En el período entreguerras, en los Estados Unidos preponderaba la teoría de la aguja hipodérmica: los que estudiaban la comunicación política creían que se podía manipular a las audiencias con un mensaje fuerte y directo, como si fuera un inyección. La teoría fue desechada por estudios posteriores. Estaban equivocados.
Es difícil pensar que esa fue la idea de los funcionarios que planifican la comunicación oficial K, pero es simple saber que la cadena nacional del lunes pasado, durante el prime time, causó rechazo en algunos segmentos de la audiencia, que hicieron tenues pero espontáneos cacerolazos en algunas zonas como Belgrano y Barrio Norte.
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