Que hace mucho que no lo ven, que no saben si está vivo o está muerto, que creen que viajó al exterior, que no saben si volvió, que estuvo enfermo. Preguntar por Tony Cuozzo, el ex coiffeur de Carlos Menem, genera una ola de respuestas enigmáticas y contradictorias. Como si la vida del ex peluquero oficial fuera un secreto que hay que mantener callado o un enigma que nadie quiere revelar.
¿Dónde está Tony?, fue la pregunta que desencadenó el misterio. Primero entre los hombres cercanos al ex presidente Menem; después, entre los vecinos de Lomas de Zamora, el barrio donde Cuozzo tuvo su última peluquería.
Perfil.com habló con cuatro personas del entorno menemista: un asesor de prensa, un vocero, un familiar y un periodista que siguió de cerca a Tony en sus años de esplendor. Ninguno supo decir una palabra acerca del misterioso hombre de las tijeras. “No tengo idea por dónde anda. Si querés te averiguo”, suelta uno de los hombres de Menem que al rato comunica: “Ni idea, che. No sabemos nada de Tony”. Después, un allegado al ex presidente durante la década de los '90 responde: “Lo último que supe de Cuozzo es que había viajado a España, pero andá a saber si está vivo o muerto”.
Antonio Cuozzo fue durante quince años el peluquero personal del ex presidente Menem. Fue la persona que, recomendada por Eduardo Duhalde -vecino de Lomas de Zamora y cliente de Tony en Efeverium, su peluquería de barrio-, recortó por primera vez el pelo desaforado y las patillas caudillescas del candidato para los afiches del “Síganme...” de la campaña del '89. Y desde ese corte iniciático, acompañó al riojano por el mundo custodiando su cabellera rebelde.
La relación entre el coiffeur y Menem fue más allá de las tijeras y Cuozzo hizo las veces de secretario privado, compartiendo sus tareas con Ramón Hernández. Tan delicada era su misión, que el ex presidente había acondicionado el Tango 01 con un sillón especial para que el peluquero hiciera lo suyo con comodidad. Es que Cuozzo era un pasajero obligado en las giras oficiales; en las que a veces ni siquiera estaban presentes los ministros.
Su presencia como parte del staff gubernamental era tan extrema que llegó a despertar polémicas. Una vez, en 1994, Menem recordó a las víctimas del hundimiento del crucero General Belgrano a bordo del rompehielos “Almirante Irizar” en Usuahia. Enceguecido por su coquetería, el riojano decidió que su peluquero fiel debía estar a su lado, aunque eso significara ocupar el lugar de los familiares de las víctimas, que -enojadas- debieron permanecer en el puerto por falta de lugar en el buque.
“Yo soy nada más que su peluquero, no soy funcionario, ni político como dicen por ahí. Yo trabajo todo el día para el magistrado. Duermo poco, es complicado no se crea, me piden muchas cosas, no es tan simple. Eso sí, si no fuera por él yo no sería reconocido, claro que no”, se defendió una vez ante la revista Noticias.
Su rol dentro del entramado menemista de los '90 es indiscutible. Nadie niega su protagonismo ni su fidelidad durante esos años. Sin embargo, hoy “nadie sabe nada” de su paradero. ¿Por qué? ¿Cuál es el misterio? ¿Por qué tanta intriga?
Las versiones acerca del estilista más famoso del barrio circulan veloces por las calles de Lomas de Zamora, donde Tony Cuozzo tuvo su primer salón de peluquería. Perfil.com habló con los comerciantes que compartieron la cuadra con Tony: el kiosquero, el dueño del negocio de lanas, el zapatero, el peluquero de la vuelta y hasta la familia que le alquiló durante años el local.
Los que no se negaron a hablar, se contradijeron o se tiraron la pelota: “Yo no te puedo decir demasiado, era un personaje muy especial. Mejor preguntale a Luis, el peluquero de la otra cuadra. Él era cliente de Tony y después se puso su propia peluquería, seguro que te dice algo”. Y Luis dice que sí, que lo conoce a Cuozzo, pero que no puede hablar demasiado: “Él con sus cosas era muy reservado, así que mejor me callo”.
En Hipólito Yrigoyen 8891 donde funcionaba hasta hace 3 años Efeverium, la peluquería masculina donde Tony empezó su carrera, hoy hay una casa de ventiladores de techo. Pero el estilista dejó su huella y, a modo de monumento, incrustó en la vereda un pedazo de mármol tallado con su nombre (Ver foto). “Es lo único que queda de Cuozzo”, reconoce un comerciante de la cuadra que conoció personalmente al peluquero aunque prefiere “no hablar del tema”.
Cuando la investigación estaba a punto de fracasar, un nuevo dato, una huella crucial, anima a seguir una nueva pista... (continuará)
(*) redactora de Perfil.com