjetivas. Pero el de Mauricio Macri fue uno de los peores gobiernos de los últimos años en Argentina. Básicamente por la pérdida de oportunidades. Cuando ganó Macri, todos teníamos una enorme expectativa sobre un cambio rotundo, sobre entrar al Primer Mundo, sobre las inversiones que llegarían, sobre la modernización que necesitaba el Estado, las reformas, especialmente la laboral, la impositiva. Esperábamos eso y no llegó.
—¿Tenías peor relación con Néstor que con Cristina Kirchner? En el año 2006 Néstor dijo: “A Vila lo conozco. Es un muy buen muchacho, en cambio el otro...”, por Manzano. ¿Tenía una mirada muy crítica de Manzano?
—Me miraba como un empresario y a José Luis lo veía como un político. La política siempre tiene internas. Con Néstor y Cristina tuvimos muchas idas y vueltas. Pasa siempre en esta actividad.
—¿Cómo evolucionó tu relación con Cristina en el último año y medio?
—En los últimos cuatro años, la vi dos veces o tres. No más de eso.
—¿Después de la presentación del libro?
—Sí, después de la presentación del libro. Me agradeció especialmente que estuviera.
—Tu decisión de ir sorprendió incluso a los periodistas de tu canal.
—Fue muy gracioso. Me llegó la invitación por WhatsApp. Decidí ir casi por una curiosidad periodística.
—¿Quién te invitó?
—Alguien, un secretario. No sé quién. Nadie me llamó para invitarme. Esto era a las siete de la tarde. A las seis y media estaba en mi casa. Vivo muy cerquita de La Rural, y se largó un aguacero. Me pareció todo muy complicado y decidí que no iría. Y mi esposa, que no es precisamente kirchnerista, me dice: “¿Cómo no vas a ir? Tenés que ir”. Me cambié. Llegué, era multitud, no se podía entrar. Alguien me reconoció y me hizo entrar. Lo primero que escuché fue un insulto. Pero no, después no. Después todo bien. Nadie me molestó ni me faltó el respeto. Nada. En algún momento, me vinieron a buscar y me pusieron en primera fila. Y ahí estuve. No hubo una premeditación.
—¿Ir fue un acto de protesta contra Macri?
—Era un acto de presentación de Cristina de nuevo en la arena política. Ahí empieza su campaña.
—Pero era una persona con la que habías tenido en el pasado enfrentamientos.
—Serios. Pero después recompusimos. Como te digo: idas y vueltas.
—¿Qué te empujó a comprar Edenor, una empresa que requiere una aprobación de los entes regulatorios del gobierno?
—Es una buena pregunta. Todavía no lo sé. Creí que con la compra de Edenor íbamos a ser reconocidos como empresarios de verdad, que arriesgan, que invierten. Hay que traer 200 millones de dólares hoy a la Argentina. Los tenés afuera, declarados. Están en tu manifestación de bienes y los traés. Pero desde que tomamos la decisión te diría que lo único que vengo recibiendo son castigos mediáticos. Sin motivo.
—En Mendoza también tienen una empresa de energía. Manzano siempre tuvo ganas de tener una empresa de energía a nivel nacional. ¿O era una idea tuya?
—Tenemos muy divididas las tareas con José Luis. Él está en el sector energético y yo estoy más en el negocio de los medios. A él le gusta mucho ese negocio.
—¿Fue él quien te lleva la idea de comprar Edenor?
—Analizamos juntos las operaciones. José Luis desarrolló empresas de energía en muchos lugares del mundo y de Argentina. Le gusta, le apasiona eso y lo sabe hacer.
—Ahí aparece la oportunidad de comprar Edenor porque Marcelo Mindlin la quiere vender. ¿Le preguntaste por qué?
—Sí, me lo dijo. Está cansado y quiere hacer otra cosa. Las empresas que tienen regulación del Estado son complicadas porque la tarifa siempre es una herramienta que usa la política electoralmente. El Estado siempre trata de que se pague lo menos posible por una cuestión populista.
—Mindlin está cansado de Edenor pero no de Pampa.
—Eso dice él, no sé. Yo tengo experiencia, hace 15 años que estamos en Edemsa. Es complicado. Las tarifas están atrasadísimas en Argentina. Por eso todas las empresas tienen deuda con Cammesa. Tenés que elegir: o le pago a Cammesa o hago las obras de infraestructura necesarias para que no se corte la luz.
—La sociedad con Mauricio Filiberti es en partes iguales. ¿Los tres colocaron esa cantidad de dinero que trajeron del exterior?
—Hay una parte que ya pagamos, 5 millones. Cincuenta tenemos que pagar al cierre y 45 a un año, y después tomar la deuda, que son 100 millones más.
—Por eso vos mencionás los 200: 100 en capital y 100 de asumir deuda.
—Cien de deuda y 100 de precio.
—La empresa valía diez veces eso antes de la debacle de Macri?
—Sí. O más.
—¿Y tu expectativa es que en la Argentina del futuro pueda recuperar?
—Yo creo que sí. Va a tener que recuperar la Argentina primero. Es inexorable arreglar con el Fondo. Una de las condiciones que pedirá el Fondo es el achicamiento del gasto público. No se puede seguir subsidiando ni al transporte ni a la energía. Poco a poco se transparentará la verdad a la sociedad. Las tarifas eléctricas estuvieron subsidiadas por años. Edemsa es la que presta el servicio de electricidad a casi toda Mendoza. Hay una cooperativa que tiene un pedacito. Las tarifas están atrasadísimas. Hay un punto en el que se van a tener que normalizar, llegar a cifras razonables. Eso, más la experiencia que tenemos, es lo que nos tentó. Más de una vez me pregunté si estaba bien lo que estaba haciendo.
—El día del anuncio de la compra, me llamaste y me dijiste: “Yo, que pensaba jubilarme, ahora me estoy metiendo en esto”. La expectativa para recuperar su valor es de al menos tres años.
—Tiene que haber algún reacomodamiento de tarifas este año. Todas las prestadoras de servicio, las distribuidoras de servicio, tienen el mismo problema.
—¿Tuviste competidores para comprar Edenor?
—Edenor es una compañía pública. Cotiza en la Bolsa de Nueva York y en Buenos Aires. Si hubiera habido una sola oferta, Edenor tiene la obligación de presentarla. Ponerla en conocimiento de la SEC en Estados Unidos y analizarla.
—Sin considerar otra.
—Claro.
—¿Mindlin los llamó? ¿Buscaba compradores y no encontraba?
—Nos fuimos con Marcelo el anteaño pasado a ver una final a Barcelona. Ahí empezamos a charlar. En 2020 las conversaciones fueron un poco más en firme. Él fue quien nos lo propuso.
—Hay quienes dicen que en realidad Mindlin vende obligado, como en su momento decían que Daniel Hadad había vendido obligado su canal y su radio.
—Son dos cosas completamente distintas. Hadad lo reconoció. A Mindlin no se lo escuché, Más bien, al contrario. Publicaron que festejó el día que la vendió. Pero hay un dato que es objetivo. Más allá de lo que diga Mindlin o yo: las acciones de Edenor están vendidas a un 25% por encima del valor de mercado que está en la Bolsa. Es un valor objetivo. Vas a comprar una acción de Edenor y vale 100. Él la vendió a 125. No hay ni precio vil, ni componenda política, ni presión sobre nadie. El señor Mindlin es un señor grande que hace negocios muy buenos. No creo que sea presionable.
—Dijiste que esperabas que se los reconociera como empresarios y lo único que cosechaste hasta ahora son críticas.
—Y denuncias penales.
"El Gobierno todavía no sabe qué va a hacer; mucho dependerá de su arreglo con el Fondo."
—La gente te conoce por América. Pero tenés la empresa de electricidad que abastece a casi toda Mendoza y al mismo tiempo una empresa de petróleo, Phoenix, la empresa constructora en Mendoza.
—Las empresas son esas. Nosotros vendimos muchas compañías. Fundé más de setenta empresas. Fundé el Diario UNO de Mendoza, el UNO de Santa Fe, el Diario UNO de Entre Ríos, revistas como Primera Fila a lo largo de muchos años. Supercanal en 17 provincias distintas. Después están las compañías de energía, la empresa familiar.
—La de los cuatro hermanos.
—Tres, porque una vendió su parte.
—¿En la de energía?
—En la de energía es mucho más complicado, más complejo, porque es una compañía pública. También cotiza en Londres, donde hay socios americanos, fondos de inversión, bancos. Las cabezas visibles somos José Luis primero y después yo.
—¿José Luis es mayoritario?
—Somos socios en la misma proporción.
—¿La Phoenix, la compañía de petróleo?
—También en la misma proporción. La única compañía en la que no está José Luis es la empresa familiar. Y después tenemos bodegas y fincas en Mendoza, que también estamos en la misma proporción. Tengo también un restaurante.
—Tu padre tenía esa inquietud de un emprendedor nato. Pero toda el área de medios y de cable es algo que hiciste vos.
—Mi padre no participó.
—¿Cómo podrías explicar en una charla en una escuela de negocios la forma en que, de 1983 a hoy, vos lograste en tres décadas, desde una pequeña radio quebrada en Mendoza, construir todo este recorrido?
—Di varias charlas sobre esto a jóvenes emprendedores. En esto no hay mucho secreto. En la vida hay que ponerle esfuerzo, capacidad de osadía, de aventurarse. Una cosa que decía mi padre era: “Te va a ir bien en la medida en que seas capaz de hacer lo que otros no saben hacer”. Ser diferente, caminar no siempre por el mismo camino. Tratar de buscar nuevos horizontes. Y siempre, por supuesto, la perseverancia. El día que te va bien es bárbaro. Normalmente, no son todos los días los que te va bien. Ahí es donde uno tiene que ser perseverante y aplicar ese coraje y esa valentía para seguir adelante.
—¿Y en qué sos diferente? Lo que te decía tu papá de que tenés que hacer algo que otros no sepan u otros no quieran.
—Bueno, vender la empresa no es ningún pecado, qué se yo, la vende a lo mejor porque le conviene... Hay un último componente que es muy importante pero digamos que es un complemento de más, que es la suerte. Uno puede poner todo lo demás, pero si no tiene suerte no le va bien. Mi padre tuvo momentos de suerte y de mucha mala suerte, pero tenía todas estas condiciones que yo te señalo. Quizá tuve más suerte. Él no tuvo formación universitaria, me tocó tener la posibilidad de ampliar un poquito más el horizonte. Saber que desde Mendoza, por cómo es la Argentina, iba a ser muy difícil construir algo grande.
—Los últimos años fueron muy complejos en términos económicos: hiperinflaciones, devaluaciones, crisis. ¿Tenés menos aversión al riesgo que otros empresarios?
—La capacidad de riesgo es una de las características de mi personalidad. Yo podría vivir sin Edenor. Pero está el riesgo por delante. Llega un momento en que uno se habitúa a tener riesgo. Es como si buscara la adrenalina del negocio.
—Te permite en mercados regulados tener ese cuero duro de poder esperar y resistir. Lo que a Mindlin lo cansaba.
—Cada uno es cada uno. Mi personalidad va por otro lado. No sé. Será porque nunca me ha tocado un negocio fácil. Compré La Capital en concurso, América en concurso, presenté en concurso a Supercanal. Tareas muy difíciles como empresario. Lo peor que le puede pasar a un empresario en su vida comercial es concursar a una empresa. Es el momento más doloroso que vivís, pero a veces no queda otro remedio.
—La Coalición Cívica, en la denuncia que hace contra vos, contra Manzano y contra Filiberti, dijo que “el grupo empresario no solo consiguió adquirir el paquete mayoritario de acciones a un precio vil...”. Elisa Carrió, junto con Malena Zuvic y Maximiliano Ferraro, señalan la clara vinculación con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y la presidenta de Aguas y Saneamientos Argentinos, Malena Galmarini. ¿Tuviste algún tipo de información privilegiada?
—El Gobierno todavía no sabe qué va a hacer. Mucho va a depender de su arreglo con el Fondo. No hay información privilegiada, pero suponete que la hubiera. Ese es un artículo en el que se le pide al funcionario público o al presidente o accionista de una compañía pública. ¿Yo qué tengo que ver? Además es mentira. Mi relación con Sergio Massa es histórica.
—Se conocieron en la playa en Pinamar.
—Hace bastante, en una entrevista que me hizo Noticias, dije que Sergio Massa iba a ser presidente en algún momento. Lo sostengo, por un tema de capacidad y de estudio. Se distingue de los demás.
—¿Cómo se conocieron?
—Fue carpa de por medio que nos conocimos en Pinamar. Hace veinte años y pico. Creo que todavía no llegaba a Anses. Pero fue una relación estrictamente social, de comer asado. A él le gusta mucho jugar al truco; a mí también.
—¿Cuando fuiste a la presentación del libro de Cristina imaginabas a Sergio Massa acordando con ella?
—No. Yo le decía que me parecía que no, que debía seguir transitando lo que estaba construyendo, que era esa avenida del medio. Estaba Sergio Massa, estaba Miguel Ángel Pichetto. En su momento estuvieron Marcelo Tinelli y Juan Manuel Urtubey.
—El propio Juan Schiaretti.
—Rodolfo D’Onofrio.
—Facundo Manes.
—Se había armado una mesa interesante que no estaba ni de un lado ni del otro. También participaba Roberto Lavagna, que fue el que desarmó esa mesa cuando quiso ser él sí o sí candidato a presidente. Yo le decía que candidato debía ser, cuando me preguntaba.
—¿Imaginabas que iba a terminar siendo parte del mismo frente que Cristina?
—No estaba fuera de las posibilidades. En algún momento también se decía que le iban a ofrecer la gobernación de la Provincia. No era imposible.
—¿Cómo es tu evaluación del primer año de gobierno?
—Es muy difícil. Hay que evaluar la pandemia, no el gobierno. Sobre la pandemia, no hay ningún libro escrito al que recurrir. El Gobierno hizo cosas buenas y cosas malas. Lo que acaba de ocurrir en estos días con Horacio Verbitsky es un desastre porque demuestra la fragilidad del Gobierno, la poca responsabilidad de los funcionarios. A este gobierno le falta jerarquía. Es muy difícil. Cuando Alberto Fernández se preparó o elaboró un plan para gobernar el país, no debe haber tenido en cuenta la pandemia.
—¿Esa falta de jerarquía trasciende la pandemia?
—Me refiero al conjunto de personas que rodean al Presidente, que lo acompañan en su gestión.
—¿Compartís la crítica de Cristina Kirchner sobre funcionarios que no funcionan?
—Comparto. Tenés uno esta semana.
—¿A24 cambió su línea editorial con la compra de Edenor?
—Hay personas interesadas en divulgar eso, que para nada es cierto. La línea editorial es la misma de siempre: hacer periodismo, que es muy difícil. Hay intereses, presiones y prebendas. Si mirás las figuras de A24, no tenés precisamente periodistas que apoyen mucho al Gobierno. Son más bien críticos: Antonio Laje; Luis Novaresio; Viviana Canosa, que se incorpora ahora; Maxi Montenegro. Todos son muy críticos.
—¿Y los que se fueron, como Eduardo Feinmann y Jonatan Viale?
—Jonatan Viale ya es la tercera vez que se va. La primera vez se fue al noticiero de Telefe.
—Después a CNN.
—Y ahora a La Nación. Siempre ha sido bienvenido. Cada vez que se fue, volvió y le abrimos las puertas. Ahora no va a ser la excepción. En la semana me lo encontré cenando y nos saludamos muy cordialmente.
—¿Y Feinmann?
—Es diferente. El periodismo tiene ciertos límites y uno no los tiene que pasar. Uno no tiene que desconocer las investiduras del gobierno, del poder. No me gusta eso.
—¿Un tema de estilos?
—Sí, de estilo. No de contenido. Estoy de acuerdo con el contenido de Eduardo Feinmann en muchas cosas. Muchísimas. Pero no me gusta el maltrato al aire, la descalificación. Sobre todo, cuando es una descalificación grosera. Podés decir que la ex presidenta tiene causas pendientes. Pero no podés decir “la jefa de la banda”. No hace falta. Ahí tenemos una diferencia de estilo.
—¿Da rating?
—Puede ser que dé rating. No miro el rating, aunque no lo creas. No tengo ni bajada la aplicación.
—¿Por qué se fue Juan Cruz Ávila?
—Supongo que porque le convenía más. Ningún otro motivo. Le deseé suerte cuando me dijo que se iba. Ahí terminó la conversación.
—¿Cuál es tu opinión respecto de los cambios que están sucediendo en La Nación+? Hay muchos ex A24.
—Fernán Saguier tiene una falta de ética periodística absoluta. Esas cosas no se hacen. No se puede ir a robar gente a otro lugar. Esas cosas faltan a la ética periodística. Detrás de eso hay un proyecto político, no uno periodístico.
—¿De qué tipo?
—Político.
—Hay versiones que hablan de Mauricio.
—Me refiero concretamente a Macri haciendo el foundraising para el canal con un montón de empresarios amigos: Techint, el señor Caputo, el señor Mercado Libre. Los que ya conocemos. Los de siempre
—¿Tenés confirmadas esas versiones?
—A veces es difícil confirmar. Pero cuando sumás 1+1+1+1+1, la cuenta da.
—¿Qué futuro le ves a Macri en la política argentina? ¿Querrá volver por sus causas
—Existe porque existe el antikirchnerismo. Si no, Macri no existiría. Es el blanco que necesita el negro; o el bien al mal. Todo aquel que está en contra ideológicamente del kirchnerismo aún encuentra en Macri una figura para respaldarse. No es un buen presidente, no es un hombre trabajador. La Argentina necesitaba, y necesita hoy, gente que trabaje. No le veo un futuro muy promisorio.
—¿Apuntará a volver a ser presidente?
—Si no es Macri presidente, supongo que Cambiemos o eventualmente el PRO pueda volver al poder.
—¿Quién va a ganar las elecciones en octubre y qué significa eso para 2023?
—Es difícil decir lo de octubre. Estamos en febrero...
—Mucho peor lo de 2023, entonces.
—Es más fácil lo de 2023. Creo que las elecciones de octubre van a estar muy reñidas. Si la cuestión económica se endereza un poquito, el Gobierno tiene chances de ganar. Si hacés un análisis objetivo hoy, el candidato será Sergio Massa. No tiene tantas figuras presidenciables el kirchnerismo. Hay que ver cómo funciona este frente. Pero la figura más prominente es Sergio.
—¿No ves a Alberto Fernández presentándose a la reelección?
—No.
—Sería un caso raro.
—Hay que ver cómo te va, las ganas que tenés. Debe ser una posición muy desgastante. Tenés todos los beneficios del poder y todos los problemas del poder.
—¿Ves a Sergio Massa compitiendo en una interna, en unas PASO por ejemeplo, del Frente de Todos, con Axel Kicillof o con Máximo Kirchner?
—Puede ser con Axel Kicillof. No lo veo compitiendo con Máximo Kirchner.
—¿Qué opinión tenés de Máximo?
—Tengo la mejor de las opiniones. Lo conocí hace varios años. Me lo habían descripto como un chico bobo que se drogaba y jugaba a la PlayStation. Me encontré con una persona totalmente diferente. Sabe mucho de política. Tiene tres presidencias paternas encima. Sabe mucho de economía, de política, estudia. Es una persona de vida muy austera. Una sorpresa.
—¿Se puede hacer una política electoral sin aparecer en los medios?
—No. Toda La Cámpora es igual. A ninguno le gusta aparecer, a ninguno le gusta hablar.
—¿A qué se debe esa fobia?
—La Cámpora nace como una necesidad de Néstor Kirchner de formar cuadros políticos. Los pone a estudiar. Cuando viene la pelea con Clarín, en vez de estudiar, les saca los libros y les pone afiches en la mano y los manda a pegarlos. Pasan de ser una organización juvenil que se preparaba para el gobierno a una organización casi de choque. No de choque físico. Así, eso es casi su manual de estilo: no aparecer, no mostrarse. Como no lo hacen los jefes, tampoco lo hacen los que están abajo.
—¿Qué pasará en 2023 con Cristina?
—La veo más como una mujer que no abandonará la política porque está en su naturaleza. Pero la veo más como una mujer que va a estar en una situación de consulta. No la veo en ningún cargo, mucho menos el de presidente.
—¿El kirchnerismo se integrará al peronismo de manera definitiva?
—El peronismo lo terminará absorbiendo. El peronismo es muy fuerte.
—¿Quién será el candidato emergente de la oposición?
—Parecería que es Horacio Rodríguez Larreta. Es el que más chances tiene. Y tiene gestión.
—¿Hay cierto conflicto entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta? El proyecto político de “La Nación” tiene que ver con ese enfrentamiento.
—Hay quienes también ponen dentro de esta lista de auspiciantes políticos de La Nación a Rodríguez Larreta. Tengo mis dudas. Con respecto a Macri, no tengo ninguna duda.
—¿Cómo ves el futuro de la televisión?
—Las plataformas y las redes sociales irrumpieron de una manera tremenda. Los chicos hoy están todo el día con la tablet, con el teléfono. No prenden el televisor. Esto no quiere decir que no vean televisión. Los chicos ven televisión a través de otros dispositivos, que ni siquiera están contemplados por quien tendría que medirnos la audiencia, Ibope. Es una empresa que tiene un sistema de medición absoluto. La televisión tiene vida para rato. No hay político en una campaña que no pueda pasar por tu canal o por mi canal. Sin perjuicio de que pueda utilizar como herramienta accesoria las redes o cualquier otro medio, pero televisión y radio...
—¿Todos los medios pasan luego por la web? Finalmente sería todo multimedia.
—Claro, exactamente.
—O sea que no hay pura web. Finalmente es multimedia.
—En Francia, hace unas semanas los diarios le ganaron a Google. Les tenía que pagar por las notas que le publicaran. Entonces, ¿Le Monde o cualquier otro diario no se leen? Se leen. Justamente por eso piden que les paguen.
—Vos compraste en su momento el principal diario de Santa Fe y fundaste dos diarios. ¿El papel no tiene futuro?
—El papel es más complicado por la velocidad de la información. A veces cuesta esperar para llegar a una noticia. No sé si va a desaparecer totalmente porque las marcas son muy importantes y siempre queda el valor de lo escrito. Quizá se transformará en un medio muy de nicho. No creo que tenga el poder de otros tiempos
—¿Te imaginás en el futuro en un conglomerado de empresas con distintas actividades vendiendo los medios o quedándote con ellos?
—Lo único que hice en mi vida es esto. De abogacía ya me acuerdo poco. Toda mi vida hice esto.
—Los activos de medios tuyos son menos que los activos en otros rubros.
—Sí, son menores.
—¿Es a lo que vos querés dedicar tu tiempo y lo que te gusta?
—Es lo que me gusta. Es lo que he hecho toda mi vida. Si Dios me da salud, pienso seguir haciéndolo hasta el día en que ceda el paso a los hijos.
Producción: Pablo Helman, Débora Waizbrot y Adriana Lobalzo.