Cristina Kirchner estalló de furia cuando se difundió que Lázaro Báez, el empresario oficialista, había recibido en 12 años de kirchnerismo más de ocho mil millones de pesos para obra pública. Lo que molestó a la jefa de Estado fue que en la lista –que luego ella ordenó hacer pública– de contratistas del Estado los que más se llevaron (dijo a su entorno) fueron los más opositores al Gobierno como el Grupo Techint. “Es Cristina en estado puro”, dijo un funcionario en diálogo con PERFIL para explicar que en pocos días blanqueó la nómina de los más ricos de la obra pública, y se despegó de Báez por cadena nacional.
Pero además, buscó alejar el escándalo el caso Hotesur, donde se investiga a la familia presidencial por presunto lavado de dinero.
Despegarse de Báez para ella es difícil. Báez tiene pública cercanía con los Kirchner. Hasta construyó el mausoleo donde descansan los restos del ex presidente Néstor Kirchner. Si bien es cierto que la mayor parte del dinero recibido fue a través de la provincia de Santa Cruz, también lo es que las provincias son financiadas por la Nación.
Pero la difusión de datos, como la conformación de la lista del Club de la Obra Pública, es una mecánica habitual cuando CFK monta en cólera.