Son amigos desde hace más de veinte años. Empezaron trabajando juntos, y hasta fundaron una empresa. Fueron CEOs y hoy son los superministros, en las sombras, del gobierno nacional. Gustavo Lopetegui y Mario Quintana son los vicejefes de Gabinete que secundan a Marcos Peña pero, en la práctica, son quienes llevan adelante el “tablero de control” y los que siguen de cerca a los ministros.
Es más: son los animadores del gabinete económico, que mostró su peor cara esta semana ante la corrida del dólar y la crisis que vivió el gobierno de Mauricio Macri. De hecho, el jueves por la tarde noche fueron los coordinadores de todas las áreas económicas, tarea que terminó luego en los anuncios del viernes por la mañana sobre reducción del déficit fiscal. Peña se dedicó a la comunicación. Ellos, a qué medidas había que tomar.
Diferentes en sus formas y parecidos en su manera de gestionar, se formaron en la consultora internacional McKinsey, a mediados de los 90, donde se conocieron. En esos años, Quintana ya trabajaba como asesor externo a través de la consultora con su íntimo amigo Horacio Rodríguez Larreta, un joven director ejecutivo de la Anses. Juntos escribieron Domando el elefante blanco, sobre su experiencia en la gestión del organismo.
Casualidades: colaborar como pasante para ese libro fue el primer trabajo que tuvo María Eugenia Vidal a los 23 años, mientras terminaba de estudiar Ciencia Política en la UCA. Y Quintana, de hecho, es el padrino de Serena, la hija del jefe de Gobierno porteño.
En cuanto a los negocios, Quintana fue CEO de Pegasus, un fondo que controla Farmacity. Lopetegui se abrió de McKinsey para crear la cadena Eki Discount, y contó con la ayuda de Quintana para ello. En lo público, fue ministro de la Producción bonaerense en 2004 con Martín Lousteau como su jefe de asesores, a quien llevó luego al Banco Provincia. Años más tarde ganó terreno como CEO de Lan Argentina, su último trabajo antes de regresar a la función pública.
Formas. Hoy, entre ambos controlan 21 ministerios, que se dividen estratégicamente. Metódico, de formas adustas y llamado en broma “Mr. Excel”, Lopetegui tiene a su cargo las carteras con obras públicas (Transporte, Interior y Vivienda, y Energía) salvo Aerolíneas Argentinas, por su pasado en Lan. A pesar de ello, fue clave en la salida de Isela Costantini. En su despacho en el primer piso de la Casa Rosada tiene más de 15 lápices y hojas en blanco. Es uno de los que pugnan por un ajuste mayor, y quien repite que “Argentina tiene que crecer veinte años al 3%”. Trabaja más de 12 horas por día en Balcarce 50. Por las noches, el Rivotril le da una mano para conciliar el sueño.
Quintana, por su parte, despliega una gran sonrisa pero, a diferencia de su amigo, no se presenta como controlador sino como jefe político. Fiel lector de libros espirituales, logró entablar un vínculo cercano con Elisa Carrió y se erige como interlocutor con sindicalistas, desde Hugo Moyano hasta los oficialistas, pasando por la Iglesia y hasta la oposición. Sus acciones en Farmacity le impiden controlar el Ministerio de Salud. Pero tiene a su cargo el “área social”, donde quincenalmente invita a almorzar a sus integrantes: allí pasan Carolina Stanley, de Desarrollo Social (donde trabajó hasta hace unos meses Pablo Quintana, uno de sus hijos), Alejandro Finocchiaro (Educación), Emilio Basavilbaso (Anses), el titular del PAMI, Sergio Casinotti (su antecesor, Carlos Regazzoni, se fue del cargo en plena batalla con Quintana) y Jorge Triaca (Trabajo), quien le dio rienda para que se sumara a las mesas con gremialistas.