El sacerdote Eduardo Lorenzo, exconfesor de Julio César Grassi y acusado de abusos sexuales contra niños y adolescentes, se suicidó este lunes. La policía de la ciudad bonaerense de La Plata informó que el religioso se disparó en una oficina de Cáritas de la calle 4, entre 49 y 50, donde residía. Su cuerpo "fue encontrado tendido en el suelo, con posibles manchas hemáticas y, a un costado, un arma de fuego", detalla el parte policial de la comisaría platense.
El sacerdote cometió suicidio horas después de que la jueza Marcela Garmendia emitiera contra él una orden de detención por los cinco casos de abuso sexual, once años después de que fuera denunciado por primera vez por una serie de ataques sexuales que habrían ocurrido en las iglesias San Benito y Nuestra Señora de Lourdes, ambas de la ciudad de La Plata.
Los casos ocurrieron entre los años 1990 y 1995 (San Benito); y 1999 y 2001 (Nuestra Señora de Lourdes). Las víctimas señalaron que el cura abusó de cinco menores de edad durante los campamentos que el propio religioso organizaba. Una de las víctimas, de nombre Ricardo, aseguró que el sacerdote organizaba juegos sexuales con chicos de entre 13 y 16 años, muchos de ellos monaguillos.
El denunciante era parte de un grupo misionero que se formó, entre los años 2000 y 2003, en la Parroquia de Nuestra Señora de Lourdes. Según recordó, el religioso les pedía que mostraran sus penes y les hablaba mal de las mujeres. Otra de las víctimas, Julián, también destacó cómo era el vínculo entre el sacerdote y el sexo opuesto: "Lorenzo aborrece a las mujeres. Escuché decirles de todo: gordas, ciervas, negras".
“Siempre estaba con varones, nunca con chicas, ellas nunca eran integradas a este grupo”, contó Roberto, y recordó un episodio: “En una oportunidad, Noelia, una chica de la parroquia de unos 15 años, que si bien no era incluida en campamentos, ni en otras actividades que usaba Lorenzo para sus fines sexuales, se acercó a responderle algo a Lorenzo, y este, delante de mí y otros de los chicos, le respondió que le chupara la p.”.
“Yo tenía entre 13 años y 14 años. Lorenzo organizaba cenas y cuando terminaban todos los chicos se iban y solo yo me quedaba con él. Obviamente, como un niño de 13 años que era, trataba de entender todo lo que me pasaba, porque me sentía feliz que Lorenzo me eligiera para compartir esos momentos”, le contó a la fiscal, según consta en la declaración a la que accedió PERFIL.
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“En los tres campamentos que participé pasaron cosas", relataba por su parte Roberto. "Lorenzo se bañaba con menores, llevaba a alguno de los jóvenes menores a su baño privado, y los manoseaba dentro de la bolsa de dormir en la carpa. Eran manoseos de índole clara e inequívocamente sexual". El denunciante aseguró que le consta “el abuso que sufrió otro menor" en la iglesia San Benito de Olmos, y que "hasta el día de hoy no se anima a denunciar”.
El religioso "invitaba a los varones de su grupo preferido a quedarse a dormir con él en la casa parroquial, donde había consumo de alcohol indiscriminado, sobre todo whisky, incitando al grupo a consumirlo y a propiciar cuestiones que terminaban siempre en situaciones o actos sexuales del cura con alguno de los chicos. Era muy notorio que él tenía sus chicos favoritos con los cuales lograba consumar sexualmente”.
El cura denunciado nunca abandonó los hábitos ni dejó de ir a las cárceles dependientes del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), donde hasta abril pasado ofició como capellán de la fuerza. En el penal de Campana afianzó su vínculo con el cura Julio César Grassi, quien cumple una condena a 15 años de prisión por abuso y corrupción menores. Lorenzo, en su calidad de capellán del SPB, era su confesor y amigo.
D.S.