Poco después de haberse iniciado el diálogo de las entidades del campo con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el ministro de Economía, Carlos Fernández, una serie de insistentes llamados instaban a dar por terminado el encuentro. Era nada menos que Néstor Kirchner, quien intuía que el jefe de Gabinete estaba efectuando concesiones fuera de lo pautado de antemano en Olivos.
Kirchner fallaba con los tiempos, porque creía que el encuentro se había iniciado con anterioridad a lo que sucedió. Y pensaba que las cosas se estaban prolongando por demás. Los dirigentes afirman que, como aparentemente Fernández no obedecía a Kirchner, la Presidenta llamó luego para exhortar al jefe de Gabinete a terminar el encuentro.
La anécdota ilustra no sólo la falta de autonomía como negociador de Fernández, sino también el ya mentado doble comando, pero que es una constante de la administración.
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