#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro.
— ¿Creés que es uno de los problemas que tiene la justicia, la imagen de la justicia, que en realidad una de las maneras de resolverlo sería que más jueces pudiesen intervenir sobre esto?
— Mirá, yo lo que creo es que no sé si la solución sería designando o creando nuevos juzgados o más jueces. No sé si esto mejoraría la situación o la empeoraría, no lo sé. Lo que sí estoy convencido es que lo que tenemos que lograr como Estado, los tres poderes, es de una vez por todas abandonar el modelo procesal sobre el cual nosotros trabajamos, sobre todo en la instrucción, que es del siglo XIX, Jorge. Secreta, escrita, cargada de recursos interminables, que demoran el expediente, con vistas que no son necesarias. El modelo procesal es muy atrasado, y reemplazarlo por un modelo acusatorio, más ágil, que permita que se introduzca la oralidad. ¿Sabés lo que sería que la instrucción fuera oral, que en vez de estar corriendo vistas que demoran 15 días, con prórrogas al fiscal, a la querella, al defensor, un trámite que demora tres meses, hacerlo en una audiencia? Suprimir apelaciones innecesarias, que el juez de instrucción defina la elevación y que se vaya al juicio, directamente. Es decir, hay un montón de cuestiones que se podrían mejorar y eso yo estoy convencido de que eso sí mejoraría la percepción, porque aparte la haría más transparente. Imaginate una instancia por ejemplo no sé, imaginate la causa López. Todas las partes, el juez, las partes alegan y el juez falla en el momento, frente a la opinión pública, con las cámaras de televisión… Eso creo que sería algo muy bueno, en todo sentido. Y no lo estamos logrando, estamos fracasando como estado digo, en la implementación del modelo procesal. Está el Código Procesal aprobado ya, con lo cual falta el último impulso que es implementarlo.
— Respecto de tendencias y cambios en la justicia, uno de los fenómenos que se percibe recientemente es la extraterritorialidad, ¿no? que vemos en lo que hace la justicia de Brasil, los efectos que tiene en tantos países; el hecho de que Estados Unidos se arrogue la posibilidad de juzgar porque haya pasado el dinero de algún otro delito cometido en otra parte del mundo con un banco norteamericano. De hecho que cuentan que los corruptos utilizan el euro para no utilizar el dólar, para no caer dentro de la posibilidad de que lo juzgue el gobierno norteamericano, que ya parece hasta excesiva la amplitud de la territorialidad. ¿Cuál es tu opinión, dado que además vos allanaste las oficinas de Torneos y Competencias, por las relaciones de Alejandro Burzaco en la justicia de Estados Unidos respecto del uso de la extraterritorialidad para juzgar delitos que no sean de lesa humanidad?
— Sí. Sí. Sí, evidentemente aquí tenemos, es un nuevo horizonte, es un nuevo panorama, que está además consolidándose.
— Crecientemente.
— Muy crecientemente los últimos diez años. Recordemos también el caso Odebretch que ha tenido también enormes implicancias.
— A eso me refería con Lava Jato.
— En toda Latinoamérica, claro. De hecho yo participé de una reunión en el Departamento de Justicia hace dos meses, invitado justamente por este gobierno, a partir de que tramitaba en el juzgado una de las causas, así que esta es una realidad que llegó para quedarse. Y sí, efectivamente trae dificultades, trae colisiones con la jurisdicción, con las jurisdicciones locales, y especialmente que hay un principio básico en el derecho penal, que nosotros estamos obligados –los fiscales y los jueces– estamos obligados a respetar, que es un principio que se conoce como el "non bis in idem", es decir, un principio constitucional que dice que a una persona no se la puede juzgar dos veces por el mismo hecho. Y esto se aplica a dos causas que tramitan en un mismo país o dos causas que tramiten en países diferentes. Con lo cual, si hay un proceso que de un modo indetenible avanza, y por ejemplo llega a un acuerdo de sentence bargaining, donde se pacta una pena respecto de hechos que fueron cometidos por ejemplo en el territorio argentino, el juez argentino se ve impedido de hacer justicia respecto de ese acusado, en la Argentina. Sí puede avanzar respecto de otro partícipe, cómplice, etc., pero va a ser todo un desafío.
— Entonces Estados Unidos coopta una causa que tendría que formularse en Argentina.
— En principio, sí, dadas ciertas circunstancias.
— Respecto de eso.
— Me parece preocupante, sí. Me parece preocupante en el sentido de que la jurisdicción argentina, insisto, se ve impedida, se frustra la posibilidad de llevar adelante un proceso para dar, digamos, para obtener verdad o justicia respecto de por ejemplo de un caso de corrupción.
— Otra tendencia de los últimos 20 años es la aparición de fallos de cortes regionales, en el caso de Latinoamérica la Corte Interamericana. ¿Cuál es tu opinión respecto de los fallos de la Corte Interamericana relacionados con Argentina?
— Bueno, actualmente a partir de… a ver… mi tesis doctoral en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires es acerca del delito de torturas y otros malos tratos. En ese contexto yo tuve que hacer una investigación exhaustiva, entre otros, de los fallos de la Corte Interamericana de Derechos humanos, y la verdad que son fallos que han marcado hitos de progreso en la consolidación de los derechos, en este caso de los detenidos o los ciudadanos respecto de la violencia estatal, ¿no? Así como ha habido fallos muy importantes en esta materia los ha habido también por ejemplo en las cuestiones de delitos de lesa humanidad. Fue la Corte Interamericana en el fallo Barrios Altos del 2001 el que sentó por primera vez la consiga de que son imprescriptibles, y de ahí luego lo recoge el fallo Simón en 2005 y Riveros, el de la Corte Suprema de Justicia. Es decir, hay muchos aspectos en los cuales la Corte Interamericana, no solamente para la Argentina sino también para los otros países interamericanos ha marcado huellas en el sentido de la consolidación de valores democráticos importantes y al mismo tiempo de cancelar o de cerrarle el camino a la experiencia autoritaria o prácticas propias de la cultura autoritaria. Así que para responderte yo en general tengo una imagen positiva de los fallos de la Corte Interamericana.
Leé la entrevista completa de Jorge Fontevecchia acá.