"Cambio era Redrado. Esto es reorganización". Así definen en la propia Casa Rosada los cambios de gabinete que sellaron la suerte del silencioso ex ministro de Economía, Carlos Fernández, y ubicaron en su cargo al titular de la Anses, Amado Boudou.
En esa reorganización no es mucho lo que le queda por esperar al nuevo ministro. Su designación -en detrimento del candidato "cantado" que siempre fue el titular del Banco Central si de normalizar la economía se trata-, anticipada por los medios semanas antes de las elecciones (ya en mayo Fortuna adelantó en su tapa su posible nombramiento), explicita que el Gobierno está dispuesto a aplicar ciertas dosis de maquillaje pero nunca cirugía mayor. Kirchner sigue manejando los hilos de la economía, ahora con nuevos brazos ejecutores.
Así es que, siempre bajo este esquema y sin aspiración a modificarlo, "el hombre de los $100.000 millones", el que recibió la jugosa caja de las AFJP tras haber promovido el plan para estatizar la jubilación privada, recibió finalmente su premio y ascendió al cargo de ministro.
Desde ese lugar, Boudou desempolva sus viejos apuntes del CEMA y apela a toda su creatividad para conseguir lo que Kirchner sabe imprescindible para subsistir: dinero. Por las dudas, desde el martes 7 cuando se oficializó su nombramiento, repite que "no voy a ser el ministro del ajuste". La frase lleva el reconocimiento implícito de que las cuentas no son los sólidas que eran y que, por ende, buscará engrosar la caja antes que cortar el gasto.
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