Hugo Matzkin, el último jefe de la Bonaerense, está de luna de miel en el Caribe. El ex comisario se fue de vacaciones el jueves con su esposa Sandra, que también es policía. Se habían casado el año pasado, pero por la gestión no había podido concretar el viaje. Volverá en unos días. PERFIL se comunicó con él, pero no quiso hacer comentarios. Ahora, retirado, se dedica a asesorar al ex ministro de Seguridad, Alejandro Granados, que es Intendente de Ezeiza.
Muchos de sus hombres cayeron en la purga que encaró el actual ministro Cristian Ritondo como consecuencia de la crisis de los prófugos del triple crimen. Algunos de esos comisarios tenían vínculos con sospechados de proteger a los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci.
Pero para el entorno del ex comisario general y para sus amigos ex jefes policiales lo que hubo en la crisis de los prófugos no fue culpa de la corrupción en la Bonaerense –que no niegan– sino de la falta de conducción. Además, desacreditaron la purga. “Ninguno de los separados era importante en la estructura de la policía, ni había sido promovido por Matzkin”, se defendieron.
La purga involucra a nueve comisarios generales y a 21 oficiales de alto rango. “Queremos una policía más comprometida con la sociedad”, dijo Ritondo cuando la anunció. Cerca de Matzkin opinaron que lo que está haciendo el nuevo ministro es “intentar hacer todo de nuevo”, cuando lo necesario “es agarrar lo que hay y conducir”. “Nosotros echamos más de 200 policías en nuestra gestión, pero por casos puntuales, no masivamente porque sí”, cuestionaron.
Durante la era Matzkin se implementó la policía local, que engrosó la tropa Bonaerense. Hoy, es la fuerza de seguridad más grande del país con casi cien mil hombres. Para ellos, esa idea cambió el mapa de la seguridad en la provincia de Buenos Aires. Ritondo, que llegó elogiando la gestión de Granados, rápidamente empezó cambios cuando vio que no podía controlar ciertos aspectos de la fuerza de seguridad. La fuga del penal de General Alvaear aceleró todo.
La lupa rápidamente se puso sobre la DDI de Quilmes, donde las supuestas conexiones entre políticos, policías y delincuentes motivaron una purga y un cambio de autoridades. Los Lanatta y Schillaci tenían, según denunció Ritondo, cierta logística y protección policial en ese distrito del Gran Buenos Aires. Las sospechas crecieron cuando los prófugos pudieron visitar lugares de Quilmes y Berazategui sin poder ser capturados por las fuerzas de seguridad.