Las noticias sobre el manejo irregular de fondos en la esplendorosa economía de las Madres de Plaza de Mayo es una típica situación de "Culpas Compartidas", parafraseando el nombre de la Fundación de esa organización de derechos humanos, "Sueños Compartidos", que ahora está bajo la lupa del periodismo no K (Para el llamado periodismo militante, estos “puteríos”, según Hebe de Bonafini, parecen no existir.
"Culpas Compartidas" porque, como dicen en el campo, en estos casos la culpa principal no es del chancho sino de quien le da de comer: el gobierno nacional pero también el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, desde hace cuatro años en manos de Mauricio Macri y del PRO.
Es que Macri le asigna a la Fundación de las Madres unos 34 millones de pesos para construir viviendas en la Capital, según informó el diario La Nación. Con esto, “Sueños Compartidos” se convierte en la única “constructora social” que recibe fondos tanto del kirchnerismo (40 millones de pesos, según esa fuente) como de la oposición del PRO.
Pero eso no sería más que un dato curioso si no mediara la falta de control de esos fondos por parte de esos gobiernos y la nula voluntad de ambos por investigar las solitarias denuncias y advertencias, como la de la legisladora Elsa Quiroz, de Coalición Cívica.
Lo del kirchnerismo es perfectamente entendible en su lógica política de cooptación de diversas organizaciones no gubernamentales, como son las Madres. El gobierno nacional riega los diversos bloques de su compleja alianza política con un uso muy generoso de los dineros públicos, es decir de los impuestos de los ciudadanos.
En cambio, la movida de Macri es difícil de entender desde un punto de vista político e ideológico. Lo mismo pasa con el silencio de Macri frente al Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, emplazado en la Costanera porteña y financiado en parte por la Ciudad, que ha pasado a incluir a guerrilleros que no fueron víctimas de la represión ilegal, como a quienes murieron durante el ataque al regimiento de Formosa el 5 de octubre de 1975, en pleno gobierno constitucional del peronismo. Ya no se reivindica a las víctimas del terrorismo de Estado, tal cual fue el objeto de la ley que lo creó, sino también a los caídos en combate, es decir a la lucha armada.
Tal vez la explicación del silencio del PRO tenga que ver con la “mala conciencia” del jefe de Gobierno y de sus colaboradores más inmediatos en los temas de los derechos humanos y la salvaje represión de la última dictadura.
Macri, sus asesores y sus funcionarios más cercanos piensan que no les conviene ponerse en la mira de Bonafini y de las Madres. Consideran, seguramente, que no resistirían a una batería de preguntas muy simples: ¿qué creen, realmente, de la represión ilegal de la dictadura? ¿a cuántos perseguidos defendieron en aquellos años de plomo? ¿cuánto se preocuparon por los derechos humanos durante los años posteriores al gobierno militar, ya en democracia?
Hebe de Bonafini, que es inteligente y tiene una enorme voluntad política, ha sabido convertirse en una figura casi intocable aprovechando ese tipo de pecados.
* Periodista, autor de "Operación Primicia"