Mientras Daniel Scioli se junta con peronistas disidentes y resiste los embates de la Casa Rosada, Cristina Kirchner le dio luz verde al ala dura del gabinete para que empuje al gobernador a ser candidato a diputado nacional “testimonial” en octubre, repitiendo la experiencia de 2009.
La jugada tiene la clara intención de obligar al mandatario provincial a renunciar al Frente para la Victoria: los K saben que Scioli rechazará la oferta y que se quedará sin alternativas.
Scioli, en cambio, cree que si lo arrinconan a elegir entre una candidatura o el enfrentamiento abierto se verá favorecido porque se fortalecería su papel de víctima de un “poder abusivo”.
El kirchnerismo le exige a Scioli una demostración más de lealtad porque, precisamente, creen que no es leal. Toman nota de sus gestos, sus encuentros (en especial, el que tuvo con Julio Cobos, pero también con Sergio Massa o Francisco de Narváez) y sus dichos, y lo ven como el candidato de las “corporaciones”. No contribuyó mucho a esa desconfianza la foto que se sacó en Expoagro con directivos del Grupo Clarín, archienemigo de la Casa Rosada.
El gobernador aclaró que cuantos más problemas de gestión tiene “más quiero reunirme con todos”, justificando así su acercamiento a sectores de la oposición. Los kirchneristas, en las últimas horas, lo cuestionaron: “Queremos disciplinarlo”, dijo la diputada Diana Conti; “hay que gestionar mejor”, le pidió el diputado provincial Fernando “Chino” Navarro. El contestó que gobernará la provincia de Buenos Aires hasta 2015, cuando se venza su mandato. Fue una alusión a la idea que circula en ciertos ámbitos kirchneristas en torno a la posibilidad de desplazarlo antes de la Gobernación.
Scioli atraviesa una situación difícil: no tiene fondos suficientes para satisfacer los aumentos de sueldos públicos y, por eso, los docentes dejaron sin clases a los alumnos bonaerenses. La Provincia ofreció un aumento apenas superior al 22%, y terminó dándolo por decreto, porque los maestros lo rechazaron. Las reuniones con los gremios continuarán en la semana, pero es difícil –si no imposible– que el gobernador pueda mejorar la oferta sin asistencia de la Nación.
Hasta ahora, la Casa Rosada no sólo no le gira fondos; tampoco le permite colocar deuda. Sólo autorizó endeudamiento a las provincias de Chaco y Mendoza, gobernadas por dos amigos del poder central, Jorge Capitanich y Francisco Pérez. Capitanich, casualmente, anunció que será candidato en las legislativas de este año.
Aunque la desconfianza de Cristina Kirchner hacia Scioli viene desde hace tiempo, recrudeció cuando en un reportaje al diario La Nación, en enero, el gobernador dijo que tenía diferencias con el “modelo” pero que no las haría públicas por respeto a la investidura presidencial. CFK cree que esas diferencias son sustanciales y pretende evitar que el mandatario provincial llegue con chances de ser su sucesor dentro de dos años. No por casualidad echó a rodar el rumor de que su candidato podría ser Carlos Zannini, el secretario de Legal y Técnica, un hombre que integra el espacio desde que los Kirchner estaban en Santa Cruz. Si a Scioli le piden que sea candidato y él no acepta la propuesta, se formalizará una ruptura que ya se palpa en los hechos.
El problema que se compra el kirchnerismo es que perderá a una figura que mide muy bien en las encuestas y a la que ha recurrido cada vez que necesitó ganar elecciones. Scioli fue, con el kirchnerismo, vicepresidente y dos veces gobernador. ¿Será el final de una relación turbulenta?