A poco de asumir, el próximo Presidente argentino recordará el 40º aniversario del golpe militar más sangriento de la historia de nuestro país. Cuatro décadas después, los ‘70 siguen siendo una herida abierta. La política de derechos humanos kirchnerista, lejos de cicatrizar esa marca, profundizó las divisiones sociales. Partidizó a los principales organismos de derechos humanos, ensució a sus referentes más nobles y combativos de antaño y dividió a la sociedad entre buenos y malos, sin matices.
Su visión maniquea de la historia y de la vida convirtió al cuestionable y sospechoso, César Milani, en una víctima de una supuesta persecución del grupo Clarín tal como el militar le explicó a Hebe de Bonafini en una bizarra entrevista en la Casa de las Madres. La “memoria, verdad y justicia” se convirtió en un slogan que no se aplicó en las injusticias sociales de las últimas décadas –como la voladura de la AMIA y su encubrimiento pasando por el asesinato del fiscal Alberto Nisman hasta los muertos de la tragedia de Once y de las inundaciones en La Plata-.
Se endiosó a la juventud maravillosa de ayer y se la comparó con los burócratas que ocupan oficinas estatales mientras “militan” desde las redes sociales por una justicia social que tiene miedo de gravar la renta financiera o contradecir a su líder. Está claro que el capítulo de los manuales de historia de los desafíos que Firmenich le hizo al “viejo” Perón, los camporistas los arrancaron de un tirón. El kirchnerismo celebró la revolución imaginaria de sus jóvenes devenidos en cortesanos y aplaudidores de la reina Cristina. La rebeldía quedó sometida al mandato de insultar a los poderosos de vaya a saber qué multinacional, siempre que no sea nacional y popular.
En ese país real pero también inventado que nos dejará la Presidenta, ¿qué piensan sus principales candidatos a sucederla? Hoy Daniel Scioli es señalado como la “moderada” continuidad aunque, a comienzos del menemismo, reivindicaba la llegada de los militares al poder y criticaba el accionar de Montoneros. Es más, entendía a los ´70 desde la lógica de la teoría de los dos demonios. La entrevista en la revista Playboy de abril de 1990 es imperdible. Sin embargo, el kirchnerismo prefiere encasillar en “la derecha” a Mauricio Macri y a Sergio Massa. ¿Qué sería “la derecha”? Los tres compartieron un proyecto en común: Sueños Compartidos. Es una explicación entendible de por qué la causa judicial, a cargo de Marcelo Martínez di Giorgi esté prácticamente sepultada.
El tribunal de cuentas de la provincia de Buenos Aires cuestionó el manejo de fondos públicos en los tres obradores de las Madres de Plaza de Mayo en Tigre y la Auditoría General de la Nación, hizo lo propio con el de Castañares en General Paz, manejado por los hermanos Schoklender con fondos de Nación y del Instituto de la Vivienda de Macri. Scioli también debería dar explicaciones de qué pasó en los obradores del municipio de su ministro de Seguridad, Alejandro Granados, en sus tiempos como intendente de Ezeiza. Los vecinos de “Viviendas Marítimas” aún esperan respuestas.
Macri no quiso evitar el traspaso de la Ex Esma a la órbita nacional. Curiosidades del destino, dependerá de él en unos meses, si es que llega a Casa Rosada. ¿Mantendrá las murgas, los asados, las muestras afines a una cierta lectura de la historia y los canales “estatales” de TV Digital en el predio? ¿Será parte del llamado “curro de los derechos humanos”?
Familiares de los represores detenidos por delitos de lesa humanidad aseguran que la “venganza” como ellos califican a los “juicios por la verdad”, concluirá con un nuevo gobierno. Sea cual sea. Dicen que el Papa Francisco llamará a la concordia. Pero ¿qué harán Massa, Macri o Scioli con los juicios? ¿Dejarán en cárceles comunes a ancianos de más de 70 años, muchos de ellos, sin condena firme? ¿Apoyarán esa forma de condena de muerte que implica dejar morir a un genocida, un asesino o un enemigo político? Sólo dos ejemplos demuestran que los derechos humanos, entendido por el oficialismo, fue una categoría laxa: Ni el dictador Jorge Rafael Videla ni Omar Chabán contaron con la atención médica necesaria que sus deterioradas saludes requerían. Otra casualidad del destino, al creador del mítico Cemento le hicieron creer que había compartido la misma celda que el militar. Murió de tristeza.
Pensar los ´70 sigue siendo una materia pendiente. La visión de qué pasó, por qué y cómo nos pasó esa década y qué reflexión se hacen los presidenciables, sigue siendo un misterio. El radicalismo y los candidatos de raigambre alfonsinista, Carrió y Stolbitzer, son los que parecen estar un paso adelante. Semanas atrás, Elisa Carrió diseñó una mesa debate con una madre que perdió a un hijo enrolado en Montoneros –Graciela Fernández Meijide- con un hijo que perdió a su padre asesinado por ERP –Arturo Larrabure-. El mensaje fue el diálogo. La semana pasada me invitaron a participar, con la autora de “Eran humanos, no héroes”, en un debate para reflexionar sobre aquella sangrienta década y sus consecuencias en el presente. Pero sus organizadores, el PRO de la ciudad de Tandil, finalmente desistieron ya que “son figuras alejadas de nuestro partido” y “porque hoy no es políticamente correcta esa discusión”. Una pena. Si el kirchnerismo cometió un grave error, al regalarle la bandera de la seguridad a la llamada “derecha”, la oposición se encolumna a hacer lo propio con la de los derechos humanos. En vez de repensarla, discutirla, se la tiran por la cabeza a un oficialismo que pronto será oposición.
Cuando Sandro Rojas Filártiga (*) llegó a Salta para rodar su documental “La escuelita de Manchalá”, el monumento que recordaba a sus víctimas estaba siendo demolido. Corría la misma suerte que la estatua de Cristóbal Colón detrás de la Casa Rosada que, de un día para el otro, la Presidenta decidió borrar de la historia. ¿Qué harán los próximos líderes políticos con esa visión arquitectónica de las ciudades y de los pueblos ideados por el kirchnerismo? ¿Qué opinarían del proyecto documentalista de Rojas Filártiga que le dio voz a los ex combatientes e integrantes del Ejército que se enfrentaron el 28 de mayo de 1975 durante un gobierno constitucional, el de Isabel Martínez de Perón? Ese día, un grupo de soldados salteños pintaban la fachada de una escuela tucumana en Manchalá, cerca de la localidad de Famaillá, hasta que apareció un comando del ERP. Al día siguiente, el Ejército Revolucionario del Pueblo, planeaba atacar el Puesto de Comando Táctico de la 5ºBrigada de Infantería en esa provincia, para abastecerse de armas. Pero se toparon con los soldados de la escuelita. Eran 117 contra 14 soldados que resistieron la balacera. Hubo bajas en ambos bandos. Los uniformados que pintaban la escuela fueron homenajeados, durante 39 años, a través de un monumento, lejos de los subsidios y las indemnizaciones. Hasta que, el año pasado, el consejo deliberante salteño decidió derribar la historia y borrarlos de un plumazo.
La discusión no es sencilla. El kirchnerismo estupidizó a una gran masa de la sociedad que simplificó nuestro pasado y llenó de consignas vacías el presente. El kirchnerismo ha hecho de la reescritura del pasado, un vicio. Los críticos del modelo tienen la durísima tarea de construir sobre las enseñanzas que dejan los horrores cometidos. El monumento desaparecido en Manchalá, es un símbolo. ¿Podrán?
Por Luis Gasulla | @luisgasulla
(*) El director Sandro Rojas Filártiga presentará el documental "La escuelita de Manchalá" el miércoles 6 de mayo a las 20 horas en la sala Jorge Luis Borges en la Feria del Libro. Modera: Luis Gasulla