POLITICA
La bailarina que presidi el pas

Entre bares de Panamá, "no me atosiguéis" y el arresto en Madrid

Riojana, con vocación por las danzas, la vida la llevó a la Casa Rosada y a ser la compañera sentimental del gran protagonista argentino del siglo XX. Su hermetismo impidió hasta ahora echar luz sobre cómo conoció a Juan Perón y su papel en la antesala del terrorismo de Estado en el país. Quizás llegó la hora de que brinde alguna explicación.

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Los más jóvenes, quizás la primera vez que oyeron nombrar a Isabel Perón en su infancia fue con aquel sonoro "no me atosiguéis" que espetó la ex presidenta a los periodistas en el retorno de la democracia en Argentina.

Esta riojana, nacida el 4 de febrero de 1931
, había adoptado una aguda tonalidad castiza en unos pocos años de residencia en Madrid.

Su vocación por las danzas la llevó desde un hogar de clase media a Buenos Aires, donde se integró a una compañía de teatro. Como bailarina, "copera" según algunos, enviada por los servicios de inteligencia de la dictadura denominada Revolución Libertadora, según otros testigos, pasó por Panamá  en 1955 y conoció al general Juan Domingo Perón.

Pese a supuestas infidelidades que narran figuras del entorno de Perón en su exilio, la pareja se mudó a Venezuela y más tarde a República Dominicana. El 5 de enero de 1961 Perón e Isabel contrayeron matrimonio en Madrid.

Entre fines de los '60 y comienzos de los '70, Isabel comenzó a ampliar su influencia de la mano de una alianza con José López Rega, que luego sería su condena, mientras Perón, ya con algunos problemas de salud, ataba los lazos de su retorno a Argentina.

Volvió con Perón al país en 1973 y ese mismo año fue electa vicepresidenta. Perón-Perón fue la fórmula para suceder a Cámpora-Solano Lima. Pero de aquella dupla soñada por las masas en los 50', con Eva como candidata, la acompañante del '73 del General concitaba indudablemente menos pasión y esperanza.

Dos días antes de la muerte del mítico líder ocurrida el 1 de julio de 1974, el país quedó en manos de una presidenta con discreta formación, que delegó funciones de facto en el siniestro y todopoderoso José López Rega, "el brujo", fundador de la ultraderechista Alianza Anticomunista Argentina, la organización paramilitar que ofició de antesala para las atrocidades del terrorismo de Estado.

Si el peronismo se desangraba entre movimientos y guerrilla de izquierda y paramlitares y sindicalistas de derecha, pocas personas con menos capacidad de conducir ese proceso que Isabel Perón había en el país.

En ese marco, en 1975 llegaría el fatídico decreto que facultó a las Fuerzas Armadas a "ejecutar las operaciones militares y de seguridad" que fueran "necesarias a efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país".  En ese contexto se produjeron las desapariciones que ahora la acusan.

Tanto desorden y ciertas garantías que siguen en pie aun en democracias precarias, no satisfacían a los jefes militares Jorge Rafael Videla y Eduardo Massera, quienes tenían en mente un plan más sistemático de desaparición de personas.

Fue tratada con desprecio por la dictadura, que la confinó en cárceles y residencias de El Mesidor, Neuquén, y San Vicente, Buenos Aires, entre otros lugares, durante cinco años. Los militares la acusaron de "malversación de fondos".

Fue liberada el 6 de julio de 1981, cuando la ex presidenta decidió partir hacia el exilio en Madrid. El gobierno de Raúl Alfonsín le tendió algunos puentes más amables, pero ella pidió que no la atosigaran.

Sus opiniones políticas y explicaciones del pasado fueron formulados a cuentagotas. Probablemente deberá hablar en los próximos meses, pero ante la Justicia.