PERIODISMO PURO
Entrevista

Graciela Ocaña: "La ley de vacunas se elaboró para dar respuesta a las exigencias de Pfizer y de AstraZeneca"

Ex titular del PAMI y ex ministra de Salud, la diputada describe cómo se vivió en el Parlamento la negociación por las vacunas en la Argentina. Señala que el Gobierno tuvo “errores no forzados” y cómo, a su juicio, hubo al menos un sesgo que benefició a unos y complicó otros acuerdos. Considera que Carla Vizzotti debe dar aún muchas explicaciones. Para ella, ante la irrupción de la variante Delta y lo que sucede en Europa, no debe politizarse el tema de la inmunización de los grupos de riesgo. Analiza la llegada de Facundo Manes a JxC y señala que es bueno “que haya nuevas voces” en la oposición.

Graciela Ocaña, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
Graciela Ocaña, en la entrevista con Jorge Fontevecchia. | Sergio Piemonte

¿Por qué hormiguita?

—Es un nombre que me puso Lilita Carrió. Decía que le hacía acordar a las hormiguitas que ella veía en el Chaco cuando era chica. Estaban siempre trabajando, llevaban las hojitas.

—Eran laboriosas.

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—Exactamente. Me decía “vos traés las pruebitas”, en aquel momento de la Comisión de Lavado de Dinero y en muchas de las denuncias que hicimos en conjunto. A partir de ahí me empezaron a decir “la hormiguita”. Es una buena definición. Lilita tiene esa claridad para definir. Me pareció que era lindo. En mi vida personal todo el mundo me llama Graciela o Grace, como mis amigas de la escuela. Pero en la política quedó como un sello.

—¿El paso por el PAMI y por el Ministerio de Salud de la época de Néstor Kirchner te dejó shockeada? ¿Qué efecto te produjo ver la corrupción por dentro? Recuerdo haberte llamado para entrevistarte en aquellos tiempos y tu negativa…

—Hice un muy buen trabajo en el PAMI. Peleamos conta la corrupción y la erradicamos. Estuve un año y medio en el gobierno de Cristina como ministra de Salud y me fui porque no podía transformar. Vimos la corrupción dentro del sistema de salud. Hice varias denuncias siendo funcionaria. Algo que no me perdonó nadie en el kirchnerismo. Pero hice lo que tenía que hacer. Tuve quizás fue una gran desilusión con Cristina. Tuve mucha esperanza en ella. La había conocido en el Congreso peleando por lo institucional. Decía que quería que Argentina fuera Alemania y terminamos para atrás, aliados a Venezuela cuando dejó el gobierno. Ahora volvemos a esta misma lógica. Hice la denuncia de la Bancaria, que ustedes cubrieron, que tenía que ver con entregarle medicamentos adulterados a personas con enfermedades graves, oncológicas, sida. Cuando se lo dije a Cristina, imaginé que me diria que había que intervenir todo e ir a fondo. Fue todo lo contrario: que tuviera cuidado porque Juan José Zanola era su amigo, una persona cercana. Fue una enorme desilusión. pero me fui contenta porque hice lo que tenía que hacer: denunciar y presentar pruebas.

—Cuando te decía hormiguita Carrió, los medios publicaban todas las denuncias de corrupción. Fue el fin de la llamada fiesta menemista. El gran salto del período del periodismo de investigación se produce en los 90 con el menemismo creciente. Pero entre 2003 y el enfrentamiento con el campo hubo cinco años en que no se publicaba más nada de corrupción. 

—Se publicaba muy poco.

—¿Te desilusionó también que la prensa no mostrara mucho interés?

—Era muy difícil explicarlo. Pero el caso de la mafia de los medicamentos tuvo amplia difusión en los medios de comunicación. Fue muy escandaloso. Cuando están una situación económica buena, no lo miran tanto la corrupción.

“El kirchnerismo nunca me perdonó las denuncias sobre corrupción que hice cuando fui ministra.”

—Pareciera ser que la sociedad y los medios de comunicación con cierto grado de sintonía con la sociedad, cierran los ojos frente a la corrupción, cuando la economía marcha bien.

—Eso hay que subsanarlo. La corrupción no es solamente un tema ético. Se administran mal los recursos del Estado. Nos abocamos a una enorme tarea de transparencia en el PAMI. Hicimos muchísimas denuncias, cambiamos los contratos.

—Imagino la cantidad de gallos que se tocaron. Por eso digo que yo te percibí como aturdida, con la sensación de que no se podía.

—No quería calentar una silla con una posición. Me gusta comprometerme, hacer cosas. Lo más fácil para un funcionario es quedarse. Lo único que tenés que hacer es administrar. Cerrar los ojos. Así se puede durar años en un cargo.

Graciela Ocaña, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
HORMIGUITA. “Lilita me decía ‘vos traés las pruebitas’, en aquel momento de la Comisión de Lavado de Dinero y en muchas de las denuncias que hicimos en conjunto. A partir de ahí me empezaron a decir ‘la hormiguita’”.

—Lo mismo puede decirse del periodismo.

—Eso no transforma. No hago política para eso. Podría hacer otras cosas.

—Te definiste como “militante”. ¿Qué diferencia hay entre un cuadro técnico y una militante? 

—Es quien tiene una causa y pelea por ellas. También soy un cuadro técnico porque estudio los temas y trato de formarme. A veces la política te embrutece bastante. Terminás hablando de cosas alejadas de la gente. Hoy se ve mucho. Lo que me define es ese compromiso con causas que no cambiaron.

—¿Tiene alguna connotación con los 70? La Real Academia Española dice escuetamente “militante” es “que milita”. Si vas a militar la única definición que hay está relacionada con la palabra activista: “militante de un movimiento social, de una organización sindical o de un partido político que interviene activamente en la propaganda y proselitismo de sus ideas”. Activista: una actitud activa. Militante es un término utilizado por mucha gente dentro del kirchnerismo.

—Me considero más una persona comprometida. Yo empecé a militar, militamos en La Matanza con un dirigente, el doctor Hernández, en el Frente Grande te hablo. Íbamos a tomas, a los barrios más humildes. Era un médico pediatra. Éramos más jóvenes. Uno tomaba el peso de los chicos, otro los medía, otro le hacía una ficha social. Cuando encontrábamos casos de desnutrición o de problemas enviábamos esa información a través de telegrama en aquel momento a la Provincia y al municipio para que tomaran cartas en el asunto. Ayudábamos, acercábamos, pintábamos escuelas. Eso es ser militante. Tener compromiso social. No sé hoy cómo lo toman otros. Nunca lo lo pensé. Nunca lo había advertido así.

—El activismo quizás pasó a ser algo más entrepreneur. Hay países en los que el cursus honorum político quizás no requiere ese grado de activismo.

—Éramos un grupo de jóvenes que queríamos hacer. Sin una organización detrás.

—También sos Licenciada en Ciencias Políticas. Cuando mirás que los oficialismos por lo general perdieron durante la pandemia ¿te genera alguna perspectiva respecto a las próximas elecciones? ¿El oficialismo pagará por su manera de gestionar la situación?

—Evidentemente sí. La situación de todos los argentinos empeoró. Estábamos en una situación económica muy compleja, pero hoy estamos mucho peor. Lo sabe cualquiera al que le cuesta conseguir un empleo, que no llega a fin de mes, que tiene miedo de salir a trabajar o a hacer su changa porque no sabe si se contagiará.

“El tema vacunas debería ser una causa de todos los argentinos y no una apropiación del Gobierno.”

—Aún suponiendo que el Gobierno lo hubiera hecho bien. ¿Hay una asociación entre un momento de crisis y quien lo gobierna que arrastrará al oficialismo?

—Puede ser. Habrá que ver. El voto y la decisión son de cada ciudadano. Es un error del Gobierno politizar el tema de las vacunas. Intentó hacerlo desde el minuto uno. Debería ser una causa de todos los argentinos. No una apropiación del Gobierno.

—Dijiste que a AstraZeneca se le dieron mayores beneficios que a cualquier otra empresa, incluyendo Pfizer: “Argentina renuncia prácticamente a toda inmunidad, incluso permite que se tomen los fondos del exterior de Argentina sin ningún tipo de límite”, algo que la ley de vacunas claramente no permite. Hay una discusión sobre la palabra “negligencia”. Si la pusiste vos, si la puso Cecilia Moreau. ¿Podrías aclararlo? 

—Te agradezco la pregunta, porque el Gobierno quiso instalar que la palabra “negligencia” era de mi autoría y no es así. Invito al que quiera a ver la sesión, es bastante larga, de la reunión de la Comisión de Salud. Incluso en los borradores donde los diputados se intercambian, los presidentes y vicepresidentes, las autoridades de las comisiones se intercambian las posibles modificaciones, tiene al lado de negligencia las iniciales de Cecilia Moreau. Tampoco quiero imputar a Cecilia Moreau. A sus propios errores, el Gobierno siempre le echa la culpa a alguien. Por eso dijo: “culpemos a Graciela Ocaña, que es ideal para construirla como enemiga”. La palabra “negligencia” surgió en la discusión propuesta por Cecilia Moreau, que hizo una consulta a las autoridades del Ministerio de Salud, al subsecretario del ministerio que tenía a cargo las negociaciones y sabía la situación de los contratos. Explicó que no, incluso se fue por las ramas y no respondió la pregunta sobre la negligencia. La negligencia fue incluida en la ley y en líneas generales fue aprobada por todos los bloques y también por todo el Congreso. Pero el Congreso y todos los bloques no conocíamos cuáles eran las condiciones que los laboratorios estaban demandando al gobierno argentino para firmar los convenios. ¿Por qué surge esta ley? Porque todos los países del mundo se tuvieron que adaptar y aceptar las condiciones que fijaban los laboratorios, porque son vacunas autorizadas por emergencias. Las vacunas no hicieron el proceso habitual para su autorización, que es de muchos años. Se realizan cuatro etapas de lo que se llama el ensayo clínico, cada una con su seguimiento.

“En el tema Pfizer hay una leve línea entre la negligencia del Gobierno y la corrupción.”

—Otros países lo resolvieron sin hacer una ley.

—Algunos sí. La Comunidad Económica lo resolvió por una ley. Otros países no: adaptaron e interpretaron las que había.

—Así como vos decís pareciera que la ley era una necesidad de los laboratorios para poder vender las vacunas.

—Era una necesidad del Estado argentino para poder adquirirlas en las condiciones que los laboratorios imponían, porque ellos tenían productos que todo el mundo demandaba. Hay que recordar que todavía no se habían aprobado vacunas en el mundo. Se suponía que esta ley daría respuesta a los dos laboratorios con que Argentina negociaba: Pfizer, que había hecho una propuesta en julio, y luego AstraZeneca que había hecho otra propuesta que tenía como parte de elaboración del producto en la Argentina con una empresa argentina. Se suponía que esa ley era necesaria.

—¿La pidieron funcionarios del Ministerio de Salud?

—Por supuesto. La persona que estaba a cargo de la negociación y que sigue a cargo de todas las negociaciones.

—Por eso digo que era lo que los laboratorios pedían para poder vender sin cumplir todos esos procesos.

—Se necesitaba que el contrato tuviera aspectos de secreto, porque el Gobierno y los gobiernos en el mundo se hicieron cargo si hubiera algún tipo de efecto secundario a posteriori.

—De los juicios por responsabilidad.

—Así es. De todos los juicios por responsabilidad. Argentina puso algunos límites a la inmunidad que se establecen en líneas generales. Los países se resguardan respecto de sus bienes, de sus recursos naturales, algo muy común. En general nunca había pasado para un contrato de este estilo. La renuncia a la indemnidad se da en temas deuda.

—¿Los funcionarios pidieron condiciones especiales y el Congreso quitó esas características que tenían que ver con recursos naturales y agregó la palabra negligencia?

—La propuesta de la ley tiene algunos límites de indemnidad. Se agregó la palabra negligencia.

Graciela Ocaña, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
CRISTINA. “Fue una gran desilusión. Tenía mucha esperanza. La conocí en el Congreso peleando por lo institucional. Decía que quería que Argentina fuera Alemania y terminamos en una Argentina para atrás, aliada a Venezuela cuando dejó el gobierno. Ahora volvemos a esta misma lógica”. (Foto: Sergio Piemonte)

—¿Se quitó lo que vos decís de los recursos naturales?

—El proyecto original venía así. En eso de la indemnidad pedí que se consultara a algún experto. Hice cinco propuestas para que quede claro y ninguna fue aceptada por el presidente de la comisión.

—¿Lo que mandan los técnicos del Ministerio de Salud hubiera permitido que también los recursos naturales estuvieran cubiertos y el Congreso sacó? La pregunta que me hago es si se obró con negligencia, mala praxis o corrupción.

—No. El Congreso limitó. O sea, lo aceptó tal cual como vino y luego, incluso antes del tratamiento, ya con dictamen de comisión en la Cámara de Diputados, el proyecto fue modificado antes del recinto, porque se permitió que se pudiera hacer contratos tanto con Rusia como con China. La aprobación de las vacunas si no las daba el Anmat en 30 días, podía tener una aprobación extraordinaria por parte del Ministerio de Salud de la Nación.

“La Justicia deberá investigar el interés del Gobierno en acordar con Sigman y AstraZeneca.”

—¿Se hizo algo con lo que vino del Ministerio de Salud respecto de que la indemnidad no esté cubierta también con recursos naturales o no se hizo ninguna modificación en ese aspecto?

—No se hizo ninguna modificación. Pero te quiero explicar eso. Los argentinos nos preguntábamos por qué no pudimos firmar con Pfizer. La explicación del Gobierno empieza con que primero era la palabra negligencia. Varios meses después, se le anexó el tema de los recursos naturales que pedía Pfizer como garantía, más un seguro de caución que Pfizer pedía ampliando la garantía de indemnidad que daba Argentina. 

—El Poder Ejecutivo podría haber vetado la palabra “negligencia” y no lo hizo. Y los ejecutivos de Pfizer podrían haberle pedido que lo vetara. Ginés dice no lo pidió. ¿Queda la posibilidad de que Pfizer haya ido corriendo el arco progresivamente? ¿Que haya sido inoperante el gobierno argentino, pero también Pfizer viendo que no iba a tener la cantidad de vacunas?

—Hay una leve línea entre la negligencia y la corrupción. El Gobierno sabía las condiciones de Pfizer. De la presentación que hizo el CEO de Pfizer en el Congreso (N. de r.: Nicolás Vaquer) quedó claro que los primeros días de octubre formalizó la oferta Pfizer. El Gobierno conocía cuáles eran las condiciones. La ley se discutió justamente a posteriori de esto. También le consultamos si había sido convocado para la adecuación de la ley para poder cerrar el convenio en este acuerdo que tenían y dijo que nunca había sido convocado por el Gobierno. 

—¿Cuál es tu convicción? 

—Que el Gobierno creyó o quiso comprar las de AstraZeneca, que ofrecía 23 millones de vacunas. Hay que recordar que AstraZeneca, la investigación de Oxford, aparecía como la que más rápidamente iba a llegar al éxito de aprobarse. Era mucho más barata que la de Pfizer, porque no tiene patentes.

—Creyó que con eso le alcanzaba.

—La ley fue hecha para cerrar el convenio con AstraZeneca, con la parte también del empresario argentino, muy cercano a Ginés (N. de la r: se refiere a Hugo Sigman). Los hemos visto juntos en una foto recientemente en España.

—Sería ilógico que el Gobierno por eso se pegara un tiro en los pies y no tuviese a la gente vacunada. Pienso en lo dicho por Patricia Bullrich sobre corrupción.

—La Organización Mundial de la Salud instaba a que los países pudieran cerrar preacuerdos. Lo hicieron miles de países. Por eso hay muchos países que dicen que les sobran vacunas. No es que le sobran. Cerraron acuerdos con laboratorios, porque nadie sabía cuál iba a ser la primera vacuna aprobada.

“Vizzotti debe explicar por qué puede violentar la ley para firmar con AztraZeneca y no con Pfizer.”

—¿En el caso argentino fue torpeza, falta de management, omnipotencia? 

—Una mezcla. Hubo un interés, que la Justicia deberá investigar hasta dónde llega, del gobierno argentino para cerrar el acuerdo con AstraZeneca a través de Sigman.

—Pero si igual ya estaban compradas todas esas vacunas de AstraZeneca. 

—Para resguardar eso. Había un interés en cerrar ese convenio y no el de Pfizer. Creo que está demostrado que esto es así, porque a posteriori, después ya de la negligencia y de esto que todos conocemos, la provincia de Buenos Aires aprobó una ley de vacunas que justamente también replica la palabra negligencia. El Gobierno no quiere comprar la Pfizer. No sé por qué, pero los argentinos hoy necesitamos la mayor cantidad de vacunas. El gran error fue la adquisición de vacunas. Hoy el mundo que empieza a tener un excedente de vacunas va a donarlas. Estados Unidos donará varios millones. Si no resolvemos este asunto, no vamos a poder recibir las vacunas, se reciben en el marco del fondo Covax, de la Organización Mundial de la Salud.

— ¿Habrá que sacar finalmente de todas formas la palabra “negligencia”?

—No sé si sacar la palabra negligencia. Me sorprende que Carla Vizzotti no puede firmar el acuerdo con Pfizer, ni con Pfizer ni a través del fondo Covax. Sí firmó un acuerdo con AstraZeneca en el fondo Covax, donde se extralimita en lo que la ley establece. Es la explicación que Carla Vizzotti debe dar. ¿Por qué para algunos se puede violentar la ley y darle las garantías y por qué a Pfizer no? —Es lo que leíste en algunas de tus preguntas. ¿Pero realmente te resulta verosímil que por vender 24 millones de vacunas que pueden dejar, no sé, 24 millones de dólares, un gobierno pierda las elecciones? Pongo un dólar de retorno por poner un ejemplo cualquiera. Trato de encontrar algún sentido más del orden del capricho, de un círculo vicioso de errores. 

—Es un negocio superior a 24 millones de vacunas, de todos modos.

—En todo caso sería un chiste al lado de los barcos de gas u otros casos de miles de millones de dólares. 

—El negocio que trajeron Carlos Slim y Hugo Sigman a la Argentina para producir era el para vender a AstraZeneca a toda América Latina, no solo a Argentina. Pero más allá de eso, hay errores no forzados del gobierno. No se entiende porqué esta negativa. Desde Juntos por el Cambio ofrecimos desde marzo modificar la ley. Estamos dispuestos a acompañarlos si eso permite cerrar el convenio con Pfizer. Sacá a Pfizer. Hay otras vacunas. Hay más de cien desarrollos que se llevan adelante.

—¿Hay algo de capricho? 

—Sí. Eso no explica por qué seguimos insistiendo con ampliar el contrato con la Sputnik, que no pudo entregar las cantidades comprometidas. Al 28 de febrero debieron haber entregado veinte millones de dosis y no llegamos todavía a las diez. Hay empecinamiento del Gobierno sin entender el riesgo. Todo lo que pasa en Europa, en el hemisferio norte, a nosotros nos llega con 60 días de retraso. Vemos la variable Delta, el aumento de casos en poblaciones donde tienen una sola dosis de vacuna, pero en proporción incluso mayor que en la Argentina. Vemos que pueden tener problemas. ¿Por qué Argentina no puede acceder a todas las vacunas disponibles? Quisiera ver al Presidente o la ministra de Salud discutir con los CEOs de las empresas más importantes todos los días a ver cómo podemos conseguir vacunas. Tener una estrategia para inmunizar a la población de riesgo con dos dosis de lo antes posible.

—¿Cómo analizás la fabricación en la Argentina de Sputnik que acaba de anunciar el Laboratorio Richmond?

—Me parece muy bueno, como también, más allá de las críticas que hago a ese privilegio de Hugo Sigman y todo lo demás, que el país pueda tener una transferencia de tecnología, más en un hecho novedoso de vacunas. Implica futuros desarrollos locales importantes. En la Argentina tenemos muy buenos laboratorios privados y también públicos. El tema es que la producción real seguramente demandará un año o un año y medio, porque hay que construir la planta. Lo que ahora está mandando el Fondo Ruso, el laboratorio Gamaleya, es el fermento para aquí hacer el filtrado y el envasado. Lo que no pudo hacer Sigman en la Argentina y se hace en México. Tuvo bastantes problemas para conseguir la autorización para hacer ese envasado.

—AstraZeneca y la Universidad de Oxford se comprometió a vender al costo sin ganancia hasta que la Organización Mundial de la Salud considerara que no es más pandemia. ¿Carlos Slim hace un negocio con esto en América Latina?

—No conocemos eso. cómo es el convenio tanto con Carlos Slim como con Hugo Sigman. Esperamos en el Congreso que AstraZeneca venga a dar explicaciones. Es una pregunta que le quiero hacer: 

—¿Cuál es tu convicción?

—Son empresarios. No los juzgaría por querer ganar dinero.

—¿Pero no creés que sería tonto tirarse un tiro en los pies en un tema tan crucial?

—Se cometieron errores muy graves. Y lo peor es el empecinamiento en seguirlos cometiendo. Los mismos que llevaron adelante toda esta situación, a que Argentina hoy no tenga o tenga pocas vacunas, son los mismos que hoy están al frente de la negociación en el ministerio. Si yo tuviera que decidir, no tengo dudas. Hay que separar a quien comete errores y poner un nuevo equipo, porque ahí está el futuro para salir de la enorme situación que estamos viviendo. Esto no solamente nos trajo miedo, muerte, pérdida de familiares, de afectos. Nos trajo retraso económico, decepción en muchas familias. Me causa mucho dolor que tantas familias le digan a sus hijos jóvenes que se vayan del país.

Graciela Ocaña, en la entrevista con Jorge Fontevecchia.
CARLA VIZZOTTI. “Es un cuadro técnico. Como ministra tuvo falencias bastante graves, fundamentalmente por no decir la verdad. Está mal no decir la verdad a los argentinos, 
negar la realidad”. (Foto: Sergio Piemonte)

—Eso no es solo por esto que está sucediendo, sino porque en los últimos dos años de Mauricio Macri el salario real bajó el 30% y la inflación aumentó al 50%...

—No crecimos en los últimos 10 años de la Argentina.

—Exacto. Es mucho más que por la pandemia.

—La pandemia lo agudizó. Si tuviéramos que entrar de nuevo a otra cuarentena o seguimos retrasando la economía, lo poco que queda se va a perder.

—¿La llegada de Manes al radicalismo y a Juntos por el Cambio oxigena a la coalición opositora? ¿La corre más hacia el centroprogresista o al centroizquierda progresista, a una posición en la que vos te sentís más representada?

—Sumar nuevas voces, nuevos actores, gente con prestigio, es muy importante para Juntos por el Cambio, que tiene una gran cantidad de dirigentes que vienen de distintas historias y orígenes partidarios. Todos hemos podido conjugar y amalgamar un camino. Buscamos la transformación, mantuvimos la unidad. Cuando las coaliciones pierden es algo difícil de mantener. Sin embargo, nosotros lo logramos. Y fue muy importante para el país, porque ha sido un dique de contención frente a los avances del Gobierno ha intentado con la Justicia y en otras leyes.

—Una cosa es poner dique a una hegemonía, y otra cosa es poder ganar y gobernar.

—Son dos etapas y en eso voy paso a paso. Me parece que en el 21 lo que se discute es poner ese dique de contención. Juntos por el Cambio tiene que aprender de lo que pasó. Decir dónde quiere ir y plantear ese proyecto hacia el 2023. Hay gran cantidad de dirigentes que lo pueden hacer. Es lo importante de esta fuerza de coalición.

—¿En el pedido de mayor peso específico del radicalismo y en esta interna podríamos decir entre macristas y larreístas, se puede formular un corrimiento más hacia la centroizquierda de Juntos por el Cambio, con los radicales y el sector más dialoguista del PRO?

—No creo que un sector sea más importante que otro, pero hay estilos políticos. Horacio Rodríguez Larreta tiene una forma de construir. Lo vimos en la Ciudad. trabajamos muy integralmente. Aparte de su capacidad de trabajo, es un hombre que escucha, que se mete en el problema para tratar de resolverlo. Y suma a los nuevos liderazgos que hay que construir en la Argentina. Tenemos que salir de este encierro de unos u otros. La Argentina va hacia una declinación, una pendiente. Las diferencias terminan impactando en la sociedad. Uno va más rápido, otros menos, pero todos vamos hacia una Argentina en que cada vez estamos peor. Un proyecto de país necesita acuerdos para llevar adelante reformas importantes si queremos.

—¿Qué habría que cambiar para frenar la decadencia?

—Hay que dar una discusión con la sociedad. Si lo que uno quiere es administrar el statu quo, no vamos a conseguir modificar la realidad y construir esa Argentina que todos soñamos donde haya esperanza, donde cada uno pueda realizarse. Me parece muy importante que profundicemos el cambio, cosa que Cambiemos no terminó haciendo. Hizo muchísimas cosas, más allá de los errores que se cometió en el gobierno de Mauricio Macri. Valoro muchas cuestiones. El gobierno se encontró con una situación macroeconómica complicada, con una situación de deuda complicada, con distintas bombas colocadas que había que desarmar en el Banco Central. La Ley de Reparación Histórica solucionó el tema de una gran cantidad de juicios. 

—Pero no podrías decir que haya solucionado todos los problemas. 

—No, no solucionó los problemas, obviamente. Pero creo en lo institucional tuvo cambios importantes. Falló en no profundizar el cambio, que es lo que habían votado los argentinos.

—¿Quién será el candidato del Frente de Todos en 2023? 

—Uno de Cristina y eso no es bueno. Lamentablemente, el Presidente ha perdido mucho del capital político que lo llevó a ese lugar.

—Cuando se analiza el nivel de rechazo de Máximo Kirchner o Axel Kicillof no es muy distinto al de Cristina. ¿Cómo era el Alberto Fernández jefe de Gabinete y el que ahora es Presidente?

—Yo te diría que era otra persona. Siempre fue un dirigente con mucho conocimiento de manejo de Estado. Se apoyaba en el sentido común. Y eso es lo que el gobierno nacional perdió. Tiene un enorme problema hoy de liderar su propio espacio. Hay problemas serios de gestión. Tiene una actitud muy cambiante, con una necesidad permanente de congraciarse con Cristina Kirchner, su agenda y sus acólitos. Eso lo aleja de las promesas que hizo para llegar. Quizás sea parte de la enorme decepción de muchos argentinos.

—Hay dos hipótesis. Una es la de Eduardo Duhalde: Alberto Fernández está mal, está con mucho estrés, no tiene control de sus emociones y por lo tanto es voluble y lábil. Otra hipótesis es: se hace el títere a propósito con algún fin que se podrá develar en algún momento. ¿Te parece factible alguna de las dos?

—Hace años que no hablo con él. No puedo explicar el por qué. Es muy difícil ejercer el poder sin tener poder. Y es claro que Alberto Fernández no lo tenía como para ocupar ese lugar. Quizás la pandemia le haya podido dar una oportunidad de legitimar su propio liderazgo, pero la perdió. Terminó tomando decisiones encerrado en Olivos. Hizo una pésima gestión de la pandemia.

—Si el Frente de Todos perdiera las elecciones de noviembre, ¿qué sucedería?

—Ojalá fuera más hacia el centro. Evitaríamos la radicalización de la Argentina. No lo sé. Lo que sí sé es que solamente si la oposición mantiene la cantidad de diputados y logra aumentarlos con algunos más, puede evitar la radicalización de la Argentina. Es lo que se juega en esta elección del 2021: si queremos vivir en una Argentina más cercana a Venezuela o con más valores republicanos. 

 

 

“Argentina acertó a cerrar rápido; pero el Gobierno se enamoró de la cuarentena eterna”

 

—Carla Vizzotti, que se define como un cuadro técnico, estuvo a cargo de la Dirección Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles cuando eras ministra de Salud. ¿Cómo fue ese vínculo? 
—Creo mucho en la continuidad de los funcionarios. Carla era integrante del equipo que venía trabajando en el ministerio. Es una persona técnica que conoce mucho de temas de vacunación y trabajó mucho en esto. Es un cuadro técnico. Como ministra tuvo falencias bastante graves, fundamentalmente por no decir la verdad. Está mal no decir la verdad a los argentinos, negar la realidad. Dice que que no existió el vacunatorio vip o cuando ahora no habla claramente sobre el tema de qué pasa con las segundas dosis que están faltando y que con imprescindibles. Se convirtió más en una política que en una técnica.

—¿Cuál es tu balance del segundo paso de Ginés González García por el Ministerio de Salud?

—Cometió muchísimos errores. El primero fue no considerar los riesgos de la pandemia. A pesar de las advertencias de la Organización Mundial de la Salud, Ginés en pleno marzo seguía diciendo que no le preocupaba el tema en la Argentina. Eso nos colocó en una situación de mucha vulnerabilidad y llevó al Gobierno a esa cuarentena tan rápida básicamente para fortalecer el sistema de salud. Fue algo muy lógico, pero debió haberse hecho en los meses previos. La compra de insumos imprescindibles de tests, de material para el cuidado del equipo médico o barbijos. Argentina estaba en una situación muy difícil. Si no se hubiese hecho la cuarentena en forma tan rápida y extendida en los primeros meses hubiera sido muy difícil de afrontar. 

Es muy difícil en una pandemia tener un libro o saber qué va a pasar con un virus nuevo con el que toda la humanidad es susceptible de contagiarse. Son hechos inéditos. También falló la Organización Mundial de la Salud en la advertencia temprana de la pandemia. Deberá investigarse, como también fue muy débil la primera respuesta frente a China. En algún momento deberá dar una explicación la OMS. Por ejemplo, cuando no aconsejó el uso de barbijos. Se pensaba que la enfermedad se contagiaba por superficies; luego se advirtió que era por contagio en el aire. Eso cambió la lógica de la enfermedad. Estas cuestiones de cambios de protocolos, de formato incidieron. Todavía falta mucho por conocer. Argentina tuvo ese primer acierto de cerrar todo tan rápido. Luego, la cuarentena eterna y un gobierno más enamorado del encierro de todos los argentinos y de su suba de popularidad que de resolver el tema de la pandemia, creo que no fue adecuado. 
Lo peor fue la falta de testeos en la Argentina, que sigue siendo un problema hoy. Argentina es uno de los países que menos tests realiza en proporción de habitantes en el mundo. Era una estrategia central porque eso te permitía detectar tempranamente los casos, aislar a las personas y poder seguir los contactos estrechos para evitar la difusión de la enfermedad. 
Y más grave aún fue en la política de adquisición de vacunas. Los grandes responsables de eso son Ginés González García y Carla Vizzotti.

 

 

“Cuando Cristina ganó con 54% el Parlamento se transformó en una escribanía”


—La hormiguita creó un hormiguero, porque fundó su propio partido en el año 2013. ¿Cómo llegaste a formarlo?

—Me fui de la función pública y durante varios años no participé en política. Trabajamos mucho en volcar, la experiencia de gestión. Gestionar en general y para el estado no es sencillo. Hicimos un aprendizaje en el paso por el PAMI y en el Ministerio de Salud de la Nación, y quisimos en una fundación, Confianza Pública con muchos de los que me acompañaron. 

Todos nos habíamos ido. En 2011 tuve la oportunidad porque me lo ofrecieron Ricardo Alfonsín y Francisco De Narváez de volver al Congreso como independiente en una lista que ellos encabezaban. Fue muy decepcionante para mí volver al Congreso. Cristina había ganado con el 54%. Y el Parlamento era una escribanía del Poder Ejecutivo Nacional. La oposición se había desgranado.

—No solamente había ganado con el 54%, sino que la fuerza que la seguía no alcanzaba el 20%.

—Todo atomizado. Lo poco que estaba unido se desgranó. Sufrí una enorme desilusión. Nos planteamos que no valía la pena hacer política si no podías transformar, cambiar, impulsar leyes. Si bien hicimos varias de las denuncias que después terminaron apuntalando la causa Ciccone entre otras, nos faltaba esa motivación. Y por eso tomé una decisión, para muchos muy loca, que fue armar un espacio más vecinal, más local, en la Ciudad de Buenos Aires. 

Después de muchos años decidí hacer política. Conformar un grupo con jóvenes, con vecinos, con muchas personas que no venían de la política tradicional ni habían militado, pero sí tenían trabajo social. Formamos Confianza Pública. Fuimos con una boleta corta. En aquel momento se eligieron senadores y diputados por la Ciudad de Buenos Aires. Fui solamente con esa boleta corta y conseguí dos legisladores por la Ciudad. Muchos dijeron “es una locura”. Con muy pocos recursos, pero con mucha voluntad hicimos campaña.

—Un partido recién creado.

—Logramos representación en la Legislatura. Para nosotros fue muy importante.

—La hormiguita hizo un hormiguero.

—Así es. Hoy tenemos cuatro legisladores en la Ciudad y hemos ampliado el partido a la provincia de Buenos Aires. Recibimos el reconocimiento de Confianza Pública. En el 2017 nos sumamos a Cambiemos. 
 


Producción: Pablo Helman y Debora Waizbrot.