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Pinedo: "La economía de los 90 terminó con medio siglo de inflación"

El senador se refiere a su principal aporte a la alianza Cambiemos y traza paralelismos y diferencias entre el menemismo y el macrismo.

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Federico Pinedo. | Facundo Iglesias

#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro

—Usted hizo su carrera política en la ciudad. Ver lo que le pasó a Lousteau, que intentó competir en un Cambiemos ampliado, ¿Le indica que será muy difícil que aparezcan líneas internas antes de que Macri deje el poder?

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—No es difícil, es un tema de voluntad política. Hay que ver si alguien tiene la voluntad política de hacer la primaria. Cuando nosotros la hicimos con Michetti contra Horacio, realmente pensamos que eso era bueno para Cambiemos, que eso institucionalizaba. El mismo día que perdimos formamos parte del lanzamiento de la campaña de Horacio Rodríguez Larreta.

—La de Lousteau no fue así.

—Lousteau no era nuestro, así que no sé. Sencillamente no era nuestro.

—Era del radicalismo.

—Lousteau no era radical, tampoco.

—Bueno, representado por una parte del partido radical en la ciudad de Buenos Aires.

—Sí, una parte: Pero la otra está con nosotros. Eso no era el radicalismo. Lousteau era una cosa novedosa, en la política se requiere voluntad política y voluntad de poder.

—¿Cómo van a surgir las líneas internas en el futuro? ¿Una alternativa podría ser candidatos del radicalismo por un lado y del PRO por el otro?

—Podría ser, pero no necesariamente.

—De hecho esa fue la forma en que se eligió a Macri como candidato presidencial de Cambiemos, en una interna con Sáenz.

—Sí. Puede pasar, y podría no pasar. Tal vez haya un sector que unifique a ciertos radicales y a ciertos PRO, contra otro que unifique a otros radicales y otros PRO y a otros que no pueden no ser radicales ni PRO.

— ¿Ve esta segunda alternativa más posible?

— Me parece lo más natural.

—¿Cómo ve, en ese contexto, la puja hacia 2023? ¿Quiénes podrían ser los aglutinantes de esas alianzas entre radicales, PRO y de la Coalición Cívica, el partido de Carrió?

—No tengo la más remota idea. Eso me parece futurología total.

—¿Imagina una interna entre Vidal y Rodríguez Larreta para 2023?

—Puede que la haya, puede que no. Depende lo que ellos quieran. En política, depende mucho de la voluntad de poder y del ejercicio de la voluntad. Lo que se busca es que triunfe la voluntad más fuerte. Entonces habrá que ver.

—¿No ve la voluntad de ser presidente en Vidal o Larreta?

—Me gustaría verla de los dos.

—Yo la veo.

—Pero dependerá, si tienen la decisión de hacerlo. Requiere mucho de la voluntad, el profesionalismo, la seriedad, la confianza. Eso es importantísimo: generar confianza, mantener esa confianza en el tiempo. No decepcionar. Es muy dura la política, así que no sé qué es lo que va a pasar.

—¿Dónde se ve usted dentro de seis años?

—¿Seis años? Eso es después de un segundo gobierno de Macri.

—¿Volviendo a la actividad privada o cree que ya no hay vuelta atrás y seguirá en la política?

—La actividad es un deseo que tengo en la actividad pública. Cuando estoy en la actividad privada empiezo a extrañar la actividad pública. Así que, supongo, siempre voy a tener esa vocación pública. Si no lo hago desde una función, será desde algo más académico.

—¿Le gustaría ser jefe de gobierno de la Ciudad, como fue tu bisabuelo?

— No, no me gustaría

—¿El Poder Ejecutivo no te gusta?

—El Poder Ejecutivo me encanta.

—¿Entonces en qué posición se podría en el Poder Ejecutivo?

—Mi experiencia en el Ejecutivo fue cuando fui jefe de Inspectores de la ciudad, que era una experiencia casi extrema: tenía 1500 empleados y una lucha contra la corrupción muy compleja. Después, cuando estuve en la Secretaría de Comunicaciones, en el año 1992 y 1993, cuando tuve a mi cargo la conducción de llevar la telefonía celular al interior de la Argentina, un logro extraordinario que no voy a poder repetir. Tuve un momento de mucha energía. Mucha.

—¿Estaba privatizando los teléfonos María Julia, en ese momento?

—No, eso fue justo después de la privatización. Un año después.

—¿Se imagina en puestos ejecutivos pero no electivos?

—Eso me pareció muy fascinante: generar cosas transformadoras. Eso se genera desde lo ejecutivo, no desde otro lado.

—Claro, por eso vuelvo a la pregunta: ¿Se imagina en un puesto ejecutivo no electivo? Lo que describe es lo más parecido a un ministerio.

—No. Creo que ahora tengo una tarea que es la legislativa, lograr acuerdos políticos para que las cosas pasen y puedan cambiar la Argentina: Voy a dedicar mi tiempo a eso. Después, en 2019, ya no sé qué voy a hacer.

—Usted es bastante ecléctico. ¿No lo ve así? Después del Partido Demócrata se alió al partido Nueva Dirigencia de Gustavo Beliz.

— Sí. Renuncié a mi partido y me quedé así un tiempo hasta que apareció lo que ahora es el PRO. En ese periodo trabajamos con Beliz en una campaña que él hizo para ser jefe de gobierno y perdió contra Ibarra. Ahí sí formé parte de ese movimiento.

—También Cavallo.

—Cavallo… No me acuerdo bien. Sí, Cavallo, éramos cercanos. Cuando estuve en Comunicaciones trabajé con Cavallo en el gobierno. Después no formé parte de su partido de Cavallo. Cavallo también compitió en la ciudad. ¿Fue antes o después que Beliz? La verdad, no me acuerdo.

—Y en 1999 fue candidato a presidente. Es difícil explicar Cavallo en este contexto.

—Yo seguro estuve con Beliz, era cabeza de lista de constituyentes de la ciudad.

—¿Qué diferencias hay, habiendo sido funcionario en la ciudad y en el gobierno nacional en los años ‘90, entre la economía del menemismo y la de hoy? Muchos la comparan con la economía noventista y Cambiemos siempre rechaza ese calificativo.

—La economía de los 90 tuvo un gran logro que fue la estabilidad de la moneda. Terminó con medio siglo de inflación. Ése es un logro que alguna vez se le reconocerá, o no. Por desgracia después volvió la inflación y fue un logro que se perdió, pero en ese momento fue muy importante. Después, un grupo de economistas se enamoró de ese modelo, y se fueron al bombo, ¿no? Lo que creo es que el gobierno de Macri es mucho más desarrollista, en el sentido de empujar a todos los actores para que haya más producción.

—¿Fue siempre así, en el rumbo económico, o cuando en un comienzo, cuando estuvo aliado con el Recrear de López Murphy era más dogmático? ¿Macri evolucionó hacia el centro en los últimos 12 años?

—El partido de López Murphy era una vertiente que enfrentaba a Macri.

—Dos partidos vecinales, el de Macri contra el de López Murphy…

—Claro. Dijimos los dos “Es absurdo que nos enfrentemos, tratemos de coincidir”. López Murphy tenía una postura mucho más liberal, ortodoxa, tradicional; y Macri siempre fue un desarrollista, más amigo de los peronistas. Macri busca utilizar la fuerza del Estado para empujar la producción y para que haya más empleo. Los liberales creen que arreglando la macro, los grandes desequilibrios, el resto se arregla solo.

—Sturzenegger cree eso, por ejemplo.

—Sturzenegger… No sé, preguntale a él. Me parece que Sturzenegger tiene un pensamiento bastante sofisticado en materia económica. Es más sofisticado que eso, él entiende la importancia de los equilibrios macroeconómicos, pero se me ocurre que tiene bastante heterodoxia en la operación.

—¿El gran error de Cavallo en los años ’90 fue ser demasiado dogmático?

—Sí. Cuando Brasil devaluó más del 30%, no recuerdo cuánto…

—Un 80%: el real pasó de 1.05 a 1.85 en 1998.

—El 80%: peor. La Argentina se quedó con el dólar pegado 1 a 1. Generamos una competitividad extraordinaria para Brasil, en contra de los intereses argentinos.

—Cavallo ya no era el ministro de economía en ese momento. Menem sería el que se enamoró del modelo, en todo caso.

—Sí, pero Cavallo después demostró que seguía tan enamorado como Menem. El tipo de cambio 1 a 1 es para estabilizar los precios, pero después, si la realidad internacional genera una suba como la que generó Brasil, la moneda Argentina tiene que acompañar esa suba, no podía quedarse pegada. Hicieron eso, y le hicieron un gran daño a la Argentina.

Leé la entrevista completa de Jorge Fontevecchia acá.