“Que no haya más un Señor 5 ni un Señor 8”, repite Alberto Fernández sobre el futuro de la Agencia Federal de Inteligencia. Mientras estudia reformas, el Presidente quiere una persona al frente de la conducción del organismo que responda solo al gobierno actual y dejar atrás los dobles comandos a cargo de agentes que obedecen viejas y distintas conducciones políticas año tras año.
La elegida es Cristina Caamaño, fiscal criminal y correccional porteña y titular de Justicia Legítima. Aunque es el área de mayor sensibilidad para el Presidente, la interventora conoció a Fernández recién cuando le ofrecieron el cargo para el cual fue oficializada el viernes a través de una foto conjunta. Aún tampoco conoció a Gustavo Beliz ni a Marcela Losardo. El secretario de Asuntos Estratégicos y la ministra de Justicia fueron los elegidos con el jefe de Estado para planificar la reestructuración del organismo, pero aún no tomaron contacto con Caamaño.
Cerca de la fiscal sostienen que, a pesar de no conocerse en persona, quien directamente la convocó fue el propio Fernández, y que fue su gestión en el Departamento de Interceptación y Captación de las Comunicaciones (Dicom) durante 2015 lo que precisamente motivó esa convocatoria. Con Fernández, si bien no tenía vínculo, comparten cierto ámbito académico. En ese mundo, vinculado a la UBA, ambos tienen un mismo referente: el fallecido ex procurador Esteban Righi.
Afirman también que es esa convocatoria directa de Fernández lo que hace que Caamaño vaya a tener libertad en la intervención y respaldo para las decisiones que decida tomar. Su aparición en escena también suena a que talló fuerte el ex segundo de la AFI y actual secretario de Justicia, Juan Martín Mena. Caamaño y él trabajaron palmo a palmo durante todo 2015, en especial en los primeros meses de ese año. Fue durante jornadas agitadas que comenzaron desde mediados de diciembre previo, tras el descabezamiento de la entonces Secretaría de Inteligencia (SI) y luego con la formación de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
En medio de esos días tumultuosos se produjo la muerte del titular de la UFI AMIA, Alberto Nisman, atravesada por el vínculo entre el mundo de la Justicia y los servicios de Inteligencia. La llegada de Caamaño a la Dicom sucedió cuando la oficina de escuchas pasó a manos de la Procuración, entonces a cargo de Alejandra Gils Carbó. Y eso fue precisamente cuando Mena y Oscar Parrilli se hicieron cargo de la AFI.
“Alberto quiere a alguien que se pueda meter a fondo. No quiere dos conducciones, no quiere contactos de dirigentes con su cúpula que se enfrenten entre sí, por eso era necesaria la intervención”, dicen en el primer piso de la Casa Rosada. Durante la etapa de intervención no habrá cargos jerárquicos, y podrá tomar las decisiones sin otro que dé una contraorden.
Designaron a Cristina Caamaño como interventora de la AFI
Caamaño prefiere ser cauta sobre los avances que puede generar como interventora. El lunes pedirá licencia como fiscal y ese mismo día desembarcará por primera vez en 25 de Mayo 11, donde funciona la ex SIDE. Recién esta semana podrá comprobar el “desorden” del organismo. “Sería poco serio que me aventure a tirar ideas y después darme cuenta de que no pueden llevarse a cabo”, contó a sus más íntimos después del encuentro con el Presidente. Sabe que su principal tarea tendrá que ver con ordenar la estructura viciada de vínculos políticos y, por pedido del propio Fernández, transparentar todo lo que se pueda su rol y parte de los fondos que volvieron a ser reservados durante el gobierno de Mauricio Macri.
Mientras Caamaño avanza en la intervención de la AFI, se sumará a la mesa que elaborará un boceto para su funcionamiento. “Puede ser dentro de un proyecto general con respecto a la seguridad o es solamente un aspecto, como es el tema de la Inteligencia federal”, explica el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, sobre el futuro de la AFI.