POLICIA
Ingenio narco

"Transporte ciego de droga", el método de tráfico en ómnibus de larga distancia

Despachan las valijas con cocaína en la bodega de los micros, pero no suben a la unidad para que evitar ser detenidos en caso de que un control rutero la detecte. Siguen el viaje en un auto para llegar al mismo tiempo al lugar de destino. La mecánica fue ventilada en un juicio que se realizó en la provincia de Salta y que terminó con condenas de seis y siete años de prisión para dos hermanos –uno de ellos policía– y una mujer.

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Grabados. Las cámaras de seguridad filmaron el momento en el que la pareja despachó las valijas. | FISCALES. GOB.AR

El ingenio narco no descansa. La droga puede llegar a destino de distintas maneras: escondida en las ruedas de una camioneta, en una encomienda despachada por el correo, en la valija de un avión o hasta diluida en crema para manos o en biocombustible. Como no existe un modo ciento por ciento efectivo los trucos se renuevan todo el tiempo. Así surgió el “transporte ciego de droga”, un método preocupantemente efectivo que permite a los narcos llegar a cualquier destino utilizando los micros de larga distancia.

Se sabe que los controles en las terminales de ómnibus de Argentina no son frecuentes, excepto en algunas ciudades fronterizas, aunque tampoco suelen ser exhaustivos ni rigurosos como ocurre en los aeropuertos nacionales e internacionales. Ese gris precisamente es el que están explotando los criminales para aumentar el volumen de tráfico hormiga.

Esta ingeniería quedó al descubierto en un juicio que terminó con condenas de seis y siete años a tres miembros de una organización familiar, entre ellos un policía salteño, quien coordinó el envío de 30 kilos de cocaína en tres valijas que fueron despachadas en la terminal de ómnibus de la ciudad de Salta y tenían como destino Tucumán.

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El fiscal federal Ricardo Toranzos, a cargo de la investigación, detalló en el juicio en qué consiste la maniobra y cómo se lleva a cabo. Dijo que el principal objetivo de los narcos era ocultar “cualquier nexo entre el estupefaciente y el traficante”. 

La modalidad es similar a la de “gancho ciego” que las grandes bandas utilizan para enviar cargamentos de droga por aire o mar. A diferencia de lo que sucede en las terminales de ómnibus, donde los controles escasean, los narcos necesitan la ayuda de empleados o funcionarios en los puntos de salida y arribo de la droga para que el envío no falle. 

Hoja de ruta. Toranzos señaló que los acusados siguieron un plan riguroso que falló por un simple descuido. El 7 de abril de 2023, Eduardo Vilte y su mujer, Viviana Raquel Busto viajaron desde la localidad salteña de General Güemes, distante a unos 50 kilómetros, hasta la ciudad capital para hacer el despacho de las valijas, cuando podrían haberlo hecho en ese municipio que posee su propia terminal.

La pareja bajó las tres maletas con droga de su Volkswagen Fox y las llevaron hasta la bodega del micro para despacharlas como equipaje. Los dos tenían sus pasajes, pero ninguno de ellos subió a la unidad. El que sí lo hizo fue Alfredo, el hermano de Eduardo. Según el fiscal, “su rol consistía en viajar como un pasajero mostrándose ajeno a las valijas despachadas, aunque su tarea principal era la de monitorear el equipaje con la droga e informar si llegaba a ser descubierta en algún control”.

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Lejos de terminar con su tarea, el matrimonio inició el seguimiento del micro con su auto particular para llegar a la terminal de Tucumán y reclamar las valijas. Lo que no sabían era que la maniobra había sido desactivada en Salta cuando los choferes advirtieron que los dueños de las tres valijas no habían subido al micro. Las maletas quedaron bajo resguardo en una dependencia de la empresa de transporte. Como nadie las reclamó dieron aviso a la Policía y automáticamente tomó intervención Gendarmería y el Área de Casos Complejos de la Unidad Fiscal Salta, la que asumió la investigación y descubrió que era un cargamento de 30 kilos de cocaína, con capacidad de producir 255.615 dosis. 

En su alegato el fiscal entendió que el mecanismo estaba “diseñado con el propósito principal de ganar impunidad y evitar ser detenidos en el control ubicado en el puesto El Naranjo, en Rosario de la Frontera, en el límite con Tucumán, el de mayor desafío para vencer para los narcotraficantes, dada la exhaustiva requisa a la que son sometidos los vehículos”.

Con las pruebas reunidas, el Tribunal Oral Federal N°1 de Salta condenó a los hermanos Vilte a la pena de siete años de cárcel y de seis para Viviana, la pareja de Eduardo. 

En el juicio, durante la etapa testimonial, quedó claro que los conductores ya habían tenido inconvenientes en los controles de ruta, en especial en el ubicado en El Naranjo, por valijas o equipaje que se transportaba sin las verificaciones correspondientes, una señal de que la maniobra se estaba llevando a cabo de manera regular.

La defensa de los tres acusados intentó cuestionar el mecanismo de control de las valijas luego de haber sido retiradas del micro planteando la posibilidad de que la droga hubiese sido “plantada”. Sin embargo, los jueces lo descartaron en base a los testimonios del personal de la empresa de transporte, que no mostraron fisuras en la descripción del lugar y resguardo hasta el momento en que Gendarmería Nacional procedió a su secuestro.

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Como principal testigo, convocaron a la madre de los hermanos, una mujer de 88 años quien aseguró que ella había encontrado las valijas en su casa y que no eran de sus hijos. Al ser interrogada, primero dijo que las halló a los dos días de la detención de Eduardo y Alfredo y luego que eso ocurrió dos meses antes.

El fiscal se indignó en pleno juicio. “Pocas veces se vio que la defensa ofrezca un testigo y luego lo desacrediten. Aquí, trajeron a la madre para contar y afirmar una versión, y luego los dos defensores le preguntaron a los imputados si la madre estaba sana, si no tenía demencia senil. Hay que traer a una persona de 88 años para que cuente una versión y después decirle que está senil”, sostuvo Toranzos.

Los acusados habían asegurado que se dedicaban a comprar ropa en Salta para venderla en Tucumán. “No se puede tolerar que digan que no sabían por qué fueron detenidos y casi al finalizar el juicio, cuentan otra versión”, criticó el fiscal, quien rechazó de plano que los acusados sostienen “que no sabían por qué se los había acusado, llegando al extremo de decir que están hace exactamente más de un año y medio presos porque fueron a comprar un pasaje”.