“Se viene la inauguración de Tarzán Disco. Preparate para bailar”. En noviembre de 2013, el entorno de Francisco Fouz Acosta promocionaba en Facebook la apertura del logro más importante del presunto capo narco en la Villa 31. Emplazado en la manzana 109 y a pocos metros de “la canchita de los lápices”, el boliche coronó el avance del paraguayo que peleó el control del territorio a los peruanos que migraron de la 1.11.14, tras la masacre de la Virgen de los Milagros.
Si bien “Tarzán” fue detenido en 2014 por abuso de arma de fuego, los detectives que conocen el funcionamiento interno del narcotráfico en la villa creen que pelea en las sombras –y a través de sus laderos– para continuar operando, aunque cada vez le resulte más difícil.
PERFIL volvió al mismo lugar que recorrió en enero pasado. La veintena de dealers que vendían droga a plena luz del día, desaparecieron. Tampoco se ven los hombres armados que, desde las terrazas, vigilaban la venta. En las manzanas 105, 108 y 110, controladas por Fouz Acosta, ya nadie corre a los vecinos con ametralladoras. No hay barricadas ni rejas que impidan el paso.
El paraguayo –cuya figura se enalteció en 2013, cuando fue señalado como el organizador de una toma de tierras en la que un comisario fue baleado– se distinguió por usar contenedores para vender droga y ocultarse en caso de allanamientos. Pero más tarde, al estilo de sus vecinos peruanos, se habría adjudicado a la fuerza viviendas para acopiar, fraccionar y vender. Incluso, habría tenido toda la manzana 105 bajo su órbita.
El megaoperativo del 7 de abril pasado –ordenado por el juez Ariel Lijo, tras una investigación de la fiscalía de Jorge Di Lello– puso un freno a las aspiraciones de la organización.
Ese día, “Tarzán Disco” fue clausurada. Ayer, la Policía Federal junto a personal de la fiscalía y la Secretaria de Integración Social y Urbana secuestraron los bienes muebles que aún permanecían en el galpón, uno de los enclaves narcos de la villa de Retiro.
Cerca de las 10 de la mañana, los efectivos de la Federal abrieron el simbólico portón. La leyenda “Tarzán” que lo adornaba ya no está. Tampoco la imagen de la bandera paraguaya entrelazada con la argentina sobre en la puerta de acceso. Fue tapada con pintura blanca. Entre escaleras, palas, una bicicleta vieja, una heladera, sillas y colchones, resaltaba la Mitsubishi Montero, de patente paraguaya, con la que Fouz Acosta recorría las calles del barrio hasta que fue detenido.
Aunque los agentes no saben con seguridad cuál es el origen del apodo, “Tarzán” se encargó de que quedara claro que era su boliche: en el lugar hay murales, calcos y cuadros del personaje de ficción. En una de las paredes, permanece colgado un afiche del papa Francisco.
Los agentes también encontraron una Honda Titan y el carro “tirado” por una moto, con la que los empleados del supuesto narco trasladaban los ladrillos de su corralón por los pasillos más angostos. Un can antinarcóticos revisó cada recoveco, excepto “la barra”, una especie de subsuelo enrejado, que guarda cajones de cerveza y todo tipo de bebidas sin abrir. El sector estaba inundado.
Ahora, todo está cubierto con polvo. Incluso los parlantes, luces y hasta la bola de espejos que daban vida a la disco. En agosto, se convertirá en un Centro Económico y Laboral, gracias al programa Atajo del Ministerio Público Fiscal.
La violencia en el barrio descendió de forma drástica. Pero los secuestros, violaciones e intimidaciones continúan. Cerca, en las manzanas 102 y 107, adjudicadas al peruano César Morán de la Cruz, los narcos pueden estar reagrupándose.
La banda de Fouz Acosta –integrada también por “Los Sanpedreanos– ya en el pasado supieron ser aliados a la hora de defender el dominio narco.
Un sicario prendido fuego
El sicario peruano Juan Arredondo Inga, alias “Piedrita”, fue prendido fuego en la cárcel de Marcos Paz, el 15 de julio. Fuentes judiciales indicaron a PERFIL que, desde entonces, permanece internado en grave estado en la unidad de terapia intensiva del penal. Se desconocen las causas del ataque.
Piedrita, quien habría sido contratado por César Morán de la Cruz, más conocido como “El Loco César”, es señalado como el autor del homicidio de cuatro personas.
Fueron cuatro crímenes en cuarenta días, cometidos con una pistola 9 mm. Mónica Rojas recibió seis disparos; Guido Giménez, fue ejecutado luego de que le cortaran tres dedos de la mano; Jean Márquez Leao fue acribillado con 25 tiros y Maicol Sánchez Ircash con diez. Fue arrestado en 2015, en la Casa del Pueblo.