En el Gobierno son cada vez más las voces que analizan con recelo el lugar privilegiado que se le dio a Sergio Massa en la búsqueda de gobernabilidad. Las concesiones que se le otorgaron, sostienen, no se condicen con el apoyo político que se pretendía. Esta semana, con las trabajadas negociaciones por los temas holdouts y Ganancias, esa tirante relación volvió a quedar en el centro de la escena.
“El problema con Massa es que se le pagó al contado y estamos cobrando en cuotas, cuando debería ser al revés”, explica una voz con peso dentro de Cambiemos. En los primeros días de gestión para el oficialismo era imperioso llegar a un acuerdo con el líder del Frente Renovador, para así dar señales claras de que podía tener el control de la Cámara de Diputados.
Sin embargo, ante cada tema de debate parlamentario el massismo abrió una nueva instancia de negociación. “No se puede ir a negociar a Tigre, no hay que sobrevalorarlo”, expresó una de las principales espadas legislativas de Cambiemos. Se refería al viaje al norte del Conurbano que el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el presidente de la Cámara alta, Emilio Monzó, hicieron el lunes por la noche para terminar de pulir el apoyo del bloque de Massa al proyecto de ley que destraba el pago a los holdouts. El propio Frigerio, unos días después, manifestó en una reunión su descontento con la actitud que estaba tomando Massa.
La primera concesión fue en territorio bonaerense. Massa colocó a Jorge Sarghini como presidente de la Cámara de Diputados, a Daniel Arroyo y Mario Meoni como directores del Banco Provincia, a Santiago Cantón como secretario de Derechos Humanos y a titulares de organismos de control. Pero desde el Frente Renovador hacen una diferenciación entre la relación en la provincia de Buenos Aires y la de Nación. “Yo lo escuché a Massa aclarar que eran dos negociaciones diferentes”, relata un dirigente de Cambiemos, quien se suma a las voces que sostienen que esas concesiones debieron ser parte de un acuerdo general. Justo esta semana también crujió ese acuerdo en la Provincia.
En Nación, dirigentes del massismo también fueron designados, pero en el entorno de Massa replican que fueron “arreglos personales”. Según relata un operador político del Frente Renovador, las negociaciones por los cargos quedaron truncas durante una reunión que mantuvieron en Tigre Massa, Monzó y Frigerio en febrero. “Olvídense de los cargos”, dijo allí Monzó. “No se trata de cargos. El negocio de Sergio es posicionarse como garante de gobernabilidad y a su vez acumular capital político”, replican en el massismo. Su estrategia reside en que se mantiene cerca de Macri –en tanto y en cuanto ve que la sociedad mantiene expectativas positivas– mientras marca la cancha con diferencias políticas, como en el caso de Ganancias, el acuerdo con los buitres o difundiendo los índices inflacionarios del IPC Congreso. “Da gobernabilidad, acompaña, pero hace críticas y fuerza cambios, en función de lo que fue su agenda de campaña”, explica un dirigente.
En la mesa chica del macrismo entienden su juego. “No nos da vergüenza tener que acordar con él, porque acá no se negocian valijas, como hacía el kirchnerismo. Se negocia capital político”, define otro dirigente. Por eso Massa seguirá teniendo un rol importante, al punto que estuvo la semana pasada en Casa Rosada reunido con Marcos Peña. Pero para evitar esa “massadependencia”, en el oficialismo aspiran a provocar una mayor división en las filas del Frente para la Victoria. Consideran que mientras más divisiones surjan en el peronismo menor es la necesidad de depender de Massa. Apuntan, sobre todo, a que los acuerdos con los gobernadores sean más sólidos y no se reflejen sólo en el Senado, sino también en Diputados.