Empecé mal el día; la vi a Sarlo en el bondi.” Encontré la frase hace unos meses en Twitter. Yo no empiezo mal el día si me cruzo con un kirchnerista en el subte. De mañana, leo diarios sobre papel, y muchas veces ese principio es duro; otras veces, desconcertante. Siempre me obliga a pensar. (…)
El kirchnerismo ha ganado una batalla cultural y traté de explicarme justamente eso en términos políticos (no hablo ni de la pobreza ni de la corrupción, ni de la economía). Para ganar una batalla es tan necesaria la audacia como el cálculo. Las dos palabras describen a Kirchner.
No hay resultado electoral (sea victoria o derrota) que explique del todo la intensidad con que Kirchner encarnó la política en los últimos ocho años. Contra una idea tecnocrática simplista, impugnó la equivalencia inerte de política y gestión; criticó un sentido común, insensible a las desigualdades, para el cual la segunda es preferible a la primera. El kirchnerismo tradujo todas sus batallas al lenguaje más apropiado a estas ideas.
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