POLITICA
35 AÑOS DE DEMOCRACIA

Ricardo Alfonsín: "Lo que queda es construir una sociedad más justa"

Define a su padre como “un socialdemócrata”, elogia a Antonio Cafiero y dice que la prioridad en 1983 era “terminar con las dictaduras” en el país y la región.

raul ricardo alfonsin juntos 10d 20181208
SONRISAS. Asegura que el objetivo central del gobierno de su padre fue consolidar la democracia, lo que tuvo un impacto regional. | CEDOC.

Un dato cultural, político y sociológico, es que Raúl Alfonsín se enteró de su triunfo electoral a través de la radio, en una quinta del Gran Buenos Aires, luego de dormir la siesta después de un asado. Ricardo Alfonsín, que recibe a PERFIL en el mismo departamento de la Avenida Santa Fe donde viviera su padre es quien narra aquel momento. Recuerda la incomodidad de ambos –padre e hijo– ante los protocolos y ceremonias del primer día. Define a su padre como un político tímido que, sin embargo, pudo superar ese rasgo y transformarlo en acción, acciones. “Mis recuerdos empiezan unos días antes. La gente cree que nos tomó por sorpresa el triunfo. Recuerdo que caminaba por la calle Remedios de Escalada, en Chascomús, donde vivían mis tíos y hablaba con mi viejo. Le pregunté: ‘¿ganamos? Sí, ganamos, me contestó’”.

Define al líder radical como “sin dudas, un socialdemócrata.” Y como “mucho más que alguien honesto, lo mismo que Arturo Illia”. Ricardo Alfonsín sabía que consolidar la democracia era el objetivo número uno. Y también que ganar en 1989, dada la crisis económica con que se asumía, iba a ser muy difícil. Pero, añora el 38% con el que los radicales perdieron contra Menem. Y lo destaca como un valor, “en un contexto tan complicado”.

Explica que 35 años de democracia tienen un pendiente: “lo que queda vigente es la necesidad de construir una sociedad más justa. El objetivo principal de 1983 era terminar con las dictaduras. En este sentido, tuvimos éxito. Pudimos consolidar una democracia formal, que  requiere del reconocimiento de derechos fundamentales, que tienen que ver con la libertad, con la vida. Sabíamos que a partir de que el pueblo eligiera a sus representantes podíamos avanzar hacia la construcción de una sociedad más equitativa y que se trataba de un camino lento. En eso, no hemos avanzado tanto como creíamos.

—¿A qué se debe?

—Hay una serie de factores. Algunos tienen que ver con errores… 35 años es mucho tiempo. Hubo errores en las políticas aplicadas. Hubo errores de los oficialismos, hubo errores de las oposiciones. Además, hay factores que no controlan los gobiernos. Y esto cada vez más en un mundo interdependiente, aunque asimétricamente interdependiente.

—La democracia argentina fue un paso adelante en la región.

—En ese escenario hubo que hacer todo lo que no se hizo antes. La Guerra de Malvinas fue clave en todo esto. Nos había aislado, pronunció un aislamiento que comenzó en la dictadura. La dictadura, además, nos había endeudado. El endeudamiento era terrible. Estábamos rodeados de dictaduras. Y desde el gobierno se hizo algo para tratar de acelerar los procesos democráticos. Incluso, se hizo en el contexto de algo que no se analiza. Que pudo haber sido un factor la transición democrática argentina que generara problemas en los procesos de democratización de la región. Los militares de los países vecinos tenían miedo de que les hiciesen lo mismo que hicimos en la Argentina. No hay que olvidar que el mismo diciembre en que asumimos, los mismos radicales ordenamos el juzgamiento. Y eso podría afectar las transiciones futuras. Pero hicimos mucho por ayudarlos: esto lo reconocen los chilenos, los paraguayos.

—Era una situación muy compleja.

—Sí, no sabíamos qué podría ocurrir. Porque los poderes fácticos, que habían estado comprometidos con la dictadura podrían desestabilizar. Recuerdo reuniones con intelectuales de América Latina, de Europa, a las que iba con mi padre y ellos creían que ésta era una transición más, que iba a durar poco. Y no duró hasta hoy por un gobierno, ni por un partido. No hubiera sido posible si no hubiera habido un compromiso de toda la sociedad.

—¿Cómo se comportó el peronismo?

—En cuanto a la consolidación democrática, bien. Había que tener mucho cuidado con la situación económica argentina. La crisis era tan grande que no se iba a poder dar respuesta a las demandas que se había generado durante la dictadura. De todas maneras, hay que destacar la figura de Antonio Cafiero. Fue el hombre que más se comprometió: no solamente por las amenazas militares, sino también con la economía. Trató de apoyar algunas decisiones que eran imprescindibles. Y eso creo que le costó la presidencia. Y al país le costó un presidente que hubiera hecho las cosas muy distintas: no creo que un gobierno de Cafiero hubiera puesto en marcha la revolución neoliberal que se inició en el mundo en ese momento.

—¿Su padre era socialdemócrata?

—Absolutamente. La izquierda no renuncia a cuestiones que tienen que ver con la democracia formal. Utiliza democracia liberal para luchar por la democracia social. Se lucha por eso sin dejar de lado instituciones como la división de poderes, el estado de Derecho. Son conductas universales que tienen que ver con la ilustración. Y no se las podemos regalar a la derecha. Fueron un progreso fundamental en la Humanidad. Son la diferencia entre la civilización y la barbarie. Entre la vida y la muerte. El fracaso del capitalismo salvaje, del neoliberalismo, también pone en crisis la idea del progreso. Y eso hace que surjan los neofascismos.