“Cristina compró hasta US$ 1 millón en joyas por año”. La frase que oficia de tapa del número de esta semana de la revista Noticias no salió de la boca de ningún improvisado, sino de Sergio Hovaghimian, ex representante de la joyería Jean-Pierre, una de las más prestigiosas del país. Tamaña declaración tiene su antítesis: “Para ser buena política no tengo que disfrazarme de pobre”. ¿La autora? Cristina Fernández de Kirchner.
La revelación puede parecer exagerada, pero Hovaghimian detalló en la revista el costo de cada una de las joyas que exhibe la Presidenta y que no fueron entregadas “en canje”, sino adquiridas.
Así y todo, detrás de lo denunciado en la nota del periodista Franco Lindner, surge nuevamente la obsesión de la Presidenta por la ostentación de un look extremadamente lujoso que le juega en contra a la hora de realizar acusaciones de “privilegios” hacia quienes efectúan críticas a políticas de Gobierno.
Decir “a mi izquierda sólo está la pared” mientras se señala un muro de la Casa Rosada con la misma mano en la que se mece un Rolex Oyster Perpetual de oro –conocido como “President”– puede resultar un poco fuerte, pero no tanto como cuando se critica a quienes pretenden ahorrar en dólares mientras se exhibe un collar de perlas y oro que pagó –según el joyero– “en dólares” y “en negro”, algo que a Ricardo Echegaray no debería resultarle de mucho agrado.
Obviamente, tampoco debería pasar desapercibido de dónde saca los dólares Cristina, dado que su sueldo no le permite llegar al nivel necesario para la compra de divisa norteamericana, y que la mandataria se quedó sin billetes estadounidenses al pesificar su plazo fijo de US$ 3 millones, en medio de un discurso ejemplificador para justificar un cepo cambiario que negó entonces, así como ahora lo niega Aníbal Fernández. Por esos días, el ahora Secretario General de la Presidencia fue retado en público por la mandataria al no haber seguido sus pasos de confianza en la moneda nacional.
Historia de lujo. En marzo de 2008, cuando el conflicto con el campo tras la resolución 125 recién llevaba una semana, el diario inglés The Guardian colocaba a Cristina dentro del ranking de “los diez líderes más fashion y superproducidos del planeta”, un raro honor que compartió con el entonces presidente francés Nicolas Sarkozy, el ex mandatario ruso Mijail Gorbachov y el difunto jefe de Estado venezolano Hugo Chávez.
Para The Guardian, la mandataria argentina era parte de los dirigentes que encarnan el “bling político”: una expresión utilizada para denominar a quienes ostentan riqueza en sus accesorios e indumentaria. Incluso, fueron un poquito más allá y la calificaron como “la reina del botox”, quien “niega haberse hecho cirugías, pero admite pintarse como una puerta".
Entre sus accesorios preferidos, se encuentran los collares de perlas, que utilizó convenientemente cuando brindaba discursos delante de la imagen de Eva Duarte de Perón en el Museo del Bicentenario. Claro que también aquí hay una diferencia: la primera dama del gobierno de Juan Domingo aparece en el cuadro con un collar de perlas de tres vueltas en una fiesta de gala, cuando Cristina los utiliza hasta por Cadena Nacional. De hecho, no es ninguna novedad la fascinación de la jefa de Estado por la colección de joyas de Evita.
Ya en 2008, Perfil.com realizó un relevamiento de precios para calcular cuánto llevaba Cristina en alhajas al brindar la histórica cadena nacional en la que instó a los ruralistas a levantar los cortes de ruta. Mientras la mandataria criticaba a los productores del “yuyo que crece al costado de la ruta”, llevaba un Rolex de unos US$ 20 mil, un anillo de oro blanco y oro amarillo de 18 quilates solitario con brillante, y uno con zafiro de oro y platino, valuados en US$ 10 mil dólares cada uno, además de un par de aros tasado, también, en US$ 10 mil. El Rolex de oro es su predilección cuando de saber la hora se trata, aunque también guarda cierto favoritisimo por su Bvlgari de US$ 10 mil.
La Presidenta de los humildes. Cristina utiliza las joyas como accesorios cotidianos, sea para un acto en la Casa Rosada, para visitar a las víctimas de la inundación de La Plata, o para celebrar un acto en presencia de autoridades de la Villa 31 al inaugurar una estatua del Padre Mugica. La mandataria siempre ha manifestado su predilección por los “curas villeros”, la cual le hizo saber al Papa Francisco en su primer visita al Vaticano, mientras adornaba su rostro con un par de aros de US$4.500 en una jornada en la que hasta tuvo varios cambios de vestuarios y, como corresponde, de accesorios.
(*) Editor de Perfil.com | Twitter: @RelatoDPresente