¿Qué facilidad tienen los políticos argentinos para transformar la realidad en sus propias fantasías? ¿Cómo es posible que el gobierno argentino atribuya la crisis griega a las políticas del Fondo Monetario Internacional cuando el organismo ni siquiera intervino en aquel país? En el universo del cinismo todo es posible.
Lo cierto es que la crisis griega deja más que una enseñanza y genera gran preocupación en todo el mundo por las consecuencias que pueda acarrear. Incluso para la Argentina que por estas horas ve como el precio de sus acciones y bonos soberanos se derrumban a pasos acelerados.
Hacia fin de año desde estas mismas líneas se anticipaba esta crisis cuando se comparaban "Dos modelos en Pugna". Más aquí en el tiempo, se insistía desde esta tribuna con el "Sindrome de Atenas". De manera que el colapso no resulta ni sorpresivo y mucho menos inédito.
¿Qué es lo que llevó a Grecia a semejante situación? Una combinación entre una economía pequeña poco competitiva, un estandard de vida de una población de 11 millones de habitantes, más allá de sus propias posibilidades, financiado con un abultado déficit fiscal y una creciente deuda pública. ¿Resulta familiar, no? Sigamos.
En rigor, se trata de un multimillonario salvataje financiado por el FMI y la Unión Europea para que Grecia pueda pagar sus vencimientos de deuda en los próximos tres años.
Como contrapartida, el país mediterráneo deberá reducir su déficit de balance de pagos del 11 por ciento del PBI al 3 por ciento del PBI, lo que equivale a aplicar un ajuste de gastos de importantes proporciones. Por caso, los salarios de los empleados públicos y las jubilaciones no sólo se reducirán en un 20 por ciento sino que permanecerán congelados durante los próximos tres años y la edad de jubilación pasará de los actuales 57 años a los 67 años.
En las últimas horas, el parlamento griego aprobó el paquete de ajuste en sus cuentas fiscales lo que provocó la reacción popular ante las drásticas medidas. Pero, ¿cuál era la opción? El default y la salida del Euro, lo que implicaba una monumental devaluación y la vuelta al uso del Dracma, una divisa de nulo valor de mercado, al tiempo que la nación helena renunciaba a los beneficios de los subsidios provenientes de la Unión Europea, deteriorando aun más el nivel de vida de su población.
Como puede observarse y a diferencia de lo que piensan los "cráneos políticos" de la Argentina, no son las políticas de ajuste las que llevaron a Grecia a la crisis sino, precisamente, el despilfarro, el endeudamiento y vivir del ahorro ajeno. Ahora, hay que pagar la fiesta...
Pero la cuestión griega roza otras aristas y se propaga por Europa. Es que los bancos europeos -alemanes, franceses y británicos-, tienen deuda griega por casi 190.000 millones de Euros. Portugal, con una economía similar a la helena, presenta un panorama similar. España enfrenta una situación que combina déficit fiscal y endeudamiento tanto del Estado como del sector privado que impacta sobre los bancos. Italia tiene un déficit de balance de pagos que supera el 11 por ciento del PBI y Gran Bretaña con guarismos similares y una economía poco competitiva, enfrenta elecciones cruciales.
La situación griega se cristalizó a último momento. El oportuno llamado del presidente de los Estados Unidos a la canciller de Alemania, logró motorizar el salvataje financiero, a pesar de la resistencia de Berlín, cansada de financiar el desequilibrio de otras naciones, con el ahorro de sus contribuyentes. Angela Merckel deberá enfrentar el domingo elecciones regionales en el rico lander de Westfalia-Renania del Norte, con un pronóstico incierto.
Un default de Atenas hubiera disparado otros conflictos no deseados como una posible desestabilización de Chipre con repercusiones sobre el Oriente Medio. Al mismo tiempo, los temores de una propagación de la crisis sobre el resto del viejo continente desparraman zozobra entre los inversores que liquidan bonos y acciones y huyen hacia activos más seguros como el oro que orilla los 1.200 dólares.
La situación de Grecia es ambivalente. Es el fin del comienzo porque esto recién empieza. Habrá que ver si Atenas puede responder a las exigencias de esta hora. Es también el comienzo del fin del modelo del estado de bienestar, insostenible en el tiempo, para los nuevos parámetros productivos mundiales. Este es el gran desafío de Europa y sus repercusiones sobre el resto del mundo. Para los "cráneos vernáculos" es también una señal firme: el mundo no está dispuesto a financiar más fiestas ni alucinaciones políticas...
(*) Agencia DyN