Le dicen la “Che Guevara” femenina. Su nombre era Micaela Feldman, aunque prefería que la llamasen Mika Etchébère, su apodo y su apellido de casada. Ignorada por la historia, fue la única mujer argentina que peleó en sangrienta Guerra Civil Española (1936-1939), y ahora es protagonista de un nuevo libro. La escritora española Elsa Osorio la recupera y la define como dueña “de una personalidad arrasadora” en su novela La Capitana, que publicará Seix Barral en nuestro país.
Osorio muestra a Micaela como una mujer “plenamente libre que quería cambiar el mundo” y que no se plegaba ante las consignas de nadie, incluidos los hombres de su entorno. En una entrevista reciente a la Revista Ñ, Osorio afirma que Micaela “decía que los lugares había que ocuparlos y ahí estaba, en el frente de batalla pero también repartiendo cucharadas de jarabe para la tos entre los hombres de su tropa, viuda, porque a su marido, Hipólito, lo mataron al principio de la guerra”.
Micaela nació en 1902 en Moisés Ville, una colonia de rusos judíos de Santa Fe, y desde la adolescencia sus pasiones políticas se inclinaron hacia la izquierda marxista. A los 18 inició los estudios de odontología en la Universidad de Buenos Aires, donde conoció al también revolucionario Hipólito Etchébère, con quien se casó. Junto a él viajó a Europa, para unirse al desarrollo del movimiento obrero, y tras el asesinato de su marido, antes de la Guerra Civil en España, fue elegida por el Partido Obrero Unificado Marxista (P.O.U.M.) como su líder. Ella aceptó gustosa, y desde ese momento fue conocida como “La Capitana”.
Los correligionarios del generalísimo Franco sabían muy bien quién era esta argentina, “la mujer que mandaba en la casa del P.O.U.M.”. “No hay acontecimiento político en el que no se involucre, que no provoque sus lúcidas reflexiones”, afirma Elsa Osorio. “¿Anarquista, comunista, trotskista, opositora de izquierda al estalinismo, del grupo Que Faire, del POUM, me di cuenta que más allá de un encuadramiento fugaz no la podía encasillar en ningún partido, pero estuvo siempre contra el fascismo”, subraya la autora.
Micaela nunca abandonó la militancia. Tras la derrota y las “purgas stalinistas”, fue capturada, rescatada, liberada, y socorrida para cruzar clandestinamente la frontera española. Se refugió en Francia, de donde también debió huir a Argentina, por su origen judío. En aquella época trabó amistad con personalidades como Alfonsina Storni, André Breton, Julio Cortázar o Silvina Ocampo.
Según Osorio, de vuelta en Argentina, Micaela publicó artículos en la revista Sur, con extractos de su libro “Mi guerra de España”, y volvió a París para participar de los revolucionarios acontecimientos del 68. En los años 70 participó de las manifestaciones en contra de la dictadura militar argentina y se enojó mucho cuando algunos de los argentinos exiliados festejaron la guerra de Malvinas. Murió una década más tarde, a los 90 años, segura de que no había dejado ninguna batalla por librar.
(*) Especial para Perfil.com.