POLITICA
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Las vengadoras de fantasía

Con buena voluntad, puede encontrarse cierto parecido entre la primera dama Cristina Fernández de Kirchner y la actriz Paola Krum. Mezclando realidad y ficción, también las une el ser las mujeres de dos vengadores.

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Con buena voluntad, puede encontrarse cierto parecido entre Cristina Fernández y Paola Krum. En un casting, darían como tía y sobrina. Mezclando realidad y ficción, también las une el ser las mujeres de dos vengadores.
Precisamente esta operación, la de cruzar hechos y fantasías, es la que volvió fanáticos de la serie Montecristo a hombres y mujeres clave del kirchnerismo. Muchos tienen reservado un lugar en sus agendas para no perderse ninguno de los capítulos del thriller romántico-testimonial que tantas alegrías le da a Telefe. Incluso los protagonistas de la tira fueron invitados a palacio para deleitar a Néstor, Cristina y Alberto. Y este miércoles se espera la presencia –no confirmada- de altos funcionarios K en el evento de cierre de la novela, en el Luna Park.

El cholulismo oficial por Echarri, Krum y compañía empuja la pregunta por los valores de Montecristo : es evidente la función didáctica de la tira (al mejor estilo de las telenovelas educativas brasileñas), que les acercó a muchos jóvenes nociones elementales de la historia de la violencia política y los desaparecidos en la Argentina. Pero hay cierto riesgo de que tanta fascinación por las celebridades haciendo de héroes y heroínas políticas termine por volver cool la cuestión de los desaparecidos, endulzando con glamour y efectos especiales una historia que, para permanecer verdadera, quizá no debería resignar los tonos grises ni los sabores amargos. Sin ánimo de ofender, creo que Montecristo se volvió la ficción oficial de una historia que, desde la ideología opuesta, contó la cinematografía de la dictadura, esa que mostraba al galante Palito Ortega con uniforme policial o castrense.

Laura (el personaje de Paola Krum) es una linda morochita argentina que vivió engañada durante una década al lado de un hombre que no amaba hasta que, gracias a la terapia, descubrió su verdadera identidad y recuperó su memoria de hija de desaparecidos (también fue secuestrada en la novela, poco después de que, en el país real, desapareciera el testigo Jorge Julio López).

¿Cristina será, en este juego de espejos deformantes, una vistosa ex morochita patagónica que, luego de ser raptada para el plan primermundista de un caudillo sirio-libanés, ahora descubre, hurgando en su álbum familiar, que tiene otra historia personal para contar, donde la agenda política setentista se mezcla con la leyenda de la “juventud maravillosa”, y la retórica de los derechos humanos esconde el código de la revancha, y las propiedades del botox embellecen el apetito de poder y propiedades inmobiliarias de una candidata de fantasía?

Esta historia continuará.