POLICIA
OCURRIÓ EL 12 DE JULIO DE 2007

16 años de un violento crimen sin resolver: Atilio Demarchi, el profesor asesinado en su casa de Floresta

La causa sigue abierta y aún buscan dar con los culpables del asesinato del hombre de 68 años, atacado brutalmente por al menos dos personas. "No hay derecho a destrozar a una persona y a una familia así", dice su hermana. Lo que se sabe del caso.

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Se cumplen 15 años del homicidio de Atilio Demarchi y aún buscan a los responsables del crimen. | CEDOC

Es una mañana helada de julio, el año es 2007. En la casa de la calle Ramón L. Falcón al 4100 del barrio de Floresta, en la Ciudad de Buenos Aires, la familia Demarchi empieza el día. Momentos después, se rompe el hilo de lo cotidiano cuando al menos dos personas entran al lugar: roban, maniatan, golpean y matan a Atilio Demarchi, de 68 años, con violencia y crueldad. Desde ese entonces hasta hoy pasaron 16 años de una búsqueda activa con recompensa, pericias y pistas inconducentes, y pocas certezas en una causa que no tiene ningún responsable identificado.

“No tenía enemigos, que uno supiera por lo menos. Ni él debía dinero, ni le debían, no había una causa que pudiera orientar. Parecía algo al voleo totalmente. Es mucho tiempo para nada… Y es muy jodido”, dice Catalina Demarchi, su hermana menor, del otro lado del teléfono en conversación con PERFIL.

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La búsqueda de los autores del homicidio de Atilio Demarchi lleva 16 años sin encontrar a los responsables.

Atilio vivía en esa casa de dos plantas, ubicada casi en la esquina de Bolaños, con su mamá y su hermana Catalina, pocos años menor. Su mamá, que en ese momento tenía 97 años, estaba inmovilizada y dormía en la planta baja. Pasadas las 8:30 de la mañana de ese jueves frío, Catalina salió de la casa rumbo a su trabajo, y, cuando cerca de las 11 llegó la empleada que cuidaba a su madre, no pudo abrir la puerta. Y nadie respondía a su llamado.

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Preocupada, llamó a su marido y dio aviso a Catalina. Ella, a su vez, llamó a una amiga para que fuera a su casa mientras ella tomaba un taxi de regreso. En ese viaje, asustada, llamó una y otra vez con desesperación al teléfono fijo de su casa, con la esperanza de que su hermano atendiera y todo fuera una falsa alarma. Pero nunca respondió. La empleada, su esposo y la amiga de Catalina lograron ingresar a la casa, y fueron ellos quienes se encontraron con la escena del crimen de Atilio. “Cuando llegué me encontré con mi hermano muerto”, dice.

La puerta de entrada no estaba forzada, lo que hace pensar que, o pudo haber quedado sin llave por un momento en el que los atacantes entraron, o que Demarchi le abrió a alguien que llamó. Tampoco se sabe, en este caso, si fue abordado por los delincuentes a la fuerza, o si alguno de los agresores podría ser alguien a quien conocía y por algún motivo dejó pasar.

"La muerte de él fue muy brutal, leer la autopsia es realmente escalofriante”, dice Catalina Demarchi.

La fiscalía en su investigación determinó que fueron dos o más personas las que ingresaron ese 12 de julio por la mañana, entre las 8:30/45 y antes de las 11. De acuerdo a la reconstrucción del crimen, a Atilio lo atacaron en la cocina: lo amordazaron con un repasador, lo maniataron con su bufanda, y lo llevaron hasta la planta alta. 

Allí revolvieron todo lo que había en las habitaciones, tiraron cajones, robaron dinero y joyas que la familia había heredado de una tía. Allí, también, decidieron terminar de manera violenta con la vida de Demarchi. Lo que se conoce de las circunstancias de su muerte a raíz del análisis forense, dice su hermana, habla de un asesinato “con saña” y brutal: “Yo pienso que si haces algo malo tenés que pagarlo, y esto fue muy malo. La muerte de él fue muy brutal, leer la autopsia es realmente escalofriante”.

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Atilio Demarchi tenía 68 años cuando fue asesinado en su casa de Floresta, en la Ciudad de Buenos Aires. 

Atilio Aníbal Demarchi era profesor de filosofía y enseñaba en el nivel secundario. Se había jubilado hacía un tiempo, pero seguía dando algunas horas de clase en una escuela de la provincia de Buenos Aires, después de dejar de trabajar en la capital. “Por lo que yo vi de sus alumnos, los que llamaron y vinieron cuando hicimos una marcha a los cuatro meses, era querido. Y cuando se jubiló, la cantidad de escritos, dibujos y regalos era llamativa… tenía buena relación con sus alumnos”, dice su hermana.

Ella es quien, desde un primer momento, se mantuvo muy cercana a la causa, y es también quien habla regularmente con la fiscalía. Durante estos quince años, acercó cada inquietud, mail, pista o detalle que, esperaba, podría ser el hilo conductor hacia una identificación de los autores del crimen. Cada año, los carteles que ofrecen la recompensa a quien de una información que ayude a esclarecer el caso se siguen pegando en las calles de Buenos Aires: primero se ofrecieron 100 mil pesos, actualmente es de 500 mil y se espera una actualización del Ministerio de Seguridad. Pero el asesinato de Atilio sigue impune.

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Los carteles que ofrecen la recompensa de 500 mil pesos se pegan cada año en las calles de Buenos Aires. 

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Las pistas del homicidio de Atilio Demarchi: pericias con material insuficiente y testimonios que no se pudieron corroborar

Entre las pericias que se realizaron en 2007 para dar con los asesinos, se tomaron huellas –ninguna resultó apta– y se analizó el ADN de tres pelos que fueron encontrados: dos en el lavatorio del baño de la planta alta y otro que se levantó de la ropa. Los tres, dice la descripción del análisis, son distintos entre sí y diferentes a los de Atilio o Catalina. “Los pelos que se encontraron tenían bulbo lleno, pero cuando llegaron a peritar eran material suficiente o degradado”, explica Demarchi.

Hubo denuncias que no llevaron a nada, mails que le mandaron a ella con información, pero tampoco llevaron a nada. Hubo vecinos que, dice, le dijeron que habían visto a personas intentando abrir otras puertas de la cuadra por esos días. “Y hubo gente que después se desdijo, que a otras personas les daban datos sobre una camioneta, pero después a mí me lo negaban cuando yo preguntaba. Cuando yo fui a corroborarlo, me decían que no”, señala.

Otra línea apuntó a que, por esos días, personal de la guardia urbana de la Ciudad de Buenos Aires trabajó en el lugar para retirar un alero con tejas de la puerta de la casa, que estaba en riesgo de caerse en la vereda. Ese personal también declaró en la causa, pero nada condujo a una vinculación con la muerte violenta del docente. “Estuvieron trabajando pero del lado de afuera, no entraron, a pesar de que por las ventanas podrían ver todo. Yo fui a la municipalidad, me trataron muy bien, me dieron una fotocopia de la cuadrilla que había estado trabajando, después lo pidió la fiscalía. Pero eso se investigó y también fue a la nada”, enumera Catalina.

El Ministerio de Seguridad de la Nación solicita información que conduzca directamente a encontrar a los autores del crimen de Atilio AnÍbal Demarchi. La recompensa es de $500.000, y pueden contactarse de manera anónima llamando al 134. 

Catalina hace una pausa en el relato, del que da detalles y precisiones sin ningún rastro de vacilación, como quien conoce la causa desde hace años y la repasó una y otra vez. Hace una pausa y respira. “Son quince años, es mucho tiempo y realmente el Estado no ha dado una respuesta satisfactoria. Está impune, no hay nadie señalado, las cosas no se pudieron… En su momento no hubo ADN, no se pudo sacar ningún perfil genético”.

Para Catalina, una hipótesis probable es que fue un robo aleatorio y que, o bien la puerta quedó abierta o podría tratarse de alguien conocido o reconocible, porque no cree que su hermano hubiera dejado pasar a un desconocido bajo ninguna circunstancia. “Me refiero a alguien que pudiera ser cercano y que mi hermano lo pudiese cruzar después en la calle”, dice, pero no lo sabe. Cree también que, en esa circunstancia de atropello, su hermano puede haberse resistido. “Atilio no era una persona violenta, pero no se iba a dejar avasallar: yo creo que dentro de lo pudo, él debe haberse resistido mucho y que por ahí por eso fue la saña”, explica.

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El Programa Nacional de Recompensas del Ministerio de Seguridad ofrece una recompensa de 500 mil pesos 

Una huella, el único indicio que podría conducir a los autores del crimen de Atilio Demarchi

En la causa actúa la Unidad Fiscal Especializada en Investigación Criminal Compleja (UFECRI), que dentro del material recopilado en 2007, encontraron una huella que consideran apta. Lo que se sabe es que no pertenece a nadie de la familia, pero aún no se logró comparar con datos del Registro Nacional de las Personas (RENAPER) debido a un impedimento técnico.

La última novedad en la investigación del caso es que se está buscando la forma de adaptar ese hallazgo para que sea comparable con la base de datos a nivel nacional.

“A mi me ayudaria mucho saber qué pasó", dice Catalina Demarchi, al tiempo que reconoce que las expectativas son muy pocas. “Saber la verdad por lo menos me dejaría mucho mejor, quizás otros familiares de víctimas no, pero a mí sí. Que se sepa la verdad y quien lo hizo lo pague, aunque sea con pocos años, porque todos sabemos lo que es una condena, que a la mitad del tiempo le pueden dar condicional o tobillera, o lo que sea. Pero que de alguna forma pagaran algo, porque no hay derecho a destrozar a una persona así y destrozar a una familia así”.

  • BÚSQUEDA. El Ministerio de Seguridad de la Nación, a través del Programa Nacional de Recompensas, solicita información que conduzca directamente a encontrar a los autores del crimen de Atilio AnÍbal Demarchi, ocurrido el 12 de Julio de 2007 en calle Ramón L. Falcón al 4100 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La recompensa es de $500.000, y pueden contactarse de manera anónima llamando al 134. Catalina Demarchi también pone a disposición su dirección de correo personal, [email protected], en caso de tener alguna información.

AG / ds