El exjefe de Gabinete del kirchnerismo, Alberto Fernández, fue entrevistado en las últimas 24 horas por el diario El Cronista. Allí, le preguntaron por la posible candidatura de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Su respuesta fue categórica: "Hay causas que deben ser analizadas con cuidado y me encantaría que ella pueda explicar lo que pasó. Lo de la asociación ilícita es un disparate jurídico", señaló. Y luego arremetió: "Hay una presión mediática muy grande".
Una presión mediática muy grande. En cinco palabras supo definir como varios medios de comunicación buscan encarcelar todo lo que tenga olor o pasado K. Pero se olvida de varias causas concretas con pruebas de sobra que arrinconan a Cristina y varios de sus ministros más cercanos de los últimos 12 años de gestión.
Y lo que esconde esa frase de Alberto, que ahora se recicla junto a Sergio Massa en el Frente Renovador es que él fue uno de los encargados de ejercer presión a medios privados y paraestatales mientras supo manejar el manejo de la pauta oficial. Así, no tuvo reparos en decirle a la Sociedad Interamericana de Prensa (Robert Cox y Alejandro Miró Quesada) que no le daba publicidad a Perfil y Noticias porque si lo hacía y después se volvían oficialistas, dirían que fue por haber recibido esos avisos.
Fernández fue jefe de Gabinete de ambos presidentes. De Néstor y de Cristina. La presión mediática se ejercía a través de medios y periodistas paraestatales. La difamación a Perfil fue diaria. A través de programas "privados" y pero también de las informaciones oficiales, viajes presidenciales y hasta tenían vedado su ingreso a la Casa Rosada. La presión mediática se repite. Alberto fue parte de la primera.