POLITICA
Recelo con casación y el máximo tribunal

Dos golpes en una semana que hicieron saltar las alarmas en el Frente de Todos

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Decisiones. La cabeza del Poder Judicial debe resolver varios planteos en torno a una causa que involucra a la vicepresidenta, como Obra Pública, que la sentó en el banquillo. | cedoc

En una sola semana la justicia le dio dos duros reveses al oficialismo y las señales de alarma volvieron a encenderse con fuerza en un amplio sector del partido gobernante. Mientras que el lunes la Sala I de la Cámara de Casación Federal –máximo tribunal penal del país– avaló los testimonios y figura de los arrepentidos en el marco de la causa cuadernos de la corrupción, este jueves  la Corte Suprema terminó confirmando la condena a cinco años y diez meses de prisión del ex vicepresidente Amado Boudou, en la causa Ciccone Calcográfica.

Ambas decisiones no sólo fueron leídas o interpretadas como hechos puntuales sino también como un indicio de algo más profundo y que demuestra que las decisiones para despejar el complicado escenario judicial de CFK en primer lugar y de otros ex funcionarios en segundo plano, no parece tan factible como creían o esperaban.

Esa lectura se extiende tanto a lo que sucede en la Justicia en general como en la Corte Suprema en particular. Esta última es la instancia fundamental a la que se mira con atención porque no sólo ya residen allí una serie de planteos de la vicepresidenta en la causa Obra Pública –el único de los casos en su contra cuyo juicio ya se lleva a cabo– sino porque es dónde tarde o temprano irá confluyendo todo lo relativo a su situación judicial.

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La Corte ya deparó noticias en el último tiempo que dejaron descolocado al oficialismo. Primero abrió el Per Saltum de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli cuyos traslados cuestionaba el kirchnerismo. Y luego los confirmó momentáneamente en sus cargos hasta que las vacantes se cubran por concurso. Un proceso que, aunque el oficialismo intentará apurar, difícilmente tarde menos de un año, lo que complica los planes de poner en esas estratégicas vacantes a otros magistrados.

A eso además hay que sumarle una decisión del máximo tribunal en julio pasado, que no pasó desapercibida para el kirchnerismo. Fue cuando dictaron una serie de fallos en distintos incidentes con los que respaldaron la continuidad de investigaciones en casos de corrupción. Del ex secretario de Obras Públicas José López pasando por planteos del también ex funcionario de Planificación Roberto Baratta, en Yacimientos Carboníferos Río Turbio, fueron solo algunos de los planteos rechazados que se convirtieron en aval para que las causas sigan su curso.

Pero las resoluciones de los jueces de la Corte no son los únicos que preocupan. También lo que sucede en las instancias anteriores. La decisión de Casación respecto de Cuadernos fue un duro revés en una de las principales causas que involucran a CFK. Aunque era una apuesta difícil, las defensas intentaron derribar las declaraciones de los arrepentidos en el caso, pero no lo lograron y ahora deberán ir al Palacio de Tribunales, donde funciona la Corte, que por otro lado no tiene plazos para decidir. Es decir que la causa puede comenzar con su juicio oral y público –algo que no se prevé que suceda en 2021– sin que la Corte aún se haya expedido sobre él o los planteos.

Algo similar a lo que sucede con Obra Pública el juicio que en mayo de 2019 sentó por primera vez a CFK en el banquillo de los acusados. Por el caso hay varios planteos en la Corte que podrían desde suspender a terminar con el juicio o simplemente no hacer nada si se los rechaza o no se les hace lugar. Pero por lo pronto los recursos no evitaron la foto o video más incómodo si se tiene en cuenta la televisación de la indagatoria a la vicepresidenta.

Aunque ella no asiste en esta instancia y el juicio se hace de forma semipresencial, el debate se realiza dos veces por semana y avanza con testimoniales. Las mejores estimaciones hablan de que podría terminar para después de mediados del año próximo en torno a las elecciones de medio término. Otra parada incómoda que la política desearía evitar.