Tras conocer el fallo, la organización de la boda volvió a ponerse en marcha. El miércoles pasado, la Justicia de Santa Cruz autorizó el casamiento entre Edith Casas (22) y Víctor Cingolani (35), condenado a 13 años de prisión por el homicidio de Johana Casas, hermana gemela de la novia.
Con un tono apagado, Edith le contó a PERFIL: “El lunes voy a ir a sacar fecha al Registro Civil de Pico Truncado”. Está algo cansada de la exposición mediática, pero no tiene dudas de la decisión que tomó. “Hablamos de tener hijos y queremos tener varios. Ya sabemos los nombres, pero vamos a esperar”, confesó la joven.
Antes de fin de año, Fabián Farías, abogado de Marcelina Orellana, madre de las gemelas, planteó una oposición en los tribunales de la ciudad petrolera. “Esperaba que me dieran la razón. Esto es lo peor que le puede pasar a una mamá. No entiendo cómo pudo dar bien la pericia”, dijo decepcionada a PERFIL luego de ser notificada del fallo de la jueza Gabriela Zapata.
Zapata basó su decisión en una pericia psicológica realizada por Vivian Burgi. La perito oficial dictaminó que “Edith Casas no presenta disfunción psicológica (psicosis o debilidad mental) que le impida prestar su consentimiento matrimonial” y puso fin a la discusión.
Aunque aclaró: “Si bien no se ha podido determinar una presión o condicionamiento del futuro contrayente o personas allegadas, tampoco se puede descartar de modo rotundo”.
La falta de condiciones ligadas al enamoramiento es otro componente más que, junto al ocultamiento y los temores latentes sobre la integridad física, genera o da lugar a una pregunta.
Lo que sí se puede asegurar es que esta decisión se encuentra condicionada de modo privatorio por la novela familiar previa y su peculiar constitución subjetiva junto a su hermana gemela (en la elección del mismo “objeto de amor en la desmentida inconsciente de la muerte de su hermana, en la negación de él en calidad, etc)”.
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